Esta investigación tiene un doble objetivo. Por un lado, se propone una teoría general desde la que explicar la naturaleza de la prescripción lingüística y una de sus manifestaciones principales, esto es, el proceso de estandarización lingüística. Por otro lado, el marco teórico propuesto para atender a la conformación y configuración de las distintas propiedades y funciones atribuidas a los estándares de las lenguas se aplica al español y, en concreto, a un aspecto gramatical cuyo empleo encuentra difícil sistematización: el paradigma de los relativos. El trabajo presenta, pues, dos partes fundamentales: La primera parte aborda la cuestión de la estandarización lingüística del español, desde un enfoque ecolingüístico, alejado de una identificación entre lengua y especie biológica, que condujo a un antiprescriptivismo radical y a la negación de la legitimidad del cambio lingüístico deliberado. Mediante el análisis del tratamiento ofrecido a los relativos en las principales gramáticas del español contemporáneo (1931-2011), se analiza, en una segunda parte del trabajo, en qué grado se ha logrado implantar un modelo de estandarización pluricéntrico en la codificación del español.
¿ Capítulo 1: El estudio de la estandarización lingüística en el marco de una política y planificación ecolingüísticas El primer capítulo concibe a la política y la planificación lingüísticas como subdisciplina necesaria dentro de las ciencias humanas, con la cual analizar el papel de las lenguas en el medio e interacción sociales e implementar medidas lingüísticas que satisfagan las necesidades y demandas de los hablantes, siempre respetuosas con el entorno sociocultural. Se adopta, por tanto, una postura crítica con algunos planteamientos tradicionales que promovieron la aculturación y la discriminación etnolingüística. Se considera la conciencia lingüística de los hablantes como variable fundamental en toda propuesta de futuro encaminada a la modificación de la forma y/o función de las variedades lingüísticas.
Ha sido sobre todo en la segunda mitad del siglo XX cuando la lingüística aplicada se ha percatado de que la definición de científico no lleva aparejado el destierro del valor cualitativo. Evidentemente, en la actualidad, nadie cuestiona que la descripción de normas lingüísticas es una parte importante de las ciencias sociales y que la intervención en materia lingüística es legítima y deseable. El énfasis en la vertiente social del lenguaje ha puesto de relieve la necesidad de realizar un estudio descriptivo de la prescripción lingüística y de reconocer la naturaleza normativa de la lengua, insoslayable realidad de la cultura lingüística de una comunidad. No en vano, algún que otro lingüista ha definido a la subdisciplina de política y planificación lingüísticas como el ejercicio de una moderna prescripción.
El proceso mismo de estandarización lingüística lleva a los agentes de la planificación a elegir entre varias alternativas posibles, lo cual nos sitúa necesariamente en el ámbito prescriptivo. No cabe duda de que el lingüista, como todo científico, debe fijar como prioridad la descripción, la explicación y la construcción de modelos, pero ello no debe implicar la desatención al estudio de variables sociales que no responden a parámetros científicos. Por ello, a lo largo de todo el trabajo se ha defendido la necesidad de redefinir la prescripción lingüística y concebirla como un fenómeno consustancial a la reflexión lingüística de los hablantes, que evalúan, sancionan e intentan regular las conductas lingüísticas propias y ajenas. Se trata, pues, de un comportamiento social universal, a diferencia de la estandarización, que consideramos es solo una expresión institucionalizada de ese carácter intrínsecamente normativo, valorativo y prescriptivo que los hablantes otorgan a las lenguas.
En este estado de cosas, se ha escrito mucho sobre la norma y normas de la lengua española, pero se ha hecho necesario delimitar conceptos teóricos clave desde los que estudiar la estandarización del español. En consecuencia, a la luz de las aportaciones más novedosas en el campo de una política y planificación ecolingüísticas, se han redefinido y clarificados conceptos como normativización, normalización, prescripción, pluricentrismo o estándar, nociones empleadas muchas veces de forma aleatoria e imprecisa en la bibliografía especializada.
En este contexto, la estandarización lingüística se ha tratado como uno de los objetivos que competen a la política y la planificación lingüísticas, cuyo fin es otorgar a una variedad lingüística una dimensión de ejemplaridad. Puesto que en el proceso de estandarización intervienen, indiscutiblemente, condicionantes externos a la dinámica de la lengua misma, es evidente que constituye en gran parte un ejemplo de cambio lingüístico deliberado que hemos definido como un proceso circular y dinámico en el que deben incorporarse nuevas variables a las ya conocidas de selección, codificación, implementación y elaboración.
En efecto, el advenimiento de la glocalización ha traído consigo una reorganización de la tradicional normatividad lingüística, por la cual determinados estándares lingüísticos están perdiendo relevancia (desestandarización) a favor de emergentes centros de irradiación normativa (restandarización). Este es el caso de algunas de las lenguas que reciben el calificativo de pluricéntricas (inglés, portugués, alemán, neerlandés, español, etc.), que muestran claras tendencias centrífugas, pero cuyos respectivos modelos lingüísticos poseen diferente grado de ejemplaridad, endonormatividad y prestigio social.
