Esta Tesis Doctoral pretende contribuir al proyecto de descolonización de los estudios de trauma llevando a cabo un análisis de las novelas de la escritora neozelandesa Patricia Grace, a saber, Cousins (1992), Baby No-Eyes (1998) y Tu (2004), teniendo en cuenta las condiciones culturales, sociales, políticas e históricas que han hecho posible el trauma colectivo existente en la comunidad maorí, y denunciando así los abusos que han perpetuado el dolor y las injusticias de esta comunidad hasta el día de hoy. Las novelas de Grace elegidas en esta Tesis son un paradigma de la situación maorí en su país porque muestran como las instituciones coloniales han oprimido, alienado y silenciado a esta comunidad, dañando su salud mental y física y negándole incluso un espacio propio digno dentro de la sociedad neozelandesa. Dicho de otra manera, esta Tesis intenta contribuir al proyecto de descolonización de los estudios de trauma ya iniciado por Michael Rothberg (2008), en el que se explora, no solo el estado mental de la gente, sino también el origen de sus traumas, porque es necesario concebir maneras alternativas de analizar el trauma causado por la colonización si queremos erradicar el racismo y la violencia en los territorios colonizados.
El proceso de aculturación y asimilación llevado a cabo por las autoridades coloniales en Nueva Zelanda tuvo un impacto terrible en la identidad cultural de los maoríes, a menudo provocando en estos un hondo sentimiento de desarraigo y negación de su identidad y cultura. Las políticas de asimilación en Nueva Zelanda han ocasionado en gran parte la destrucción de la cultura indígena, ya que el gobierno abordó la relación con esta comunidad más como un problema que debía ser resuelto que como una relación que debía ser favorecida y preservada. Los maoríes fueron forzados a adoptar el modo de vida de los blancos descendientes de los colonizadores europeos, y esta presión causó mucho dolor y trauma debido a la pérdida de cultura y valores esenciales para ellos. Hoy en día la mayor parte de la comunidad maorí sigue engrosando los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
En los años setenta, la cultura y artes maoríes experimentaron un extraordinario florecimiento conocido como ‘el Renacimiento Maorí.’ Dentro de la narrativa maorí, escritores como Patricia Grace, Witi Ihimaera, Keri Hulme, y Alan Duff fueron capaces de transformar los géneros occidentales imperantes y narrar así experiencias maoríes desde su propia perspectiva. Patricia Grace ha desarrollado una prolífica obra en la que examina una gran variedad de temas: la pérdida de valores culturales de la comunidad maorí; la expropiación violenta de su tierra ancestral, no solo durante el periodo de colonización sino también posteriormente; el racismo existente en Nueva Zelanda y las desigualdades sociales que este propicia, etc. De entre todos ellos, sin duda alguna la pérdida, ya sea de sus seres queridos, sus raíces culturales o las tierras de sus ancestros, así como el trauma que estas pérdidas conllevan, podrían ser considerados como los temas principales en las tres novelas analizadas en esta Tesis. La obra de Patricia Grace y en concreto sus novelas Cousins (1992), Baby No-Eyes (1998) y Tu (2004), tratan no solo el trauma individual y colectivo acumulado por la comunidad maorí desde que se iniciara el proceso de colonización en Nueva Zelanda, sino también cómo los maoríes son capaces de apoyarse en la fuerza que les da su propia cultura para reparar sus identidades fragmentadas e iniciar un proceso de recuperación con el apoyo y amor de sus familias y comunidades. El objetivo de esta Tesis es denunciar cómo el poder hegemónico de los descendientes de los colonizadores genera aún hoy en día traumas, no solo a causa de la opresión y marginalización a la que se somete a los colonizados, sino también de la aniquilación de las culturas y tradiciones de estos pueblos.
