En los últimos años se han producido importantes avances en el conocimiento de la biología del mieloma múltiple (MM), principalmente basados en técnicas citogenéticas y moleculares. Pese a ello, el MM sigue siendo una enfermedad incurable, con un comportamiento clínico y evolutivo muy variable, y con un rango de supervivencia de unos pocos meses a más de diez años.
La aplicación clínica de los estudios inmunofenotípicos mediante citometría de flujo multiparamétrica (CMF) forma parte de la práctica clínica estándar en diversas hemopatías malignas. Dadas sus características, el inmunofenotipaje es de utilidad en la identificación y caracterización del clon tumoral, lo que ha permitido importantes avances en el diagnóstico, la identificación de patrones fenotípicos con valor pronóstico, y la posibilidad de monitorizar la respuesta al tratamiento en leucemias agudas y síndromes linfoproliferativos. Sin embargo, en el MM el empleo de técnicas inmunofenotípicas sigue teniendo un papel secundario a pesar que la CMF permite: i) la identificación inequívoca y la cuantificación de las células plasmáticas (CP) presentes en la médula ósea (MO), ii) la discriminación entre las CP normales (CP-N) residuales y las CP mielomatosas (CP-MM) y, iii) la definición de patrones fenotípicos aberrantes específicos para cada paciente, que pueden ser empleados en la monitorización secuencial de la respuesta al tratamiento y la investigación de la enfermedad mínima residual (EMR).
Con estos antecedentes, en el presente trabajo doctoral nos planteamos como objetivo general explorar el valor de la CMF multiparamétrica en el contexto del MM gracias a su capacidad de identificar, cuantificar y discriminar entre células plasmáticas tumorales y normales, tanto en el momento del diagnóstico como tras tratamiento, analizando así el valor de la detección de EMR en esta enfermedad. Nuestros resultados demuestran que aunque la enumeración de CP por CMF en la MO de pacientes con MM proporciona valores inferiores a los de la morfología convencional, existe una buena correlación entre ambas técnicas. Además, este parámetro tiene mayor influencia en el pronóstico que el análisis morfológico. Además, En un pequeño porcentaje de pacientes con MM sintomático en el momento del diagnóstico es posible detectar más de un 5% deCP-N dentro del compartimiento de CP de MO, lo cual podría ser considerado como un perfil fenotípico más proprio de gammapatía monoclonal de significado incierto/mieloma múltiple quiescente. Este subgrupo de pacientes tiene un perfil clínico-biológico y citogenético claramente distinto, asociado a un tipo de MM menos agresivo y con mayor supervivencia. Por tanto, este parámetro debería incorporarse en la evaluación de los pacientes de nuevo diagnóstico. Por último, la evaluación de EMR mediante CMF ha demostrado ser más sensible y especifica que la evaluación del componente-M mediante inmunofijación y cadenas ligeras libres en suero, por lo que aquellos pacientes que alcanzan una remisión inmunofenotípica tras tratamiento tienen una supervivencia libre de progresión significativamente superior a los casos en remisión completa y remisión completa estricta. No obstante, estas tres técnicas aportan información complementaria por lo que debería recomendarse su utilización conjunta.
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