¿ Capítulo 2: Las archi-ideologías subyacentes al modelo de estandarización: nacionalismo, internacionalismo y glocalización Las tendencias más recientes en los estudios de planificación lingüística intentan desvelar los presupuestos ideológicos que justifican las acciones de política y planificación lingüísticas emprendidas y las representaciones ideológicas que subyacen a las operaciones discursivas. Uno de los aspectos que más llama la atención es el hecho de que la situación privilegiada de que gozan un número escaso de lenguas y culturas occidentales se presenta muchas veces como un fenómeno natural y legítimo y no como el resultado de acciones emprendidas deliberadamente por motivos de naturaleza sociopolítica y económica.
A este respecto, el surgimiento de muchas variedades estándares corrió parejo al establecimiento de las naciones-estado, pero el internacionalismo se fue abriendo paso en un mundo cada vez más globalizado dominado por la dinámica de los mercados, las empresas multinacionales y las alianzas interestatales. En este estado de cosas, solo unas pocas lenguas estándares occidentales se alzaron como vehículos adecuados para servir a la intercomunicación y favorecer la interdependencia socioeconómica. El multilingüismo era apreciado en cuanto implicara el dominio de variedades estándares, un prestige multilingualism (Vogl 2012) del que se beneficiaban sobre todo las lenguas más mayoritarias.
En este sentido, este trabajo ha puesto de relieve que la propiedad de estandarización lingüística debe concebirse como un continuum para explicar el desarrollo de algunas lenguas, sobre todo del mundo occidental, pero no se trata de un concepto o dimensión universal e imprescindible en la vida de las variedades lingüísticas y de sus hablantes. Simplemente, se trata del molde más convencional con el que algunas sociedades, generalmente occidentales, han orientado la prescripción.
De hecho, varios lingüistas han manifestado la inadecuación de un modelo planificador elaborado únicamente a partir de las llamadas standard language cultures occidentales (Milroy 2001), sustentado en una concepción del lenguaje y de las lenguas espaciotemporal estática y demasiado atada a un marco teórico estructuralista. Este hecho no obsta, sin embargo, para defender las ventajas que posee el conocimiento y el dominio de las variedades estándares. Nada hay más legítimo que querer conocer y disponer de los recursos lingüísticos que, insistimos, no por factores de índole estrictamente lingüística, son mejor valorados en el seno de una comunidad.
No cabe duda de que actualmente asistimos a una mundialización de gran envergadura, en la que el flujo de recursos informativos, humanos, tecnológicos es continuo, lo cual ha supuesto una reestructuración en todos los sistemas organizativos: político, económico, social, cultural y, por supuesto, también lingüístico. Es cierto que la globalización ha llevado a una extensión sin precedentes de un puñado de lenguas, pero también que ha producido tal intensificación de las relaciones y los contactos locales y regionales que se han generado nuevos centros en las tradicionales periferias, auténticos sistemas normativos sociolingüísticamente estratificados.
La ciencia lingüística necesita también readaptarse en la descripción y explicación del nuevo mercado lingüístico glocalizado (Kumar 2010). Se debe volver la mirada hacia la vernacularización lingüística y al modo en el que las propias comunidades dan respuesta a la globalización, relocalizándola en su territorio de interacción como parte de su configuración identitaria.
Justamente, la democratización de la era postmoderna y postindustrial ha favorecido también la paulatina legitimación y el reconocimiento de los derechos de las minorías étnicas y lingüísticas, que pueden hacerse oír y autoafirmarse con mayor intensidad en el ámbito supranacional.
El pluricentrismo lingüístico supone, de hecho, un reconocimiento a la diversidad dentro de la homogeneidad que implica todo proceso de estandarización lingüística, una perspectiva que despierta cada vez mayor interés entre los especialistas y hacia el cual se orienta la política lingüística actual de muchas lenguas.
Fue Kloss (1978) quien adoptó el concepto de policentrismo propuesto por Stewart (1968) y estableció una primera distinción entre los diversos modelos de estandarización lingüística, atendiendo a la existencia de una (monocentrismo) o varias normas lingüísticas de referencia de una misma lengua (pluricentrismo). Así las cosas, tal y como sucede con muchas variables de naturaleza sociolingüística, resulta poco operativo tratar de deslindar de forma nítida las lenguas monocéntricas de las pluricéntricas, por lo cual nos ha parecido conveniente distinguir varios niveles en el continuum monocentrismo-pluricentrismo.
Asimismo, se han establecido varios tipos de variedades estándares en función de la mayor o menor presencia de la ingeniería lingüística en su conformación y consolidación, del modelo exocéntrico o endocéntrico predominante en su normativización, así como del grado de normalización manifestado en los comportamientos y actitudes lingüísticas de la población.
¿ Capítulo 3: Hacia una delimitación del concepto de estándar. Propuesta de reconciliación entre homogeneidad y variación La indeterminación que envuelve a la definición y caracterización de las variedades estándares parece responder a la dependencia de factores de naturaleza extralingüística, a la subjetividad del componente actitudinal y a la mutabilidad de la variable prestigio, lo que nos lleva a hablar de la estandarización no solo como proceso sociohistórico sino también ideológico.
Una de las constantes advertidas en el estudio de los estándares de las lenguas es, precisamente, la asociación de estos con los ámbitos formales de uso, fundamentalmente escritos, de la distancia comunicativa. Estos son frecuentados, sobre todo, por los estratos socioculturales elevados urbanos, lo cual explica que estas variedades sean las que adquieren un prestigio manifiesto en el seno de una comunidad. Basta con analizar una muestra sucinta de diccionarios y gramáticas contemporáneas para darse cuenta de que las manifestaciones de la lengua oral están escasamente representadas en la descripción y codificación de las variedades estándares.
