En las últimas décadas, desde distintas disciplinas se constata la importancia de la adquisición de la “Teoría de la Mente” –la capacidad para comprender, interpretar, las mentes ajenas y la propia–, como el hecho cualitativo decisivo en la evolución del cerebro primate humano. Es la denominada “hipótesis social de la inteligencia”, gestada en el marco de la Antropología Evolucionista y avalada por otras disciplinas, como la Psicología Cognitiva e Infantil. Este trabajo pretende explorar la forma en que la “Teoría de la Mente” se instala poderosamente en el pensamiento humano, a modo de “estrategia intencional” –la inclinación primordial que hace de la mente la medida de todas las cosas–, y condiciona el desenvolvimiento más común de las reflexiones acerca de los grandes problemas de la metafísica. En consecuencia, el tratamiento de las ideas tradicionales de Mundo, Alma y Dios –en su tematización más recurrente en el decurso de la metafísica occidental–, no sería casual, sino el correlato inevitable del origen social de nuestro cerebro. Así quedaría explicada, en buena parte, nuestra disposición natural hacia una interpretación esencialista y dualista de la realidad y del ser humano, coronada por la primacía de una mente divina, que crea y dota de finalidad a todo lo que existe. En recientes trabajos experimentales de la Psicología y Antropología, podemos encontrar abundantes pruebas que refrendan la existencia y puesta en marcha de tales tendencias cognitivas. Es, por todo ello, que el punto de vista materialista, dominante en el desarrollo de la ciencia contemporánea, se abre paso siempre presentando dura batalla a las inclinaciones naturales del cerebro primate humano.
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