Tradicionalmente, la erosión eólica ha recibido menos atención que la erosión hídrica por la falta de métodos para poder medirla y caracterizar los procesos que la controlan, pero también por una falsa percepción sobre los problemas derivados de la misma. Sin embargo, en las zonas áridas y semiáridas, incluidas las zonas semiáridas mediterráneas, la erosión eólica toma protagonismo debido a sus características climáticas (vientos turbulentos que desencadenan las fuerzas causantes de dicha erosión, precipitaciones escasas con menos de 300 mm•año-1 y largos periodos de sequías entre precipitaciones puntuales), pero también por la ausencia de vegetación, los relieves llanos y abiertos o la presencia de suelos con una estructura desfavorable.
El estudio realizado se ha hecho sobre cuatro zonas de la provincia de Almería: -en los límites del desierto de Tabernas, en una finca de olivos ecológicos -en las proximidades de Gádor, en una finca de naranjos -en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en una zona cerealista -en el corredor Retamar-Carboneras, en suelos naturales y de cultivo.
Con este estudio se pretendía ahondar en el estudio de los procesos de erosión eólica utilizando una metodología eficaz e innovadora como el uso de un túnel de viento recientemente patentado a través de la Universidad de Almería; dar una medida cuantitativa de la pérdida de suelo por efecto eólico, para estudiar cómo afecta a la pérdida de nutrientes en diferentes tipos de suelos y cultivos del SE español, analizando el coste de restitución de los macronutrientes perdidos en suelos agrícolas como consecuencia del viento; estudiar cómo afecta la rugosidad superficial a la erosionabilidad eólica de distintas tipologías de suelos, por medio de medidas cuantitativas y cualitativas; realizar una valoración cualitativa de la erosión eólica, analizando cómo se ven afectadas en mayor o menor medida las tipologías de suelos más representativas de la zona de estudio; y poner de manifiesto la utilidad del análisis de imágenes para estudios cualitativos, como herramienta innovadora y precisa.
El túnel de viento empleado cuenta con un generador de combustión que proporciona la energía necesaria para todo el aparataje, y un ventilador genera una corriente de aire que entra en una estructura “tubular” desplegable, consiguiendo un flujo de aire similar al de una corriente natural (en el que se conjugan régimen laminar y turbulento), por medio de una estructura intermedia en “panal de abeja”. Después, se llega al propio cuerpo del túnel que, en su primera parte, lleva una placa metálica sobre el suelo para que el viento no actúe. Su segunda parte es donde se sitúa la zona de estudio. En ésta se encuentra el láser-scan, que se introduce y se ajusta en altura mediante un sistema elevador y, además, hay un anemómetro y un higrómetro para medir las variables viento y humedad en tiempo real. En su tercera parte, es donde se aplica en la superficie del suelo, junto con el exterior del túnel, un látex hidrosoluble para fijar las partículas y evitar que estas se muevan de forma aleatoria, lo que además permite mantener la rugosidad natural del terreno. Respecto a la colocación de los sensores y las placas de recogida de muestras, éstas no alteran el proceso erosivo natural. En el extremo final, hay unas placas adhesivas dispuestas verticalmente para que en ellas queden retenidas las partículas desplazadas en las distintas alturas. Por último, en el extremo final se colocan también unos colectores adaptados del tipo BSNE a las mismas cuatro alturas que los adhesivos anteriores.
Los resultados se presentan diferenciados en cuantitativos, obtenidos de las analíticas de las muestras de los colectores y los mapas de erosión generados gracias al láser-scan, y en cualitativos, procedentes de las imágenes obtenidas de las placas con la cámara de visión artificial. Con esto, pretendemos dar una visión general de los resultados obtenidos en función de la metodología empleada, pues la instrumentación utilizada es numerosa y de uso muy específico.
Una vez realizados los análisis de laboratorio y el posterior análisis estadístico de datos, se puede concluir que se han obtenido valores significativos en los parámetros texturales, fundamentalmente arena y limo grueso. Las fracciones más finas no son significativas por su tendencia a la agregación. Cuando se tiene en cuenta el efecto del tipo de suelo, aparecen diferencias significativas en los macronutrientes. Ese efecto también condiciona la presencia de componentes que actúan como agregantes naturales del suelo.