Todo empleo oral de la lengua, entendiendo oral no tanto desde el punto de vista medial sino concepcional, difiere notablemente de los patrones que rigen el código escrito y, si bien la ciencia lingüística reconoce la primacía y universalidad del lenguaje oral respecto del escrito, en el proceso de estandarización lingüística el curso se invierte. No obstante, el hecho de que el punto de referencia del estándar descanse en el soporte escrito, no implica negar que las sociedades hayan desarrollado también modelos lingüísticos orales, más o menos próximos a su correlato escrito.
Tras una revisión de las distintas definiciones y caracterizaciones propuestas para el término estándar, este capítulo tercero ha puesto de manifiesto que junto al concepto de estándar como variedad codificada, difundida por los medios de comunicación, la administración y la educación, resulta conveniente referirse a este también como modelo lingüístico empírico que emerge en una comunidad. Se trata de un estándar en un grado más relativo, la norma implícita y social por la que determinados hablantes y sus respectivos usos lingüísticos son considerados igualmente prestigiosos y ejemplares, sin que sus variantes lingüísticas se encuentren explícitamente codificadas y sancionadas en diccionarios y gramáticas.
La estandarización lingüística es también una propiedad gradual, por lo que resulta más conveniente hablar de variantes más o menos estándares en función de la aceptabilidad y el estatus que le confieren los hablantes, una tarea nada fácil. Además, debe tenerse en cuenta que la noción de estándar debe asociarse, más que a criterios estrictos de corrección idiomática, al concepto popular de hablar/escribir bien, o al más especializado de calidad discursiva, determinado por parámetros como el prestigio social, la adecuación sociolingüística, la eficacia pragmática, la coherencia textual, la elegancia retórica, etc.
Lo que sitúa a un hablante en un estándar es, pues, su habilidad para elaborar apropiadamente ciertas clases de discursos, más cercanos a lo transaccional que a lo interaccional: prosa divulgativa y científica, escritos académicos, editoriales y columnas de opinión no literarias en los medios de comunicación, etc. Por lo tanto, nos encontramos en el terreno de la actuación lingüística más que en el de la competencia.
¿ Capítulo 4: Política y planificación lingüísticas en torno al español: aspectos manifiestos y encubiertos Con el fin de acercarnos a la descripción de la variedad estándar o, mejor, variedades estándares del español, se examinan las principales medidas de política lingüística manifiestas y encubiertas emprendidas en el proceso de normativización y normalización del español. Así pues, se lleva a cabo un recorrido por los hitos más importantes del proceso de estandarización lingüística que ha seguido el español: desde la primigenia elaboración lingüística del romance castellano propuesta durante el reinado de Fernando III y, sobre todo, con Alfonso X, hasta nuestros días.
A este respecto, el año 1492 fue una fecha clave por la llegada del español a América y el comienzo de la hispanización, pero también porque tuvo lugar la primera codificación explícita con la Gramática de la lengua castellana de Nebrija.
El Siglo de las Luces trajo consigo el espíritu pragmático y centralista en la organización de las estructuras del estado, al tiempo que avivó el deseo de fundar una moderna y uniforme nación española, lo cual tuvo también evidentes repercusiones en el ámbito lingüístico. En España, por orden de Felipe V, se creó un organismo a imagen y semejanza de la Académie Française, la Real Academia Española (1713), que debía limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua, según se reflejaba en el mismo crisol que adoptó como emblema.
A partir de ese momento, se desarrolló una intensa labor de planificación lingüística, cuyos primeros frutos fueron la publicación del Diccionario de la lengua castellana o Diccionario de autoridades (1726- 1739), la Ortographia española (1741) y la Gramática de la lengua castellana (1771). Puede decirse que el español contaba ya en el siglo XVIII con una variedad plenamente estándar, asentada sobre la modalidad castellana, que se consagró como la lengua apropiada para los ámbitos formales de uso, a la que tenía acceso únicamente una minoría privilegiada.
A raíz de la Real Cédula de 1768, proclamada por Carlos III, se instituyó el monolingüismo en lengua española y la obligatoriedad de su empleo en la enseñanza. Como consecuencia de esta medida, el resto de lenguas peninsulares vio menguado su prestigio y reducidas sus funciones lingüísticas, pese a importantes muestras de cultivo literario. En la América hispana, si bien durante el periodo colonial las lenguas amerindias habían sido toleradas e incluso incentivadas, aprendidas y codificadas por los misioneros de la iglesia católica para difundir el cristianismo y facilitar la evangelización indígena, esta cédula se tradujo en la prohibición y el fomento de la extinción de cualquier otra lengua.
La situación cambió sustancialmente en la época decimonónica, periodo que presenció el surgimiento de nacionalismos periféricos, sobre todo, en Cataluña, País Vasco y Galicia. En América, el espíritu ilustrado, bajo el lema una nación-una lengua, vio, paradójicamente, en la unión surgida por el empleo de una lengua común española un requisito indispensable para el triunfo de la emancipación de las repúblicas americanas, que implícita o explícitamente le concedieron el estatus de lengua nacional y/u oficial.
