Resumen: La epilepsia ha sido uno de los grandes problemas de la humanidad, tanto por su alta prevalencia e incidencia, como por sus consecuencias clínicas y sociales. Siendo una enfermedad crónica del sistema nervioso, que afecta aproximadamente una de cada 100 personas.El ser humano experimenta un temor hacia lo inexplicable, de ahí que la reacción del hombre de las cavernas pudo haber sido muy similar a la que se experimenta hoy en día ante una persona que presenta un ataque generalizado. Las creencias han evolucionado, moviéndose de un extremo del espectro, cuando las personas con epilepsia eran consideradas poseedoras de algún don, hacia el otro extremo, cuando se consideraban hechiceras y las condenaban a la hoguera.La epilepsia infantil produce frecuentes fluctuaciones en el rendimiento cognitivo del niño, por lo que es aconsejable realizar evaluaciones neuropsicológicas periódicamente. Dichas evaluaciones no se deben limitar al CI, sino que deben incluir la valoración de diversas funciones: lenguaje, memoria, funcionamiento ejecutivo, psicomotricidad, percepción, etc.Cada trastorno convulsivo amenaza la capacidad del niño para enfrentarse, tanto física como psicológicamente a la vida. No obstante, la vivencia de la enfermedad que haga el paciente repercutirá en su estado emocional y su motivación, que se encuentra en estrecha relación con el rendimiento de importantes funciones neuropsicológicas.Este trabajo nace motivado por nuestro interés sobre las consecuencias psicológicas que conlleva la epilepsia, en pacientes infantiles. La existencia de pocos estudios sobre el tema en nuestro contexto, así como la importancia del tipo de evaluación para trabajar con estos pacientes en el caso de que aparezcan problemas, completa nuestros objetivos para llevar a cabo este trabajo.Consideramos que la infancia constituye un período especialmente valioso para reconocer los signos de alarma sobre problemas cognitivos y de comportamiento ligados a la epilepsia. Creemos, además, que estos pacientes constituyen un grupo de riesgo para presentar trastornos de conducta y del aprendizaje, ya que tanto la presencia de crisis recurrentes, como la necesidad de utilizar psicofármacos para su control convierten al niño con epilepsia en un individuo con riesgo de padecer alteraciones cognitivas o emocionales, con el consecuente impacto negativo sobre el rendimiento escolar o la adaptación familiar
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