En la segunda mitad de los años setenta del último siglo, la evolución de la exégesis wittgensteiniana y de la recepción del Tractatus acabó reconociendo que esta obra ha de ser leída en clave ética, y no lógica. En conexión con dicho resultado histórico, la tesis doctoral (de)muestra: 1) que el procedimiento exegético más adecuado es el que intenta ver la obra a la luz del prólogo y de la conclusión, y parte de la prioridad filosófica de las proposiciones transcendentales o metafísicas de la tesis sexta, junto con la referencia al sujeto metafísico de la tesis quinta; 2) que, a fin de aclarar el tipo de relación filosófica que media entre la teoría lógico-figural del lenguaje y las proposiciones transcendentales de la tesis sexta, es menester observar la similitud existente entre la filosofía transcendental de Kant y el intento de Wittgenstein, ya que el Tractatus constituye una obra de alcance metafísico que, al declarar imposible toda solución teórica de los problemas filosóficos, expone la obligación ético-transcendente de buscar dicha solución en la forma transcendental de la vida; 3) que la exégesis correcta de la parte lógica del Tractatus requiere tomar conciencia, por una parte, de que Wittgenstein reduce la lógica formal a un simple cálculo notacional sin axiomas y de que, por otra parte, transcendentaliza la lógica hasta el punto de que absorbe al sujeto kantiano-transcendental pensante, el qual desaparece ahora en una pura estructura lógico-apriórica y reaparece como límite transcendental del mundo; y 4) que el imperativo del silencio de la tesis séptima: "De lo que no se puede hablar, debe callarse.", se revela como la expresión per impossibile (lo que dice no puede decirse) de la condición absoluta y transcendente del fundamento del mundo y del sentido ético-incondicional de la vida. Por tanto, la parte no escrita del Tractatus, la que per impossibile diría en qué consiste la forma
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