De forma paralela a la paulatina independencia de las colonias, el siglo XIX fue también testigo de una cierta emancipación lingüística respecto de la metrópoli, que tuvo su correlato en la creación de las distintas Academias hispanoamericanas. Sin embargo, el eurocentrismo académico y la recurrencia al modelo castellano en la valoración de las diferentes realizaciones lingüísticas se reflejaron en los mismos Estatutos de 1870, que precedieron a su fundación.
También en esta época apareció, de la mano del venezolano Andrés Bello, la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847), que por primera vez otorgaba arbitrio y legitimidad lingüística al nuevo continente. Si durante toda la época colonial la norma lingüística de la metrópoli española parecía incuestionable, la adopción del español como lengua nacional en los distintos estados latinoamericanos se vio acompañada de las demandas por el reconocimiento de las diferentes normas nacionales surgidas en los distintos núcleos urbanos.
No obstante, será a partir del siglo XX cuando se observe un mayor impulso hacia el multilingüismo en territorios en los que el español convivía con otras lenguas. Un cambio profundo llegó con la Constitución de 1978, ya instaurado el sistema democrático en España. Redactada en español, catalán, gallego y euskera, la Constitución otorgó la oficialidad al castellano en todo el Estado, pero abrió el camino a la descentralización y al plurilingüismo, al reconocer la cooficialidad del resto de lenguas de España en sus respectivas comunidades históricas.
La entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1986, junto al reconocimiento del español como una de las lenguas de las Naciones Unidas y lengua oficial de la UNESCO, prepararon el terreno para la internacionalización del español, que necesitaría del auxilio demográfico de Hispanoamérica para actuar como vehículo de comunicación supranacional.
Parecía que el papel secundario de las Academias hispanomericanas, meras colaboradoras en la aprobación de las propuestas y decisiones tomadas desde Madrid, iba a cambiar sustancialmente de rumbo con la instauración definitiva de la Asociación de Academias de la Lengua (ASALE) y su Comisión Permanente en 1956. Así las cosas, esta igualdad teórica tardó largo tiempo en llevarse a la práctica. Efectivamente, para la Real Academia Española, después de más de dos siglos desde su fundación, el español europeo o peninsular era todavía implícitamente el único que reconocía como modelo oficial, ejemplar y estándar, en el cual debían amparase las personas doctas para el cuidado y el cultivo de la lengua española, que solo entendía un modo de bene recte loquendi et scribendi.
Sin embargo, el año 2004 marcó un hito en el proceder de la política y la planificación idiomáticas en torno al español. Se inició la oficial Nueva política lingüística panhispánica (ASALE 2004), en la que se presentaron los proyectos lexicográficos y gramaticales académicos futuros con una intencionada modernización en cuanto a las funciones que tenían encomendadas la instituciones académicas. La renovación fundamental residía en el cambio de orientación que suponía trabajar no por el mantenimiento de la pureza, sino al servicio de la unidad bajo el signo del panhispanismo y del pluricentrismo.
En pleno siglo XXI, el español es lengua nacional u oficial en 21 países, en los que cuenta con más de 300 millones de hablantes nativos y es, asimismo, lengua neopatrimonial en el gigante estadounidense. Asimismo, el español es también la segunda lengua internacional, solo por detrás del inglés. En general, puede afirmarse que han desaparecido de la esfera pública los discursos en torno a la misión civilizadora de España en el nuevo mundo. La mayor parte de la intelectualidad española ha abandonado la defensa de una supuesta supremacía que España debe ejercer en las decisiones que influyen en el devenir de la lengua española, un autoritarismo lingüístico rechazado contundentemente por la Real Academia Española.
Sin embargo, son varias las voces críticas que denuncian que de una forma encubierta, más acorde con los tiempos democráticos postcoloniales y la práctica de una lingüística descriptiva, las medidas emprendidas por los diferentes agentes planificadores están todavía muy lejos de otorgar un tratamiento equitativo y simétrico a las diferentes variedades lingüísticas del mundo hispánico que pudiera poner en peligro la tradicional hegemonía de la antigua potencia colonial. De esta manera, se sostiene que en ocasiones se emplean diferentes metáforas bien para disfrazar, bien para legitimar impopulares medidas lingüísticas orientadas a obtener beneficios del mercado económico sustentado por la lengua española, la hispanofonía.
En este estado de cosas, este trabajo analiza el alcance de las llamadas covert policies (Schiffman 1996) en torno el proceso de estandarización lingüística del español, cuyos principales agentes, Academias de la lengua o el Instituto Cervantes, definen en términos de pluricentrismo y panhispanismo. Atendemos, por tanto, las representaciones ideológicas y simbólicas subyacentes al discurso institucional o endoxa.
¿ Capítulo 5: Diferentes estrategias de relativización en las lenguas Con objeto de aproximarnos a una caracterización de las propiedades del estándar pluricéntrico español, hemos creído conveniente aplicar la fundamentación teórica del trabajo al estudio concreto de una parcela de la gramática del español actual, los relativos. La gran variación en el uso de las formas relativas, cuya distribución es muy sensible al continuum inmediatez-distancia comunicativa, explica la dificultad que encuentran los gramáticos para prescribir y sistematizar su empleo. Por ello, se trata de un área lingüística que merece especial atención en un trabajo dedicado a la estandarización.