Los resultados del láser-scan muestran zonas erosionadas más o menos grandes y concentradas, dependiendo de la tipología de suelos estudiada. Los mapas tridimensionales obtenidos, junto con los valores de rugosidad aleatoria calculados gracias a este dispositivo, ponen de manifiesto que los suelos recién labrados presentan tasas de erosión eólica mucho mayores que esos mismos suelos días después, una vez que comienzan a formarse costras físicas superficiales, proceso acelerado por el intenso rocío de la zona. Así, en los suelos agrícolas estudiados destacan los Cambisoles y Luvisoles de la zona limítrofe con el Desierto de Tabernas, seguidos de los Luvisoesl del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, como los que sufren con más intensidad la pérdida de material del suelo por efecto del viento. Frente a ellos, los Calcisoles y Arenosoles del Corredor Retamar-Carboneras, como suelos naturales no alterados, presentan valores de erosión eólica mucho menores.
El coste aproximado para restituir las pérdidas calculadas de materia orgánica, N, P2O5 y K2O por efecto eólico, en función de los precios medios de 2014 para los abonos orgánicos y minerales comúnmente empleados en la zona, resulta unas 7 veces mayor en el cultivo de naranjos de los Fluvisoles de Gádor, que en las tipologías de suelos cerealistas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Eso está condicionado, más que por el tipo de suelo, por la actividad antrópica que implica uno u otro cultivo. Complementariamente se deben recomendar labores culturales enfocadas al ahorro en el cultivo en general y en los aportes de nutrientes en particular.
Los resultados obtenidos representan una contribución a la racionalización de los insumos empleados en la producción agrícola en la zona semiárida del sureste de España, al estimar la repercusión económica que tiene para el productor el mantenimiento de la estructura del suelo de cultivo, a fin de conservar la materia orgánica y los nutrientes para optimizar los rendimientos de su producción.
Tras el estudio de las placas adhesivas, podemos confirmar cómo el viento mueve tanto partículas individuales como pequeños agregados, observándose también restos vegetales adheridos a esas placas. En ocasiones encontramos granos minerales con una configuración muy angulosa. Estos granos son arrastrados por el viento y, posteriormente, inciden sobre las plantas, provocándole heridas tisulares a partir de las cuales se pueden desarrollar multitud de enfermedades, con la consecuente pérdida de productividad.
La influencia de la tipología de suelos en el proceso erosivo provocado por el viento queda evidenciada al observar que: -los Arenosoles muestran muy poca cantidad de las fracciones granulométricas más susceptibles a erosionarse por el viento (menos del 3.5 % de arena muy fina más limo grueso). Cuentan con bajos niveles en el contenido de carbonatos y materia orgánica (agregantes naturales del suelo). Por ello, no presentan una erosionabilidad eólica apreciable.
La relación de tamaños de partículas removidas por el viento, en función de la altura de captación, muestra dos bloques claros: partículas más gruesas desplazadas por reptación y saltación (captadas en placas a 0 y 15 cm); partículas medias y finas desplazadas por saltación y suspensión (captadas en placas a 40 y 70 cm).
-las otras tres tipologías tienen un contraste claro de color respecto a los Arenosoles por su mayor contenido en arcilla, sumado a la presencia de óxidos de hierro, que incrementan el pardeamiento. En el caso de los Calcisoles, destaca el efecto agregante del CaCO3, no apreciándose diferenciación clara respecto a la relación tamaño-altura de captación.
Leptosoles y Antrosoles muestran la mayor susceptibilidad a erosionarse por condicionantes fundamentalmente texturales. En ambas tipologías hay una clara diferenciación entre las partículas más gruesas, desplazadas por reptación, y el resto (saltación y suspensión).
El análisis de imágenes ha demostrado ser una herramienta útil, permitiendo realizar el conteo de partículas a nivel submilimétrico, así como conocer su tamaño, forma y colorimetría. Esto podría permitir crear una base de datos de suelos con características visuales medibles objetivamente.
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