La revisión de 110 casos de adolescentes con trastornos alimentarios atendidos por el autor desde 1975 a 1987, permiten una reflexión sobre la clínica, factores predisponentes y precipitantes, así como del tratamiento hospitalario y ambulatorio. La evolución a corto y largo plazo es estudiada según los criterios de jeammet. Se exponen también los resultados de un estudio de población adolescente de Madrid donde se encuentra un 0,3% de anorexias nerviosas y un 1,25% de bulimias y un grupo de riesgo del 9% (cifras de mujeres). Como conclusiones destacan: la importancia de los factores psicosociales que empujan a una parte de la población a buscar un cuerpo muy delgado y rechazar la obesidad, así como la evolución del rol de la mujer en los últimos 25 años. Niñas (9:1), de desarrollo precoz en primera infancia salvo en psicosexualidad, de nivel socioeconómico medio y medio-alto, con buen rendimiento escolar y en su mayoría con discreta obesidad, enferman gravemente alrededor de los 15 años. El trastorno se prolonga al menos durante 2 años, aunque no hay recuperación completa antes de 4. Un 70% fueron ingresadas para su tratamiento y un 30% mas de una vez. No hay mortalidad en esta muestra si bien un 14,2% tienden a la cronicidad. Las peores evoluciones se encuentran en los grupos bulimaréxicos y bulímicos. El uso de técnicas terapéuticas familiares, la protocolización del tratamiento hospitalario y ambulatorio como se recogen en este trabajo unido al carácter restrictivo del cuadro han sido elementos para mejores pronósticos. Se plantean aspectos preventivos indispensables, en primera infancia y pubertad a desarrollar por el pediatra, medidas para evitar la propagación del cuadro en el colegio y la necesidad de mejorar la prevención secundaria y terciaria.
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