A este respecto, creemos que la explicación del uso de fenómenos asociados a los pronombres relativos puede resultar más fructífera si se toma en consideración su proyección en el discurso. Este enfoque pragmasintáctico apenas ha sido aplicado en el estudio de los relativos y, a nuestro entender, es el que más puede ayudar a describir ciertos usos que escapan a las estructuras prototípicas y convencionales registradas en las gramáticas, pertenecientes, en su mayoría, a la lengua escrita formal. Efectivamente, la norma prescrita para el empleo de los relativos en los diferentes tratados gramaticales se ha alejado muchas veces de la actuación lingüística real de los hablantes, lo cual explica la falta de unanimidad e imprecisión en el tratamiento de construcciones controvertidas o tildadas de incorrectas por la gramática normativa.
En este sentido, fenómenos como la omisión preposicional ante el relativo que (queísmo pronominal) o el uso de elementos reasuntivos o de retoma cuando el nexo relativo muestra una débil vinculación con su antecedente son estrategias perfectamente legitimadas en muchas lenguas del mundo. Además, se trata en muchos casos de construcciones que disminuyen el coste de procesamiento lingüístico, por lo que son típicas de de la espontaneidad y expresividad que caracterizan el discurso oral-concepcional de la inmediatez comunicativa. Estas estructuras deben también ser objeto de estudio de una gramática de la interacción que trascienda el nivel oracional. El lingüista debe dar cuenta de estos usos, de su frecuencia y de sus ámbitos de aceptabilidad comunicativa, a pesar de que rebasan las fronteras del tradicional canon lingüístico. De lo contrario, se estará elaborando una gramática de una lengua, pero no la gramática de una lengua (López García 1994).
¿ Capítulo 6: La normativización lingüística de los relativos en español Tal y como anticipamos anteriormente, el capítulo sexto analiza el tratamiento ofrecido a los relativos en uno de los principales instrumentos de normativización lingüísticas, las gramáticas. Nos interesa estudiar cómo se ha llevado a cabo la descripción y prescripción del uso de los relativos en las principales gramáticas del español contemporáneo (1931-2011), lapso temporal que se corresponde con las fechas de las dos últimas tratados gramaticales académicos con validez prescriptiva, la Gramática de la lengua española (1931) y la Nueva gramática básica de la lengua española (2011), breve compendio de la obra en 3 volúmenes aparecida en 2009.
El corpus de tratados gramaticales comprende obras que, con orientación tanto descriptivo-teórica como prescriptivo-normativa, tienen como objetivo el análisis de la lengua española, con independencia del lugar de publicación, la lengua en la que están escritas o la procedencia del autor de las mismas. Se ha creído también conveniente incluir obras destinadas específicamente a hablantes cuya lengua materna no es la española, probablemente, más orientadas a cuestiones prácticas y, tal vez, menos influidas por cuestiones nacionales en la consideración del modelo idiomático.
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Con la excepción de las obras de las Academias, uno de cuyos objetivos es, precisamente, instruir en el arte de hablar y escribir correctamente, la mayor parte de gramáticas del corpus enfatiza que su intención es proporcionar, desde distintas perspectivas, una descripción de las unidades gramaticales del español y una explicación de su funcionamiento. Se insiste, por tanto, en que su objetivo es describir y explicar cómo se habla y no cómo se debe hablar. No obstante, paradójicamente, incluso en el caso de las gramáticas académicas, se observa que se recurre sistemáticamente a una prescripción básicamente indirecta a la hora de regular el comportamiento lingüístico y establecer reglas de uso para los pronombres, determinantes y adverbios relativos. Suele, por tanto, omitirse el tratamiento a fenómenos lingüísticos que escapan a los límites del tradicional estándar canónico en obras cuyo fin primordial es dar cuenta de la diversidad idiomática de la lengua española.
En este sentido, conviene destacar que el desinterés de muchos lingüistas por tratar cuestiones relativas a la prescripción no solo ha repercutido de forma negativa con la afluencia de muchos aficionados a los problemas relativos a la normalización lingüística, sino también con el establecimiento de una frontera dicotómica entre una actividad descriptiva y prescriptiva que no es tal. La vinculación entre ambas se hace patente porque la misma elección de la variedad que va a ser objeto de descripción supone en sí mismo un acto de prescripción. De hecho, el objeto y foco de descripción es, en la mayoría de las gramáticas examinadas, fundamentalmente cuando no exclusivamente, la variedad estándar del español peninsular, lo cual supone en sí mismo un acto de elección y de prescripción lingüística.
Asimismo, este capítulo sexto muestra cómo el uso de los relativos responde en muchas ocasiones a normas de naturaleza pragmático-discursiva, muy desatendidas por la tradición gramatical occidental, que basó la descripción de las lenguas, mayoritariamente, en estructuras prototípicas y convencionales de la lengua escrita formal.
