La planificación constituye un instrumento eficaz para la gestión de las energías renovables y convencionales, además de un mecanismo de transparencia y control que tienen las administraciones para el desarrollo de la política energética.
Con frecuencia, la imagen del territorio que poseen los agentes de decisión en el sector de la energía, no se ajusta con exactitud a la realidad geográfica ni a las relaciones que en ella se establecen. La impronta territorial de la implementación de las fuentes de energía, así como la incorporación de conceptos económicos en su aplicación y uso, hace necesario compatibilizar los criterios de intervención, regulación e integración dentro de la organización energética.
El objetivo es integrar los procesos de generación de energía en el territorio y el medio, ampliando la visión en la toma de decisión de lo físico a lo funcional, de lo administrativo a lo económico y direccionado al desarrollo sostenible, teniendo en cuenta los impactos paisajísticos de las tecnologías renovables.
Las energías renovables pueden crear nuevas alternativas tecnológicas en nuestras vidas, a la vez que constituyen un instrumento para cambiar el futuro del Planeta. Esta revolución energética será inútil si no se hace un análisis crítico de la realidad económica, que permita crear una planificación estratégica articulada con el ordenamiento territorial, que constituya un elemento fundamental, en el proceso de planificación para el desarrollo sostenible.
El problema de la energía es un reto para la Humanidad. Asegurar su disponibilidad y cubrir las necesidades de crecimiento durante las próximas décadas, supondrá la implementación de políticas coherentes a todos los niveles, destinadas a facilitar la transición de la presente base energética, a una estructura más diversificada de ofertas y demandas, a encontrar nuevos caminos energéticos y en definitiva conducirá a la realización de esfuerzos sustanciales para el aprovechamiento integral de las mismas.
La toma de conciencia por parte de la ciudadanía de los graves problemas derivados del uso insostenible de la energía, de las dificultades que están provocando al medio ambiente con la aceleración del cambio climático, ofrece la oportunidad de luchar por un nuevo modelo energético. Este nuevo modelo parte de la diversificación en las fuentes, la racionalización, la eficiencia, el ahorro en el consumo y el respeto al medio ambiente, no considerándose una estrategia energética aislada. Este modelo es un elemento fundamental de desarrollo para promover la mejora del medio ambiente y el desarrollo socioeconómico. Es por ello que los países en vías de desarrollo deberían elegir y desarrollar las tecnologías apropiadas a sus necesidades, recursos, medioambiente, crecimiento equilibrado y contexto de desarrollo cultural entre otros y de forma diferenciada, sobre base sostenible en el empleo de los recursos naturales.
El Plan Energético Nacional de Cuba prevé la inclusión de las energías renovables en el modelo energético nacional [1], sobre la base del conocimiento de la disponibilidad de recursos renovables.
Con el objetivo de favorecer este entorno, es necesario inventariar las potencialidades renovables, posibilitando el desarrollo energético orientado al aprovechamiento del potencial disponible, facilitando la información requerida, viabilizando el proceso de decisiones políticas, económicas, sociales e inversionistas. En base a todo ello, se podrá modificar el modelo energético existente, convirtiéndolo en un modelo de planificación estratégica basado en la implementación de las energías renovables, capaz de garantizar un desarrollo integrado y sustentable para los diferentes ámbitos territoriales.
Para Cuba es fundamental que todo el proceso vinculado a la generación y el consumo de energía eléctrica, se realice de forma eficiente por dos razones principales. Por una parte, no posee grandes recursos económicos; y por otra, hay que considerar los impactos paisajísticos y ambientales que se vinculan a la generación de energía.
La ordenación de las energías en el territorio adquiere relevancia, si se tiene en cuenta que la política actual está encaminada, a hacer llegar la energía eléctrica a la totalidad de los asentamientos poblacionales, es ahí donde las energías alternativas, adquieren su papel relevante.
Hasta el momento, la planificación energética se realiza desde el nivel central con la intervención de los gobiernos municipales. En la actualidad no se dispone de una herramienta adecuada que brinde información a los agentes de decisión, que contribuya a hacer viable y a favorecer análisis cualitativos y cuantitativos. Estos cuentan sólo con algunas estadísticas, lo que ha traído como consecuencia que se hayan realizado inversiones energéticas sin estudios previos (económicos, sociales y ambientales), provocando que se inviertan recursos en decisiones no acertadas.
Cuba no disponía de ninguna herramienta que facilitara información previa en el proceso de toma de decisiones en el desarrollo energético y el programa de electrificación rural, ni que agrupara las aplicaciones de las energías renovables en combinación armónica con las energías convencionales. Todo ello a pesar de la importancia que tienen en la actualidad las potencialidades renovables, las regiones exactas donde están ubicadas, la demanda de los asentamientos no electrificados y el costo de los sistemas. Para ello se diseñó el Sistema de Información Geográfica de las Fuentes Renovables de Energía (SIGFRE), para planificar y facilitar el proceso de toma de decisiones en la organización territorial del programa de desarrollo energético.
En la actualidad existe una voluntad expresa a favor de la sostenibilidad, por un cambio en el modelo energético existente, donde los combustibles fósiles tienen la hegemonía y se hace necesario realizar un inventario de la potencialidad renovable, por su influencia en la organización energético-ambiental del territorio, logrando un ordenamiento que beneficie el desarrollo sostenible.
Las energías renovables tienen un gran potencial de desarrollo, a escala nacional e internacional, que es necesario favorecer con políticas ajustadas, pero a largo plazo.
En la Isla de Cuba se ha potenciado el desarrollo de las energías renovables, por lo que la realización del inventario de la potencialidad existente en el país, permitirá conocer de forma clara, las zonas que cuentan con recursos disponibles para el desarrollo de inversiones adecuadas. De manera que sea posible incorporar al orden territorial, los conceptos de los impactos ambientales y paisajísticos asociados y la sostenibilidad energética.
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