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Resumen de Una teoría del tiempo. Modulaciones del tiempo y la memoria para cuatro eras tecnológicas

Adrián Alonso Enguita

  • Podríamos formular la tesis central de la investigación como sigue: la temporalidad es una segregación del movimiento narrativo producido por las tecnologías de la comunicación hegemónicas en cada momento histórico, las cuales provocan un modo de conocimiento particular de la realidad y conducen a una memoria diferenciada en cada caso. En otras palabras: buscando una ontología del tiempo nos hemos encontrado una gnoseología de la tecnología comunicativa.

    La tesis, en su tentativa, se ejecuta en dos bloques bien diferenciados con un eje que hace las veces de bisagra. El primer bloque nos ofrece el desarrollo de los conceptos de memoria y tiempo, así como su uso en las filosofías más destacadas históricamente (tres primeros capítulos). La memoria nos sirve para entender la necesidad de un orden para la retención y recuperación de información, sea este del tipo que sea, y nos lanza a la necesidad de un tiempo, o así nos convence Aristóteles. Es en el segundo capítulo que desentrañamos los secretos de las tres temporalidades griegas, aión, chrónos y kairós, para, en el tercero, articular los pensamientos que trataron la cuestión, desde los griegos a Zizek.

    El capítulo cuarto nos sirve como demostración empírica de la relación sobre la que se fundamenta la tesis central, a saber, la conexión entre la tecnología comunicativa y la temporalidad. Repasando el estado de la discusión alrededor de la Teoría de la Gran División, iniciada por Havelock, concluimos que es el alfabeto la causa de la explosión intelectual acaecida en Grecia, al menos un factor fundamental, así como del nacimiento del tiempo cronológico -frente a la oralidad que segregaba un tiempo aiónico- a imagen y semejanza de la línea escrita. Es de la línea escrita y sus características narrativas que nace, en sentido amplio, el logos -frente al mito oral-.

    De haber logrado establecer una conexión entre tiempo y tecnología comunicativa solo queda, como es natural, extender la misma a otras tecnologías. El capítulo quinto se ocupa de aplicar lo que habremos llamado orden logos y orden mythos, a saber, conceptos aglutinadores de todas las características que devienen de la tecnología -ellos relacionan el orden exigido por la memoria con el tiempo segregado-, a la era alfabética. Es desde aquí que comparamos el uso de la memoria por la oralidad -orden mythos- con el uso de la memoria por la Historia -orden logos- desde el movimiento narrativo que ponen en juego respectivamente.

    Continuando con la estrategia nos lanzamos a la era eléctrica centrándonos en el relato televisivo. La cuestión se complica desde el momento en que esta deja de ser un medio mimético para pasar a ser uno demiúrgico, como trataremos de justificar, creando su propia realidad que en ningún caso re-presenta cualesquiera otras realidades. Encontrar el movimiento cognitivo que pone en marcha el discurso televisivo se antoja fundamental para descifrar su temporalidad. Nos encontramos en este punto con la insuficiencia de los conceptos adquiridos hasta entonces, orden mythos y orden logos, habiendo de acuñar uno nuevo acorde a ese movimiento: el (des)orden obsolescente.

    El último paso, claro, es acompañar la tentativa hasta la última consecuencia que no deja de ser la última tecnología. Nueva narrativa, nuevo movimiento, nueva temporalidad y nueva memoria. Encontrar la lógica del algoritmo, la narratividad del hipervínculo y la propagación del meme nos ayudará a definir el último orden, el orden vírico.


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