Justamente, la identificación de los estándares con las variedades escritas de la distancia comunicativa ha originado que las realizaciones orales de las lenguas se hayan juzgado atendiendo a parámetros ajenos del código escrito, lo cual ha originado que se emitan juicios negativos sobre la calidad y gramaticalidad de enunciados propios de la oralidad. A este respecto, este trabajo ha defendido en todo momento que el discurso oral posee sus propias normas, convenciones y estrategias lingüísticas, de forma tal que muchas estructuras lingüísticas son inapropiadas únicamente desde el punto de vista de la elaboración de textos escritos, pero no desde la óptica de la espontaneidad y expresividad que caracterizan el discurso oral-concepcional de la inmediatez comunicativa.
¿ Capítulo 7: Análisis cuantitativo y cualitativo de los relativos en corpus: la normalización lingüística La normativización explícita de una norma lingüística no garantiza su adopción o normalización entre la población. Para ello, es necesario que determinado fenómeno lingüístico, además de estar presente en la actuación lingüística de los hablantes, lo esté también en su conciencia metalingüística.
Con el fin de averiguar el grado de normalización o estandarización del uso de los relativos en español, así como la vitalidad y aceptación de las construcciones controvertidas asociadas a ellos, en este capítulo se comparan las prescripciones, proscripciones y descripciones que proporcionan las gramáticas (norma explícita o prescrita) con la realidad del uso facilitada por los corpus lingüísticos. Estos proporcionan la herramienta metodológica más adecuada para acceder de primera mano a muestras reales de lengua y le otorgan una dimensión verdaderamente empírica a la disciplina lingüística.
Nuestro propósito último es comparar esa norma prescrita o estándar absoluto para los relativos con la práctica lingüística real de los hablantes y poder contribuir así a la descripción de las normas implícitas o estándares empíricos, esto es, las formas prestigiosas aceptadas socialmente y empleadas de facto por los hablantes cultos, que carecen en ocasiones de sanción oficial.
Atendiendo a la clara diferenciación que parece advertirse en el empleo de los relativos en el discurso oral y escrito, se estudian las distintas construcciones relativas en dos corpus lingüísticos sincrónicos de una misma sintopía: de naturaleza oral, el Corpus de Habla Culta de Salamanca (CHCS), y escrita, el subcorpus de los Medios de Comunicación de Salamanca (MEDIASA). La elección del CHCS y del MEDIASA se debe a la similitud en cuanto a las características de las muestras y a la diferencia respecto a la variable objeto de atención: la dimensión concepcional escrituralidad-oralidad.
El Corpus de Habla Culta de Salamanca, elaborado por Fernández Juncal (2005), sigue las directrices del Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística de las principales ciudades de España y América, iniciado por Lope Blanch (1986) en el II Simposio del Programa Interamericano de Lingüística y Enseñanza de Idiomas (PILEI). Esta hizo hincapié en la necesidad de estudiar coordinadamente el habla de los grandes núcleos urbanos de todo el ámbito hispánico y así determinar los aspectos fonéticos, gramaticales y léxicos comunes, a fin de delimitar esa norma panhispánica común.
El CHCS es fruto de la transliteración con la ortografía convencional del español de 7 horas de grabación de 14 entrevistas a hablantes salmantinos con estudios superiores, personas cultas e instruidas, a las cuales se les supone el empleo de la variedad de lengua estándar. Para la realización de tales entrevistas se empleó un cuestionario abierto, cuya pregunta inicial acerca de la vida profesional era un mero pretexto para que los informantes y el entrevistador mantuviesen un diálogo dirigido. La distribución de los informantes fue la siguiente:
Generación V M I 2 suj. (60 min.) 2 suj. (60 min.) II 3 suj. (90 min.) 3 suj. (90 min.) III 2 suj. (60 min.) 2 suj. (60 min.) Asimismo, con el propósito de conocer si alguna de las variables expuestas a continuación resulta significativa en la selección de unas u otras formas relativas en el CHCS, se analizan los resaultados estadísticamente con el programa SPSS (Statistical Package for Social Sciences). Estas variables son las propuestas en el Cuestionario de la norma lingüística culta de las de las principales ciudades de España y América (1972):
1. Naturaleza del antecedente del relativo a) Antecedente explícito o implícito Si antecedente explícito: b) Rasgo ± humano del antecedente expreso c) Naturaleza de la cláusula: explicativa o especificativa d) Interposición o no de elementos lingüísticos entre antecedente expreso y relativo e) Presencia o no de preposición f) Categoría del antecedente: sustantivo, pronombre, adverbio o cláusula g) Carácter locativo, modal, temporal del relativo 2. La función del relativo en su propia cláusula 3. La función sintáctica de la cláusula relativa libre 4. Presencia/ausencia de artículo Respecto al Corpus de los Medios de Comunicación de Salamanca (MEDIASA), elaborado por Aijón Oliva (2006), hemos tomado una parte de las muestras escritas proporcional en extensión al CHCS. En concreto, hemos seleccionado las entrevistas, artículos y reportajes de los periódicos locales La Gaceta, El Adelanto y Tribuna de Salamanca.
CHCS Nº palabras totales 75991 Subcorpus escrito MEDIASA Artículos 30.128 Entrevistas 15.288 Reportajes 30.314 Nº palabras totales 75730 Además de las diferencias en el empleo de los relativos en los ámbitos de actuación oral y escrito, se comparan también los resultados obtenidos en Salamanca con los de otras sintopías del mundo hispánico en las que se han llevado a cabo estudios similares, a fin de observar hasta qué punto las tendencias en uso de los relativos son coincidentes en diferentes zonas del mundo hispánico.
