En el sector del vacuno de carne el procesado de los alimentos tiene el objetivo de incrementar la eficiencia de utilización de los alimentos y el rendimiento de los animales, sin afectar a la salud o al bienestar de los mismos. Los productores eligen los alimentos en función tanto de su coste como del de su procesado, siendo los cereales más empleados la cebada y el maíz. Los granos de cebada son más rápidamente fermentables que los del maíz, y por tanto se supone que presentan un mayor riesgo de producir desórdenes digestivos en los animales que los consumen. Sin embargo, la magnitud de este efecto variará en función del tipo de procesado, la magnitud del mismo, la variedad de cereal, y el tipo de animal consumidor (fase fisiológica y edad).
El objetivo del presente trabajo fue estudiar el efecto de diferentes tipos de procesado (aplastado en seco, molido, y molido y granulado) de un concentrado que contenía altas proporciones de almidón con diferentes ritmos de fermentación (cebada o maíz) sobre el rendimiento de los animales, digestibilidad de la dieta, consumo voluntario y pauta de ingestión tanto del concentrado como del forraje (paja de cebada). El ensayo se realizó con machos Holstein-Friesian en cebo intensivo.
Para alcanzar el objetivo propuesto se diseñaron dos experimentos. En el primero se utilizaron treinta y seis terneros de tres meses de edad y 158 ± 3.2 kg de peso vivo (PV) al inicio del ensayo, que fueron alojados en jaulas individuales y asignados aleatoriamente a cuatro dietas en un diseño factorial 2 x 2. Las dietas estuvieron constituídas por paja de cebada y un concentrado formulado con un 60% de cereales (cebada y maíz en proporciones 75:25 (alto cebada-AC) o 25:75 (alto maíz-AM)). Los concentrados se presentaron aplastados en seco o molidos a 3.5 mm, y fueron ofrecidos ad libitum, al igual que la paja.
El periodo experimental se dividió en dos fases: la primera (Ph I) desde el inicio del ensayo hasta los 277 ± 3.6 kg PV (73 días), y la segunda (Ph II) desde los 289 ± 3.8 kg PV hasta el sacrificio (a un PV medio de 399 ± 4.6 kg; 70 días). Los concentrados se formularon para contener un 17% de proteína bruta (PB) en Ph I, y un 14.5% PB en Ph II. La ingestión de concentrado y de paja, y el peso de los animales, se registraron semanalmente. La pauta de ingestión diaria tanto del concentrado como del forraje se registró en cinco ocasiones a lo largo de cada fase del experimento. Los intervalos de muestreo para Ph I fueron 8:00-9:00, 9:00-10:00, 10:00-12:00, 12:00-14:00, 14:00-16:00, 16:00-18:00, 18:00-20:00 y 20:00-08:00 h para los concentrados, y 8:00-12:00, 12:00-20:00 y 20:00-08:00 h del día siguiente para la paja. En la segunda fase el primer muestreo se realizó en el intervalo 9:00-10:00 h. La digestibilidad de las dietas se estudió en cuatro animales por tratamiento en la mitad de cada fase, utilizando Cr2O3 como marcador externo y periodos de muestreo de las heces de cuatro (Ph I) o cinco (Ph II) días. En las mismas muestras de heces se determine el pH, la distribución de tamaños de partícula y la concentración de bases púricas.
Los resultados de rendimientos y digestibilidad fueron sometidos a un análisis de varianza independiente para cada fase utilizando el procedimiento PROC GLM del paquete estadístico SAS (versión 9.2). Los datos de pauta de ingestión se analizaron como medidas repetidas utilizando el procedimiento PROC MIXED del mismo programa. La ganancia media diaria de los animales, ingestión de materia seca de concentrado y total (incluyendo la paja), y el índice de conversión fueron corregidos por covarianza utilizando el PV inicial de cada fase como covariable.
En la fase I de crecimiento no se encontraron diferencias (P>0.10) ni entre cereales mayoritarios ni entre formas de procesado para ninguna de las variables de rendimiento animal estudiadas. La interacción entre factores principales tampoco fue significativa.
Con respecto a la segunda fase, solo la interacción entre tipo de cereal y procesado fue significativa (P < 0.05) para la ingestión de materia seca de concentrado (expresada en kg d-1 o en g kg-1 PV75). También se observó una tendencia (P=0.0736) de esta interacción para la ingestión de material seca de la paja de cebada, expresada como proporción de la ingestión total. Como en el caso de Ph I, no hubo diferencias ni entre tipos de ceral ni entre formas de procesado para el resto de variables estudiadas.
