La investigación parte de la pregunta acerca de qué puede hacer el teatro, en tanto práctica cultural, frente a la violencia, cuando esta se convierte en una práctica generalizada en una sociedad determinada. O, más precisamente, cómo se replantea la dimensión ética y política del teatro en una coyuntura en la que los derechos humanos son violados de manera sistemática (y, muchas veces, de forma impune) y, más aún, cuando la perpetración de crímenes (como ocurre, por ejemplo, en el caso de la desaparición forzada, la tortura, las ejecuciones arbitrarias o las masacres) desafían al propio lenguaje (es decir, a sus posibilidades de representación mental y comunicación) y a los códigos tradicionales de representación escénica. En ese sentido, el presente estudio, por un lado, concibe al teatro como un espacio propicio para repensar y redefinir no solo la escena política, sino, incluso, la identidad nacional, y, por otro, como un género discursivo por medio del cual se pueden construir y legitimar interpretaciones de la realidad y de la historia de una determinada nación (relatos que pueden erigirse como versiones alternativas de la llamada historia oficial).
Para aproximarnos a esta problemática, se ha elaborado un corpus de textos a partir de las versiones del mito de Antígona que se han compuesto desde la escena latinoamericana. Un análisis preliminar de este conjunto de piezas permite establecer como hipótesis general que, dadas ciertas condiciones históricas más o menos comunes a todos los países del área (desigualdad económica y de acceso a la esfera política, caudillismo, débil tradición democrática, ausencia de proyectos nacionales inclusivos y sensibles a las demandas sociales de las masas, ideologías patriarcales, carencia de una verdadera clase dirigente comprometida con los intereses nacionales, desigualdades de género y racismo), el mito de Antígona ha sido entendido como un relato lo suficientemente permeable y productivo como para plantear y reflexionar acerca de ciertas tensiones derivadas de la coyuntura social y política de cada país. Sin embargo, una lectura más minuciosa del corpus permite proponer una hipótesis más específica aún: en la producción dramática de aquellos países que han pasado por la experiencia de una dictadura militar o por procesos de violencia de origen político durante la segunda mitad del siglo XX, el mito de Antígona, una vez restablecida la democracia y cerrados los procesos de violencia política que los rodearon, se ha convertido, además, en un espacio privilegiado para confrontarse con los hechos de violencia del pasado reciente y para construir versiones alternativas de la memoria de la nación.
De esa manera, de acuerdo con el parámetro establecido, el espectro de textos a analizar en este trabajo quedaría restringido a la producción dramática sobre el tema de Antígona realizada en tres países, una vez clausurados sus procesos de violencia política: Argentina, cuya dictadura militar comprendió el periodo 1976-1993; Chile, cuya dictadura militar duró desde 1973 hasta 1990; y Perú, que atravesó por un conflicto armado interno (al interior del cual se dio, además, un régimen autoritario) entre 1980 y 2000. Así, este trabajo sostiene que es posible leer las piezas seleccionadas como performances que crean un espacio para dar sentido a historias de horror ocultas y a memorias colectivas traumáticas, así como para reflexionar sobre crímenes pasados que, en muchos casos, aún permanecen impunes. El objetivo de esta investigación es, por ello, situar la propuesta de cada autor y autora en su contexto original recepción para, de ese modo, indagar en cómo la lectura que hacen de la tragedia de Sófocles abre nuevas perspectivas para reflexionar en torno a problemas específicos vinculados con los procesos de violencia de origen político que atravesaron sus respectivos países en la segunda mitad del siglo XX: la representación de la experiencia de la tortura y de la ausencia, la crisis de la identidad individual y nacional que se genera desde el exilio, y la responsabilidad ética y política de los sobrevivientes.
Reflexionar en torno a cómo y mediante qué estrategias es presentado y problematizado el legado traumático de dichos periodos en el corpus de textos elegido ofrecerá nuevos acercamientos al debate en torno al pasado reciente y a las relaciones entre aquella etapa signada por la atrocidad y el presente. Asimismo, permitirá analizar la contribución del teatro, en tanto práctica cultural, a la formación de una nueva identidad nacional en tiempos de democracia, y a la construcción de un imaginario histórico que recoja las experiencias dolorosas recientes y de un proyecto nacional inclusivo, justo y solidario. Ello supondrá prestar especial atención a la relación entre teatro, nación e identidad cultural en el contexto de procesos de reconstrucción moral y duelo colectivo. De manera específica, implicará indagar en cómo dichos textos representan la historia reciente de cada país, qué clase de discurso sobre el pasado de violencia construyen, y qué ideas de nación e identidad problematizan y articulan. En el fondo, abordar esta problemática no es sino ensayar una aproximación a una de las manifestaciones concretas de las preguntas que funcionan de eje de esta investigación, a saber, en este caso, cómo el teatro puede contribuir a lidiar con el legado traumático dejado por los periodos de dictadura y violencia de origen político. Y, en el intento de desentrañar una respuesta a dicho interrogante, resulta evidente que el teatro se convierte en un espacio de confrontación con el trauma colectivo que contribuye a la comprensión de lo ocurrido durante aquellos años de violencia (condición para la restauración de la subjetividad, colectiva en este caso, destrozada), a la construcción de una narrativa sobre dicho pasado y a la asunción de responsabilidades colectivas con relación a dichas experiencias.
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