¿ Capítulo 8. La estandarización de ciertas construcciones de relativo en el ámbito hispánico: comportamientos y actitudes lingüísticas Una vez estudiado el uso y la frecuencia de las distintas construcciones de relativo en dos corpus (oral y escrito) de una misma sintopía y sincronía, nuestro propósito en el último capítulo es analizar más detenidamente en dos corpus panhispánicos la presencia de tres estructuras con relativos que han resultado especialmente interesantes.
Los fenómenos a los que nos referimos son la presencia o ausencia de la preposición ante el relativo que en casos en los que teóricamente viene exigida por la construcción clausal (queísmo pronominal), el empleo de que/quien con antecedente humano explícito en el discurso y la alternancia entre el uso de cuyo y el denostado quesuísmo. Nos interesan, particularmente, porque se trata de esquemas sintácticos que han recibido un tratamiento y consideración diferente en las gramáticas, desde la recomendación de su uso en determinados contextos (quien) hasta la censura explícita (quesuismo), pasando por posturas más intermedias (queísmo pronominal).
Nuestro propósito es comprobar si el estatus que le confieren las gramáticas a estos fenómenos y las recomendaciones sobre su empleo están normalizadas en la práctica lingüística real de los hablantes de las diferentes zonas del mundo hispánico. Los corpus empleados a tal efecto son: el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y el Macrocorpus de la Norma lingüística culta de las principales Ciudades del Mundo Hispánico (MCNL-MH).
Repsecto al CREA, corpus de la Real Academia Española y de las Academias asociadas (RAE y ASALE), se trata de un corpus de referencia, esto es, reúne fragmentos de muy diversos documentos, pero su atención no se centra en los textos mismos, sino en el nivel de lengua que representan. Este no es otro que el español culto y/o de los cultos de las veinte naciones de habla hispana (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, EE.UU, Filipinas, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay).
Según informa el banco de datos de la RAE, el 50 % del material del CREA procede exclusivamente de España. En la actualidad, cuenta con aproximadamente 160 millones de formas e incluye textos tanto orales como escritos desde 1975 al 2004, si bien la proporción entre oralidad y escritura se inclina claramente a favor de la segunda en un 90%. En relación a los géneros textuales presentes, el 49% de los textos proceden de la prensa, el 49% de libros y un 2% de folletos, correos electrónicos, páginas web, etc. (miscelánea). Todos los documentos que conforman la parte escrita del CREA se distribuyen temáticamente (Biología, Química, Informática, Religión, Lingüística y lenguaje, Cine y video, Medicina, Novela, etc.) y se agrupan a su vez en siete hipercampos (cfr. http://corpus.rae.es/creanet.htmlrae.es).
Por lo que se refiere a la parte oral del CREA, esta se compone de dos grandes bloques: textos procedentes de radio y televisión y textos procedentes de otros corpus orales cedidos por sus respectivas instituciones (vid) (www.rae.es/rae/gestores). Estos se reparten, a su vez, temáticamente en dos grandes hipercampos: radiofónico o televisivo (noticias, reportajes, entrevistas, debates, magacines, etc.) y otras grabaciones (discursos políticos, conversaciones telefónicas, etc.).
A fin de hallar ejemplos representativos de los fenómenos asociados al uso de los relativos que son objeto de estudio, hemos decidido restringir nuestra búsqueda a 3 años concretos: 1980, 1990 y 2000. Debido a que el CREA no está anotado sintácticamente, no discrimina, por ejemplo, cuando que funciona como relativo o como mero subordinante, una información imprescindible que necesitamos analizar caso por caso. Asimismo, dado el volumen del corpus, las búsquedas producen una ingente cantidad de ocurrencias que el sistema no puede recuperar. Por ello, se hace necesario hallar un modo en el que el número de ejemplos no sea superior a 1000, límite para la obtención y visualización de las concordancias con su respectiva información sobre el autor, título del documento del que procede, país, clasificación temática y publicación.
Puesto que nuestro interés en este caso se circunscribe al ámbito de los relativos con antecedente, seleccionamos para el análisis los referentes que pensamos que pueden producir un mayor número de ocurrencias. De este modo, buscamos los vocablos más comunes y frecuentes, palabras ómnibus para aludir a objetos (cosa, objeto, asunto, tema, algo, etc.), personas (hombre, mujer, señor, chica, etc.) y circunstancias modales (forma, modo, manera), temporales (día, momento) y locativas (lugar, sitio, espacio), que funcionan como antecedentes habituales de los relativos.