El modelo de descolonización establecido por Rothberg tiende a incorporar creencias y prácticas culturales no occidentales con el fin de expandir el marco del canon de los estudios de trauma clásicos. Se plantea así un proceso de descolonización de la teoría del trauma inicial, que invita a explorar los traumas de las comunidades así llamadas periféricas. Esta transformación, afirma Rothberg, permitirá crear un modelo transnacional más inclusivo y solidario, que trascienda el modelo europeo etnocéntrico y desde el que se pueda analizar e interpretar el trauma cultural y colectivo de diversas comunidades, ofreciendo así una alternativa al legado de violencia existente a día de hoy en los territorios colonizados. Conseguir implementar unos estudios de trauma más integradores es la única manera de descolonizar el trauma y conseguir una teoría más acorde con la globalización actual.
La descolonización de los estudios de trauma es un proceso complejo que requiere el conocimiento de la cultura e identidad de las comunidades que se están analizando, ya que en muchas ocasiones estas están en conflicto con las interpretaciones y enfoques que la corriente occidental dominante ofrece. El trauma tiene lugar en un contexto social, histórico y político específico. Por ello, un enfoque cultural resulta necesario para conseguir la verdadera descolonización de las teorías iniciales de trauma. Esta Tesis pone de manifiesto que los estudios de trauma deben reconocer la importancia del ámbito espiritual como campo relevante para conseguir la deseada descolonización, ya que la parte espiritual del ser humano es tan importante y significativa para muchas culturas como lo es la parte física. Las creencias, valores y tradiciones maoríes aseguran que tanto el ámbito físico como el espiritual son reconocidos, promovidos y apoyados como un único elemento dentro de su cosmovisión holística. Por ello, las novelas de Grace ponen de relieve la espiritualidad como herramienta fundamental para generar resiliencia, ayudar a restaurar identidades fragmentadas y superar experiencias traumáticas.
Esta Tesis insiste en que el trauma experimentado por los maoríes no es el trauma entendido exclusivamente por Freud (1915) como duelo y melancolía, o el trauma resultante de un único, insólito y catastrófico evento según Caruth (1995; 1996), sino el ‘trauma insidioso,’ tal y como lo definió Maria Root (1992). Este último resulta mucho más pertinente a la hora de analizar los traumas de poblaciones colonizadas, ya que incluye experiencias traumáticas prolongadas en el tiempo y sufridas, no solo por individuos, sino también por comunidades enteras. En el caso de los maoríes, las injusticias sufridas han sido continuas y han generado impotencia ante el racismo blanco dominante que les ha desposeído de su cultura, sus tierras y sus seres queridos enterrados en ellas. Esta aflicción psíquica es normalmente sufrida por los miembros más débiles y desfavorecidos de la sociedad, víctimas de numerosas injusticias sociales y políticas. Los maoríes han sido alienados, silenciados y oprimidos durante demasiado tiempo y los efectos del colonialismo están todavía muy presentes en la sociedad neozelandesa. En las novelas de Grace, los descendientes de los colonizadores no dudan en usar la violencia para validar y reforzar la ideología colonial y mantener el tipo de sociedad que ellos establecieron en Nueva Zelanda. Por ello, en esa sociedad las creencias religiosas y culturales de los maoríes han sido socavadas, y en la concepción hegemónica de la historia construida por los colonizadores, los indígenas son descritos como los ‘otros’ en su propia tierra. Como Dolores Herrero y Sonia Baelo-Allué (2011) afirman, la recuperación psicológica es solo posible cuando las injustas estructuras sociales, políticas y económicas son radicalmente cuestionadas y transformadas. Sin esa lucha por la igualdad, libertad y reconocimiento, la superación del trauma se antoja imposible.
