El Monasterio de Guadalupe es considerado el monumento más importante de Extremadura, tanto por su arquitectura y el patrimonio artístico que alberga, en un territorio de gran valor natural, como por su historia y por la repercusión que tuvo en la colonización, urbanización y evangelización de la América española.
En la tesis se pone de manifiesto que Guadalupe es bastante más que un Monasterio aislado en el corazón de Las Villuercas. El medio natural, el Conjunto Histórico de la Puebla con sus tramas urbanas, el Monasterio y las distintas arquitecturas dispersas en el territorio, conforman un paisaje integrado, resultante de siete siglos de historia y de estrechas relaciones causales entre los hombres y el soporte ambiental.
La calidad patrimonial del Monasterio recibió reconocimiento en 1879 y 1929, después las Granjas palaciegas de Mirabel, Valdefuentes y el Humilladero (1931) y, más tarde, la Puebla (1943), tanto por su intrínseco valor como arquitectura popular, como por constituir el entorno indisoluble del Monasterio. En 1993, el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, alcanzó la máxima consideración al ser incluido por la UNESCO en la Lista del Patrimonio Mundial.
Sin embargo, en los últimos 30 años, la gran fragilidad patrimonial del paisaje de Guadalupe se ha visto perturbada por impactos irreversibles, por la diferente protección de los bienes singulares y populares del Conjunto Histórico, por los procesos anárquicos de expansión espontánea del núcleo sin control de planeamiento y por la falta de respeto al soporte territorial envolvente.
Insolvencia urbanística por ausencia de planeamiento general municipal, carencia de planeamiento especial de protección por incumplimiento de las normas internacionales, estatales y autonómicas y falta de voluntad política, explican el desorden territorial, urbanístico, patrimonial y ambiental, objeto de la tesis doctoral.
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