Se intenta una lectura global de el político de Platón que haga justicia a su entidad como obra de arte singular y entera, partiendo de premisas metodológicas que no priman a priori ningún fragmento en particular del texto, y que permiten un acercamiento comprensivo de la voluntad comunicativa del autor. Se descubre entonces que es precisamente la noción que aparece en el centro mismo del diálogo (la medida justa) la que organiza y estructura la composición formal de la obra, de cada una de sus partes, y del concepto del político. Se obtiene de esta manera un retrato discursivo de la imposibilidad de una figura adecuada del político como poseedor de un saber o técnica propios. El político, imagen de la filosofia en la ciudad (como el sofista o el maniático), conjuga difícilmente diéresis, mito, paradigma del tejer, depuración, en el apunte de la posibilidad de la presencia benefactora de la filosofia en la polis.
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