La presente tesis analiza los once films que el actor Paco Martínez Soria protagonizó entre 1965 y 1975, es decir, desde La ciudad no es para mí, dirigida por Pedro Lazaga en 1965, hasta El alegre divorciado, del mismo director y rodada en 1975. Once films adscritos al género de la comedia popular que conforman un corpus que presenta constantes estéticas, argumentales y discursivas, en virtud de las cuales puede ser examinado como un ciclo, con sus concurrencias y divergencias internas. El film que inicia el ciclo tuvo un éxito de público que se sigue manteniendo en la actualidad en sus pases televisivos, supuso un punto de inflexión en la carrera cinematográfica del actor, fijó un estereotipo de protagonista masculino que fue navegando, con variaciones y diversificaciones, por el resto de los films del corpus y estableció una serie de pautas que vertebraron los guiones posteriores. Uno de estos patrones comunes fue la coincidencia entre la cronología diegética y la cronología histórica, convirtiendo los films en receptores de las quiebras que la modernización del país iba creando en todos los sectores, desde el económico al social, pasando por el religioso y evitando el político, ya que las estructuras represivas del Régimen permanecieron. Esta asimilación no consistió en un simple reflejo de la sociedad en que se producían los relatos fílmicos,sino en una reflexión que llevaba aparejada, por una parte, una aceptación de los cambios económicos propiciados por las políticas gubernamentales a través de los sucesivos Planes de Desarrollo y, por otra, una posición inmovilista respecto a los cambios sociales que afectaban directamente a la estructura familiar patriarcal y al papel de la mujer dentro y fuera del hogar, siendo indiferente a las reivindicaciones de amplios sectores sociales que demandaban asimilar la modernidad y abogando por un apoliticismo manifiesto que ignoraba la cultura política del país. Junto a este posicionamiento, otra idea que surca transversalmente los once films es la problematización del relevo generacional en un contexto preciso que marca las diferencias entre una generación aferrada al tradicionalismo moral y una nueva generación que exhibe comportamientos que se desvían de la norma. Estas irregularidades son corregidas invariablemente por el protagonista, empeñado en demostrar que su generación podía seguir salvaguardando los principios y valores ligados a la tradición.
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