Este trabajo de investigación se mueve en el espacio de los cultos de origen afrocubano en la Comunidad de Madrid, concretamente el conocido como Santería o Regla de Osha e Ifá. Surgió en Cuba en el siglo XIX como señal de los negros yorubas contra la esclavitud. Su nacimiento en la clandestinidad -posiblemente, la cualidad que le ha permitido sobrevivir, afianzarse y expandirse- y la estructura familiar del culto a los Orishas -su raíz fundamental-, le imprimieron su propia huella.
En el contexto religioso madrileño, los rituales afroamericanos se presentan como creaciones que albergan múltiples sistemas religiosos: espiritismo, palo mayombe, candomblé, santería o vudú, entre otros. De todos ellos, la Regla de Osha e Ifá es el cuerpo de creencias de mayor extensión en la población cubana de nuestra comunidad; por eso su proyección hacia otras esferas, fuera de la religión, tiene un resultado y efecto en la identidad cubana. La voz de los Orishas, otorga ímpetu a lo identitario, crea un espacio de resistencia cultural, y promueve un medio de referencia y pertenencia en relación a la cultura originaria.
La santería no es un producto acabado, se redefine, reinterpreta y remueve valores que utiliza como un recurso para hacer frente a las nuevas condiciones sociales. En Madrid pervive porque sus rituales desarrollan más el polo sensorial y emocional que el ideológico. Es una práctica de resultados casi inmediatos, anónima y utilitarista; por lo que se difunde con mayor facilidad, adaptándose a todo tipo de culturas y clases sociales. El acercamiento de los madrileños a la Santería se produce desde la curiosidad, a partir de una crisis personal o después de una experiencia traumática que impulsa a las personas a buscar respuestas. Los sistemas adivinatorios se transforman entonces en tecnologías terapéuticas capaces de diagnosticar la causa de la aflicción.
Vírgenes y santos expuestos en los escaparates de los locales o en los tronos de los igbodús , rezos y otros símbolos católicos refuerzan la convicción de los madrileños de que se trata de un culto no condenado por la iglesia católica. De este modo, para los santeros declararse católicos y sincretizados es una actitud útil y conveniente de cara a la sociedad madrileña. Al mismo tiempo se enmascara la parte del ritual menos comprendida: el sacrificio de animales.
La Santería madrileña se proyecta en diversos y complejos espacios, donde se dibujan rasgos y performance religiosos que se materializan en locales de venta, iles particulares, rituales públicos o eventos artísticos que nos conducen por el universo de lo sagrado. Constituyen elaboraciones simbólicas donde los actores rituales estructuran, reestructuran y les dan sentido a través de complejos procesos de significación.
Lo peculiar de su estructura religiosa es el padrinazgo en la configuración de las redes de sus seguidores. Esta relación se convierte en el motor que contribuye a su auto-reproducción. Ocurre así que los santeros y babalawos de Madrid son de nacionalidad española, seguida por la cubana. Las relaciones de poder entre los religiosos atienden a criterios de edad, sexo, orientación sexual y otros aspectos relacionados con la habilidad ritual del religioso. En estos últimos años, la Santería se encuentra en un proceso de despegue motivado por la necesidad de experimentar lo diferente y lo exótico. Se mueve por la red, junto a la magia y el esoterismo, donde una simple clave de acceso y un pago con tarjeta nos remite a universos donde la fe y la mercancía distribuyen su potencia. Se debate y fluyen los conocimientos secretos de los babalawos, nacen relaciones de poder y novedades religiosas que repercuten en los cultos.
La santería va más allá de la magia y el esoterismo; el mercadeo de la fe no pone en juego las creencias de la religión lucumí.
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