En la presente investigación se han analizado las adaptaciones sitémicas inducidas por un ejercicio de tiro y arrastre, para establecer los requerimientos energéticos de este deporte en función del peso corporal, la incidencia de patologías derivadas del esfuerzo y valorar la regulación neuroendocrina.
Se ha estudiado un total de 63 animales divididos en tres categorías de peso: 1 (<350 kg), 2 (350-450 kg) y 3 (>450 kg). Los caballos arrastraron una carga de 2 veces (categoría 1 y 2) y 2,5 veces (categoría 3) su peso corporal. Se monitorizó la frecuencia cardíaca y respiratoria, la temperatura rectal, y se obtuvo sangre venosa en reposo, inmediatamente tras el esfuerzo, y a los 5, 10, 15 y 30 minutos de recuperación pasiva. Se hicieron las siguientes determinaciones: hemograma completo, y concentraciones sanguíneas de Na, K, Cl, Ca, P, Mg, proteínas plasmaticas totales, albúmina, urea, creatinina, glucosa, triglicéridos, lactato, ácido úrico, CK, GOT, LDH, GGT, FAL, catecolaminas, cortisol, glucagón y arginina-vasopresina.
Antes de la competición los animales presentaron taquipnea e hipertermia, un aumento de los niveles circulantes de catecolaminas y glucagón, y un estado hídrico comprometido. El metabolismo energético durante el ejercicio dependió tanto de la activación de las vías oxidativas, con esplenocontracción e hipertrigliceridemia, como de la actuación de las vías glucolíticas, con acumulación plasmática de lactato y ácido úrico. Las alteraciones electrolíticas del esfuerzo no fueron origen de extenuación ni de aparición de patologías derivadas del esfuerzo. Se apreció un daño muscular cróncio subclínico o una respuesta adaptativa al entrenamiento para fuerza, con incrementos de la enzima LDH. Los aumentos de catecolaminas y de arginina vasopresina fueron determinantes de la adaptación cardiovascular y hematológica al ejercicio, mientras que la elevación del cortisol condicio
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