En promedio, los terneros consumieron el 21% de la cantidad total de concentrado durante la primera hora tras la distribución del alimento en Ph I, y el 24% en Ph II, sin diferencias entre tratamientos para ninguna de las dos fases (P>0.10). Sin embargo, se observó un efecto altamente significativo de la hora (P<0.0001) y día (P=0.017 para Ph I y P=0.0002 para Ph II) de registro, y de la interacción entre ambos (P<0.0001). La ingestión diaria de materia seca de concentrado aumentó (P<0.05) desde 5.61± 0.335 kg/día en el primer control de pauta de ingestión hasta 7.30±0.444 kg/día en el quinto para Ph I, y desde 6.69±0.117 kg/día hasta 8.37±0.248 kg/día para Ph II.
La ingestión diaria de materia seca de paja aumentó (P<0.0001) desde 0.38± 0.040 kg/día en el primer control de pauta de ingestión hasta 0.69±0.063 kg/día en el cuarto para Ph I, y desde 0.60±0.043 kg/día en el primer control hasta 0.92±0.065 kg/día en el quinto para Ph II. En promedio, la ingestión de paja durante las cuatro primeras horas tras la administración de la ración supuso el 7% del total de paja consumida a lo largo del día para Ph I, y el 8% para Ph II. Las diferencias entre tratamientos solo aparecieron durante estas cuatro primeras horas, de forma que los animales alimentados con el concentrado elaborado con una mayoría de cebada y procesado mediante molienda consumían una mayor proporción de paja que los alimentados con el concentrado que contenía una mayor proporción de maíz molido (P < 0.05 para Ph I y P < 0.0001 para Ph II). Con respecto a los cereales aplastados en seco, solo hubo una tendencia a que los animales alimentados con el concentrado con mayor proporción de maíz consumieran una mayor cantidad de paja durante las cuatro primeras horas tras la administración de la ración que los que consumían el concentrado con una mayor proporción de cebada en Ph I (P=0.0707), sin diferencias en Ph II (P>0.10).
Como resultado, la cebada molida promovió un mayor consumo de paja que la cebada aplastada, ocurriendo lo contrario en el caso del maíz (P<0.05) en la primera fase de crecimiento de los animales. En la segunda fase de crecimiento las diferencias entre métodos de procesado solo fueron significativas en el caso de la cebada (P=0.0354).
Para Ph I no hubo diferencias entre tratamientos ni para la digestibilidad ni para el pH fecal ni para la concentración de bases púricas en las heces, excepto en el caso de la digestibilidad de la proteína, que fue superior para la cebada (P=0.0218). También hubo una tendencia (P=0.0693) a que la digestibilidad del almidón fuera superior en los animales alimentados con los concentrados molidos. La interacción entre el cereal mayoritario en el concentrado y el método de procesado fue significativa para la concentración fecal de bases púricas (P=0.0155). Como resultado, las heces de los animales que consumían concentrados elaborados con maíz aplastado presentaron una mayor concentración de purinas que las de aquellos alimentados con cebada aplastada, aunque no hubo diferencias para los cereales molidos. En la segunda fase de crecimiento de los animals el cereal mayoritario no tuvo ningún efecto sobre las variables consideradas, mientras que el método de procesado afectó a la digestibilidad de la material seca y de la proteína, con una tendencia para la materia orgánica (mayores valores para los cereales aplastados que para los molidos en todos los casos). La interacción entre tipo de cereal y procesado mostró una tendencia (P=0.0681) para el pH de las heces.
En el segundo experimento, treinta y seis terneros Holstein-Friesian (161 ± 2.2 kg PV) fueron alojados y manejados de manera análoga a los del primer ensayo. En este caso, las dietas consistieron en paja de cebada y un concentrado formulado para contener cantidades idénticas de almidón (alrededor del 40% de la materia seca) procedente de cebada o de maíz, y ofrecido molido a 3 mm o molido y granulado a 6 mm de diámetro. Tras dos semanas de adaptación a las dietas, los animales iniciaron el periodo de mediciones con un PV de 201± 2.5 kg. Este tuvo una duración de 83 días, durante los que la ingestion de concentrado se registró diariamente y la de paja semanalmente. La pauta diaria de ingestion tanto del forraje como del concentrado se studio cada dos semanas (por tanto, seis veces a lo largo del experiment). Los tiempos de registro fueron 8:00-9:00, 9:00-10:00, 10:00-12:00, 12:00-14:00, 14:00-16:00, 16:00-18:00, 18:00-20:00 y 20:00-08:00 h para los concentrados, y 8:00-12:00, 12:00-16:00, 16:00-20:00 y 20:00-08:00 h para la paja. La digestibilidad de las dietas se determinó en cuatro animales de cada tratamiento, utilizando Cr2O3 como marcador externo y tras cuatro días de muestreo de las heces marcadas. En las mismas muestras se determine el pH y la concentración de bases púricas.