El primer capítulo, titulado “Patricia Grace and the Rise of the Māori Renaissance in the Land of the Long White Cloud” (“Patricia Grace y el resurgir del renacimiento maorí en la tierra de la gran nube blanca”), proporciona una breve descripción histórica de los momentos clave que tuvieron lugar en Aotearoa/Nueva Zelanda. Esta visión de conjunto permite entender mejor las razones que desencadenaron el ‘trauma insidioso’ que trasciende a los individuos y se ha convertido en un trauma cultural colectivo, debido a que los maoríes han preservado los recuerdos de esos sucesos traumáticos y los han transmitido a través de generaciones. Estas experiencias traumáticas se transmiten como una angustia latente a través del inconsciente colectivo, traspasando así las generaciones y los límites de la consciencia individual. La segunda parte de este capítulo se centra en el Renacimiento Maorí que tuvo lugar en los años setenta y en el contexto histórico, político y social en el que este movimiento artístico se originó. El Renacimiento Maorí trató de ofrecer una versión propia de los acontecimientos históricos, muy diferente a la ofrecida por el gobierno neozelandés. Para ello utilizó las voces y experiencias del pueblo maorí, que había permanecido silenciado durante tanto tiempo. Este movimiento recreó una epistemología maorí en la que su propia cultura ocupa un puesto central. De esta forma proclama la necesidad de dar una respuesta política y social al maltrato sufrido durante tantos años.
El segundo capítulo, “Insidious Trauma, Blood and the Healing Function of Aroha and Resilience in Patricia Grace’s Cousins” (“El trauma insidioso, la sangre y la función sanadora del Aroha y la resiliencia en la novela Cousins, de Patricia Grace”), analiza el tratamiento que esta novela da al trauma prolongado de la comunidad maorí, dejando claro que dicho trauma no es el resultado de un único evento horrible, sino la consecuencia de una vida repleta de abusos y maltrato. Además, este capítulo explica cómo los colonizadores trataron de erradicar la cultura y tradiciones maoríes mediante la imposición de una educación colonial racista, basada en el abuso físico y psicológico y cuyo único objetivo era preservar la posición privilegiada de los blancos dentro del status quo de la sociedad neozelandesa. Frantz Fanon (1952) afirmó que la civilización occidental y su cultura impusieron su racismo en los territorios colonizados, e insistió en que el continuo desempoderamiento y negación de autonomía hacen que los grupos más desfavorecidos desarrollen e internalicen un proceso psicológico autodestructivo que acarrea numerosos problemas de identidad. Cousins nos muestra cómo las victimas del trauma generado por las élites colonizadoras internalizan la culpa de no ser blancos en este nuevo contexto colonial. Kalí Tal (1996) llegó incluso a afirmar que estas víctimas acaban creyendo que son ellos los culpables de su sufrimiento.
El tercer capítulo, “The Transgenerational Transmission of Trauma, Identity and Language in Patricia Grace’s Baby No-Eyes” (“La transmisión transgeneracional del trauma, identidad y lenguaje en Baby No-Eyes, de Patricia Grace”) denuncia el controvertido tema del bio-colonialismo en el mundo contemporáneo. La historia está basada en un hecho real, y trata de la apropiación de los ojos de un bebe maorí por parte de los blancos en un hospital de Nueva Zelanda. Estos no se preocupan por las implicaciones morales de sus actos, y se apropian en el presente de partes del cuerpo de los indígenas, al igual que en el pasado saquearon sus tierras y los recursos del país. La novela denuncia el hecho de que la comunidad blanca en Nueva Zelanda considera a los nativos como simples objetos. Además, Baby No-Eyes hace referencia a las teorías de Freud y LaCapra con el fin de entender mejor el concepto de demi-deuil creado por Derrida, que insiste en la necesidad de no olvidar los fantasmas del pasado. Por otra parte, este capítulo incluye la perspectiva de Stuart Hall sobre las teorías de Michel Foucault acerca de la estrecha conexión entre el discurso, el poder y la verdad, con la intención de explicar cómo las instituciones coloniales impusieron su discurso sobre identidad nacional y cultural basado en el supremacismo blanco, para poder así controlar a las poblaciones que colonizaban. Este discurso hegemónico describe a los indígenas y sus culturas como símbolos de maldad y señala que la única opción para estas comunidades inferiores es la asimilación de la cultura occidental. El trauma resultante de la internalización de estas ideas inevitablemente trajo consigo problemas de autoestima e identidad. El resultado de todas estas injusticias es un trauma insidioso que bloquea la mente de los maoríes y les empuja a desarrollar ceguera cultural como estrategia para sobrevivir.
