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Modernidad y nihilismo

  • Autores: Héctor Fernando López Acero
  • Directores de la Tesis: Manuel Jiménez Redondo (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat de València ( España ) en 2010
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Mercedes Torrevejano Parra (presid.), Manuel E. Vázquez García (secret.), Juan Luis Vermal Beretta (voc.), Arturo Leyte Coello (voc.), Ramón Rodríguez García (voc.)
  • Materias:
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Desde una perspectiva heideggeriana se entiende por la esencia del nihilismo la unidad originaria del pensar que integra al ser y del pensar que deja fuera al ser donde el segundo lleva a su acabamiento al primero. En Ser y tiempo se advierte que desde los mismos comienzos griegos la interpretación del ser declaró superflua la pregunta por el ser y legitimó su omisión. Y puesto que el nihilismo es la historia de occidente que en su inició intenta pensar el ser pero que en su despliegue y desarrollo definitivo el ser queda fuera la tesis se mueve en estos tres momentos: el inicio del pensar griego, el despliegue que deja fuera al ser y el final de la metafísica que intenta interrogar por el sentido del ser.

      En el inicio griego el ser fue interpretado como aquella fuerza que sale de lo oculto y es capaz de sostenerse por sí misma mediante una lucha que libra contra el no ser en la terminación del límite: el logos. La interpretación del ser está íntimamente ligada al no ser. Esta interpretación de los primeros filósofos griegos sufrió una trasformación sustancial con la interpretación que hizo Platón del ser como idea: desplazó el logos a un lugar suprasensible y abrió un abismo insondable entre lo que es capaz de aparecer en el mundo sensible, que fue visto como aparente, y el ser real que emerge solo en una dimensión suprasensible donde es albergada la verdad: la idea. La interpretación del logos en discurso invirtió el planteamiento original de interpretar al ser como el fundamento del habla: ahora el fundamento del ser es el lenguaje. Y la verdad que originalmente fue como des-ocultamiento en su lucha contra el ocultamiento se transformó en coincidencia de la proposición con la cosa. Sobre la distorsión de la verdad se distorsionó también la interpretación del ser: la verdad se entendió como (ser-correcto) y el ser como (idea), (proposición) y (enunciado). Y al desplomarse esta originalidad la filosofía no pudo nunca explicar la relación de la enunciación con el ser y el ser mismo fue olvidado.

      El despliegue de la concepción del ser como idea recibió un impulso decisivo con el cristianismo y la filosofía moderna. Dios fue interpretado como el ente perfectísimo, la causa suprema y el portador de la verdad en tanto que lo creado, el hombre y el cosmos, son la falsedad, el pecado y la imperfección. Descartes representa el comienzo decisivo del pensar moderno al desplazar el énfasis de la fe hacia el conocimiento natural: al fundar la verdad sobre el pensamiento matemático el hombre pone su propia esencia como fundamento de sí mismo y con ello de todo saber. La certeza no es la consecuencia del pensar sino su fundamento. El atributo esencial del ser del mundo es la extensión de donde se forman las otras características del mundo: figura, modo, movimiento y forma. Y al interpretar el mundo como proceso natural Descartes prescindió de la subsistencia fenoménica.

      La filosofía de Kant es la primera que trata de la finitud humana al mostrar que la razón pura es una razón sensible. La Crítica de la razón pura muestra, en efecto, que los fundamentos de la razón humana son la intuición y el entendimiento cuya unidad forma la síntesis a priori. La proposición alrededor de la cual gira esta obra fundamental dice, por tanto, que (las condiciones de posibilidad de la experiencia en general son al mismo tiempo las condiciones de posibilidad de los objetos de la experiencia). El análisis kantiano acusa, sin embargo, una ambigüedad: por un lado, al enumerar los tres modos de la síntesis da a entender que la imaginación trascendental no es más que un elemento entre otros y en modo alguno la raíz de la intuición y el concepto y, por otro lado, señala que la imaginación trascendental es el elemento mediador y no solo una facultad entre otras. En la segunda edición de la Crítica hace depender a la imaginación trascendental del entendimiento y la interpreta como espontaneidad pura. La radicalización de la estructura de la trascendencia lleva a Heidegger a considerar a la imaginación trascendental como la raíz de la intuición y el entendimiento y, por eso mismo, no es un elemento entre otros sino la condición de posibilidad de la razón humana lo cual prueba la tesis de esta interpretación: el tiempo en su calidad de intuición pura surge de la imaginación trascendental. Si la fundamentación de la metafísica se fundamenta en el tiempo la pregunta esencial gira alrededor del ser y el tiempo. Lo que Heidegger realiza en Ser y tiempo es, por tanto, sacar a la luz la conexión esencial entre el ser, y no el ente, y la finitud en el hombre. La pregunta por la fundamentación de la metafísica es trasformada, en consecuencia, en la pregunta que interroga por el sentido del ser.

      En Nietzsche el ser es determinado como valor y se explica desde el ente como una condición puesta por la voluntad de poder. El pensar en términos de valor dirige su mirada hacia la validez y el ser en cuanto tal queda por fuera del análisis: del ser en cuanto tal no hay nada. El nihilismo es para Nietzsche la desvalorización de los valores supremos y su superación es vista como una trasvaloración de os valores válidos hasta el presente. Dicha superación representa para Heidegger su consumación. El análisis de Nietzsche excluye la posibilidad de pensaren su esencia porque es la historia en la que del ser no hay nada. El nihilismo acontece entonces en la impropiedad de sí mismo y esta impropiedad no representa ninguna falta de propiedad sino su acabamiento. La esencia del nihilismo es caracterizada por Heidegger como la unidad originaria de lo que es propio y de lo que es impropio: lo impropio lleva a su acabamiento lo propio. La supuesta superación del nihilismo en Nietzsche implica instaurar el dominio del incondicionado dejar fuera del permanecer fuera del ser en beneficio del ente del tipo de la voluntad de poder capaz de poner valores. En la voluntad de poder el ente impera por encima de todo ser. La historia del hombre es entonces la historia del ser: el ser como historia del permanecer fuera. La verdad del ser se rehúsa en medio del embate del ente. El conocimiento científico que domina nuestra época se caracteriza por la falta de necesidad de interrogar por el ser. Sólo interroga por el ente y nada más.


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