Por lo que respecta al corpus MCNL-MH, este es de naturaleza exclusivamente oral. Anteriormente, hicimos referencia al Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta (Lope Blanch 1986), que hizo posible el acceso a una gran fuente de datos orales procedentes de las principales urbes del mundo hispánico. Precisamente, la parte dedicada a las entrevistas, que fueron hechas en diez ciudades (Bogotá, Buenos Aires, Caracas, La Paz, Las Palmas de Gran Canaria, Lima, Madrid, México, Santiago de Chile y Sevilla), junto a las entrevistas procedentes de San José de Costa Rica y San Juan de Puerto Rico, que aparecieron más tardíamente, fue recopilada en CD-ROM por Samper Padilla, Hernández Cabrera y Troya Déniz (1998) con el nombre de Macrocorpus de la norma Lingüística Culta de las de las principales ciudades del mundo hispánico (MCNL-MH). Se trata de una muestra homogénea en cuanto a la metodología empleada y al número y características de los informantes, que contiene un total de 168 entrevistas, distribuidas según el esquema al que hicimos referencia a propósito del Corpus de Habla Culta de Salamanca. Así pues, en el capítulo octavo contrastamos la información obtenida sobre la presencia/ausencia de preposición ante que relativo, el uso de que/quien con antecedente humano explícito y la alternancia entre cuyo y el quesuismo en las diferentes ciudades del MCNL-MH. Esta, a su vez, se compara con los resultados obtenidos del CREA, con el fin de hallar el grado de normalización en el uso oral y escrito de las citadas estructuras de relativo.
Asimismo, conscientes de que el grado de estandarización de una variante en una comunidad atiende no solo al uso sino a la valoración y al estatus que los propios hablantes le confieren, que puede no ser coincidente en los diferentes territorios hispánicos, se ha elaborado un pequeño cuestionario de creencias y actitudes lingüísticas (ACTILINGUA) sobre los fenómenos mencionados a hablantes de español como lengua materna de distintas procedencias.
Hay que tener en cuenta que es muy probable que la normalización lingüística se aborde más en términos de actitudes que de comportamientos. En consecuencia, aunque se trate de una cuestión que merece por sí misma un estudio exhaustivo, nos parece interesante tratar, aunque solamente de forma tangencial, la cuestión de la correlación existente entre las actitudes manifestadas y los comportamientos lingüísticos observados. De esta forma, podemos confirmar si, en lo que respecta a las construcciones relativas que nos ocupan, existen o no notables diferencias entre cómo se habla y se escribe y cómo se piensa que debe hablarse y escribirse.
De la misma manera que procedemos con el análisis de corpus y con objeto de deslindar si determinantes variantes forman o no parte de los estándares del español, nos interesan especialmente las creencias y actitudes lingüísticas de los informantes con estudios superiores, considerados hablantes cultos de español y, por tanto, más próximos a las variedades tipificadas como estándares. Así pues, de un total de 256 personas que han realizado el cuestionario, seleccionamos los 104 informantes que pertenecen a un mismo nivel de instrucción (estudios superiores), de diversas regiones del mundo hispánico, dato sumamente relevante desde el punto de vista del pluricentrismo lingüístico La primera parte del cuestionario comprende un diálogo inventado entre dos amigas, que tiene lugar en una cafetería, en el cual se pregunta indirectamente por los fenómenos lingüísticos mencionados para así despertar la conciencia lingüística del hablante en torno a tales estructuras de relativo. Con el fin de que en la evaluación de los sujetos no influya el sexo, la edad o el nivel sociocultural de las interlocutoras, se intenta que la diferencia entre las interlocutoras sea únicamente el seguimiento escrupuloso de la variedad normativa por parte de una de ellas, frente las intervenciones de las otra interlocutora, que contienen ejemplos de queísmo pronominal, quesuismos, etc.
A partir del diálogo se pide a los informantes que definan a ambas interlocutoras con tres adjetivos. Del mismo modo, se incluyen aspectos referidos a la conducta lingüística, esto es, al nivel de formalidad o corrección de las producciones, que se presentan también mediante una escala de las denominadas de diferencial semántico (Osgood/Suci /Tannenbaum 1957). Este instrumento se emplea en ciencias sociales y humanas para la medición de las actitudes de un sujeto ante un determinado evento de tipo psicológico y/o social. Se define como una escala, generalmente con siete alternativas, que posee dos extremos de valor opuesto, marcados habitualmente por dos adjetivos, que constituyen las dimensiones de análisis del objeto actitudinal.
En la segunda parte del cuestionario, los informantes se hallan ante el extracto de la transliteración de un discurso oral formal, cuyo autor desconocen. Se trata de la conferencia que dio el escritor Mario Vargas Llosa en la recepción del Premio Nobel de Literatura en 2010, un estímulo lingüístico intencionadamente modificado para que incluya las construcciones de relativo que nos ocupan, incluidas las no ajustadas a la norma lingüística prescrita (ausencia/presencia preposicional ante que relativo, el uso de que/quien con antecedente humano expreso y estructuras con cuyo/quesuismo). A los informantes se les pregunta directamente si detectan alguna incorrección en el texto precedente y, en caso afirmativo, se les pide que las identifiquen.
La tercera y última parte del cuestionario inquiere más directamente acerca del grado de aceptabilidad de 10 enunciados independientes, que contienen también las estructuras de relativo que nos interesan. El encuestado debe seleccionar la opción (1, 2, 3 ó 4) que considere más adecuada. Se ha creído conveniente establecer una escala ordinal de solo 4 grados, dado que parece excesivo deslindar un mayor número de categorías con las que el hablante pueda reflejar su valoración lingüística.
1: Correcto 2: Aceptable 3: Aceptable, pero suena muy raro 4: Incorrecto Finalmente, los resultados de esta pequeña prospección sobre las creencias y actitudes lingüísticas en torno a determinadas construcciones controvertidas asociadas al uso de los relativos se comparan con la actuación lingüística reflejada en los corpus lingüísticos analizados.
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