Los resultados de rendimientos y digestibilidad fueron sometidos a un análisis de varianza utilizando el procedimiento PROC GLM del paquete estadístico SAS (versión 9.2), mientras que los datos de pauta de ingestión se analizaron como medidas repetidas utilizando el procedimiento PROC MIXED del mismo programa. La ganancia media diaria de los animales, ingestión de materia seca de concentrado y total (incluyendo la paja), y el índice de conversión fueron corregidos por covarianza utilizando el PV inicial como covariable.
La interacción entre tipo de cereal y forma de presentación no fue significativa para ninguna de las variables de rendimiento animal estudiadas, como tampoco lo fue el efecto de la forma de presentación (P>0.1). Sin embargo, los concentrados elaborados con maíz favorecieron una mayor ingestión por parte de los animales (expresada como % del PV o por kg de pesos metabólico) que los fabricados con cebada. Esta situación se reflejó en mayores ingestiones totales de materia seca (incluyendo la paja) y en mayores índices de conversión.
En promedio, los terneros consumieron el 19.45% del concentrado diario durante las cuatro primeras horas tras la distribución de la ración (7.22±0.195, 6.97±0.182, 7.44±0.198 y 7.59±0.302 kg/día para cebada granulada, cebada molida, maíz granulado y maíz molido, respectivamente). Hubo un efecto altamente significativo (P<0.0001) de la interacción entre día y hora de muestreo, y de la interacción entre hora de muestreo, tipo de cereal y forma de presentación, que produjo como resultado que los animales alimentados con concentrados molidos presentaron una mayor ingestión (22.04% vs 16.79% de la cantidad total de concentrado consumida a lo largo del día) que los alimentados con concentrados granulados durante las primeras cuatro horas tras la administración del alimento. Por otro lado, la cebada granulada fue consumida en mayor proporción durante este intervalo que el maíz granulado (18.54% vs 15.03%). Durante el segundo intervalo considerado, la ingestion de maíz molido fue superior a la de maíz granulado (5.27% vs 2.78%; P=0.0032), sin efecto de la forma de presentación para la cebada, pero el maíz molido fue consumido en mayor proporción que la cebada molida (5.27% vs 3.23%; P=0.0133). No hubo efecto del tipo de cereal o de la forma de presentación para el resto de horas.
La ingestión de paja supuso, de media, el 10.71±0.760%, 11.30±0.605%, 9.70±0.639% y 10.06±0.505% de la ingestión total de materia seca para las dietas basadas en cebada granulada, cebada molida, maíz granulado y maíz molido, respectivamente. Solamente aparecieron diferencias entre tratamientos para el intervalo 16:00-20:00 h tras la administración del alimento, como resultado de la interacción significativa (P=0.0017) entre hora de muestreo, cereal y forma de presentación. Todos los demás factores, excepto la interacción entre hora y día de muestreo (P<0.0001) fueron no significativos (P>0.10).
Tampoco hubo diferencias significativas en la digestibilidad debidas a la interacción entre tipo de cereal y procesado, excepto en el caso del almidón, con una tendencia para el grado de gelatinización del mismo. Como resultado, los animales alimentados con cebada molida presentaron una mayor digestibilidad del almidón que los alimentados con maíz molido, y los alimentados con maíz granulado mayores valores que los alimentados con maíz molido.
El efecto del tipo de cereal fue significativo para el grado de gelatinización del almidón y para la concentración fecal de bases púricas, con mayores valores para los concentrados elaborados con maíz.
Las principales conclusiones del trabajo fueron que la sustitución de maíz por cebada en dietas para terneros en cebo no afecta al rendimiento de los mismos o al índice de conversión del alimento, por lo que la inclusión de uno u otro en mayores proporciones ha de basarse exclusivamente en su precio de mercado. En el caso de concentrados formulados para contener el mismo porcentaje de almidón, la cebada se utiliza con mayor eficiencia que el maíz por parte de los terneros en cebo, por lo que el cereal de elección debería de ser el primero, sobre todo teniendo en cuenta su menor precio.
Por otra parte, el molido y el aplastado en seco produjeron resultados muy parecidos, por lo que el proceso más económico (generalmente el aplastado) debería ser el de elección. El granulado tanto de la cebada como del maíz no produjo ninguna mejora en los rendimientos de los animales con respecto al molido, por lo que su utilización se desaconseja teniendo en cuenta el incremento de precio de los piensos que produce.
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