La Biblioteca Nacional de España adquirió unas acuarelas de gusto erótico y paródico a mediados de la década de los ochenta, las cuales al ver la luz en 1991 produjeron uno de los mayores cismas conocidos entre los investigadores de la obra de Gustavo Adolfo Bécquer. Sin lugar a dudas, una de las razones de esta fractura fue la vigencia del Mito Bécquer, que muestra una distorsionada imagen del autor decimonónico, y el cual ha conseguido adentrarse en el siglo XX aunque su declive ya haya comenzado. Un elemento clave para terminar con el Mito Bécquer de una vez por todas es adentrarse en su obra, tanto literaria como pictórica, con todo el ejército teórico que proporciona la Literatura, la Filosofía y otras artes hermanadas, para así comprender cuánto había de su persona en su literatura y cuánto ha sido añadido por investigadores posteriores.
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