En las últimas décadas, la investigación en resiliencia ha experimentado un gran desarrollo, ese auge reciente implica que a pesar del crecimiento, aún quedan muchas áreas en las que la investigación está todavía en una fase inicial. La falta de consenso sobre una definición clara y sobre una teoría o modelo que guíe la investigación, ha llevado también a que no contemos con un instrumento de evaluación ampliamente utilizado y validado para la población general. La mayor parte de la investigación en resiliencia se ha centrado en la resistencia a la psicopatología cuando se producen situaciones de trauma. Teniendo en cuenta los efectos para la salud física y mental, así como para el bienestar y calidad de vida que numerosos estudios han mostrado que tienen distintos tipos de estresores, resulta especialmente relevante profundizar en la investigación sobre cómo la resiliencia puede amortiguar esos efectos negativos en diversos grupos de población.
Teniendo esto en cuenta, el objetivo principal de esta tesis ha sido estudiar la resiliencia y su relación con diferentes parámetros de estrés, evaluando su relación con distintos estresores en dos poblaciones específicas y comprobando la eficacia de su abordaje terapéutico. Para ello, por un lado se validaron y baremaron distintos instrumentos y técnicas que nos permiten profundizar en el estudio de la resiliencia: la escala de resiliencia CD-RISC y el cortisol en pelo como medida de estrés crónico. En segundo lugar, se comprobó la relación de la resiliencia con distintas medidas de estrés en grupos de población sana expuestos a diferentes estresores psicológicos: población universitaria y mujeres embarazadas; y por último se estudió la modificación de la resiliencia mediante la aplicación de un programa cognitivo-conductual para el control del estrés.
Los resultados encontrados nos permiten concluir que tanto la escala de resiliencia CD-RISC como los niveles de cortisol en pelo son herramientas útiles y fiables para evaluar resiliencia y estrés crónico respectivamente, que la resiliencia se relaciona con diferentes tipos de estrés, tanto cotidianos como eventos vitales estresantes y que durante la exposición a estos estresores también ejerce un papel amortiguador en la percepción y experiencia de estrés y por tanto un papel protector ante las consecuencias negativas de éste a nivel tanto de psicopatología como de salud percibida. Además esos niveles de resiliencia pueden ser modificados en personas sanas, acompañándose dicha modificación de un mejor afrontamiento del estrés y por tanto de una mejora de los síntomas psicopatológicos y de salud percibida.
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