La fecha de 1621 es una fecha de especial significación en la historia del virreinato de la nueva España. En ese año accede al trono Felipe IV rodeado de un nuevo equipo de gobierno y se acomete una ardua tarea de reformación general que afectara sin duda al virreinato. La persona encargada de luchar, en nueva España, contra la corrupción administrativa y burocrática, así como moral fue diego de carrillo de Mendoza y Pimentel. Militar enérgico y fiel ejecutor de las instrucciones que al efecto llevaba. Pero la realidad novohispana era otra bien distinta de lo que se creía en la corte; una sociedad mas móvil y dinámica, en muchos aspectos mas moderna que la sociedad peninsular, en crisis evidente por el descenso demográfico indígena, por la cada vez mas escasa rentabilidad de sus minas de plata y por la falta de salida comercial para muchos de sus productos no mineros, así como por la escasez crónica de numerario líquido y capacidad de autofinanciación. La rigidez administrativa del virrey choca con unos grupos de presión criollos, que ya no están dispuestos a dejarse dirigir cuando sus intereses pueden resultar menoscabados. Un conflicto jurisdiccional entre la autoridad temporal y eclesiástica culmina en un hecho sin precedente histórico en el virreinato, un motín popular que derroca al virrey, Madrid reacciona entre el desconcierto; envía un nuevo virrey que restituya la calma y un visita-general con comisión para la averiguación de las causas que han determinado el tumulto. Nuevas inquietudes hacen temer sucesos mas violentos y Madrid renuncia a su programa de reformas, sacrifica al virrey y concede una amnistía general que pueda devolver la normalidad al virreinato.
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