Una de las principales estrategias de las autoridades coloniales para perpetuar su supremacía sobre las poblaciones indígenas fue prohibir la lengua nativa. En el caso de Nueva Zelanda se prohibió el te reo Maori (la lengua maorí) con la excusa de que este lenguaje primitivo no podía transmitir de modo fehaciente el conocimiento propio de la cultura occidental impartida en las escuelas establecidas en el país. Esta prohibición implicó que algunas generaciones de maoríes perdieran un elemento fundamental de su identidad indígena. Este fue, por ejemplo, el caso de Patricia Grace, que no pudo aprender maorí en la escuela. La técnica utilizada para conseguir la disolución de la cultura maorí fue la imposición del inglés como único medio para definir la nueva realidad de Nueva Zelanda. El inglés fue, por lo tanto, la herramienta usada por los blancos como lengua de poder y conocimiento, que les permitiera así alcanzar sus aspiraciones coloniales de construir una identidad nacional blanca que ejerciera control absoluto sobre la población indígena. Además, el discurso de disciplina y castigo que todo esto implicaba impregnó a la sociedad de miedo al diferente, en otras palabras, a los indígenas, lo que a su vez generó violencia, tal y como constata el tratamiento que los maoríes recibían en escuelas, hospitales y juzgados.
Sin embargo, este capítulo también analiza el papel de las lenguas como herramientas de resistencia en contra del poder establecido. Las lenguas tienen el poder no solo de oprimir y alienar sino también de liberar. Como entidades vivas y siempre abiertas a cambios históricos y políticos, las lenguas tienen el poder de subvertir y contrarrestar el discurso de los tiranos. Baby No-Eyes nos muestra la política lingüística hostil desplegada por los colonizadores en Aotearoa a través de la historia de Riripeti, para dejar de manifiesto que las lenguas pueden incluso matar. Con la ayuda de las teorías ofrecidas por críticos como bell hooks (1989, 1994), Gloria Anzaldúa (1987) y Bill Ashcroft (1989), y obras literarias tan conocidas como The Tempest (1610-11) de William Shakespeare, este capítulo demuestra que incluso los más débiles y desfavorecidos pueden utilizar la lengua de los tiranos para socavar el orden establecido desde dentro. Esta Tesis analiza el lenguaje como un elemento primordial en la configuración de una cosmovisión propia, porque si un individuo no puede usar su lengua materna, no podrá definirse y en consecuencia tendrá problemas de identidad. Como ya se ha dicho anteriormente, la comunidad maorí casi llego a perder su lengua a resultas de los continuos ataques contra su cultura por parte de los colonizadores y sus descendientes, lo que derivó en una profunda crisis de identidad. Sin embargo, Baby No-Eyes muestra cómo a través de la recuperación y transmisión de la tradición oral se crea un vínculo alrededor del cual la comunidad puede focalizar su lucha contra el sistema hegemónico opresor. Asimismo, la lengua maorí y su tradición oral tienen implicaciones esenciales a la hora de afrontar el trauma. Estos elementos deben ser tomados en consideración debido a su potencial curativo, estrechamente ligado al reconocimiento y respeto de su cultura. Esta novela demuestra que la hegemonía lingüística y cultural puede ser desafiada por la tradición oral maorí, porque sus historias, junto con la resiliencia que estas potencian, son cruciales para que las nuevas generaciones tomen conciencia de la lucha que han de llevar a cabo para que los crímenes cometidos por los colonizadores y sus descendientes sean recordados y no se vuelvan a repetir. En la novela, los protagonistas parecen darse cuenta de que, después de un largo periodo de subyugación, ha llegado la hora de revelarse contra el poder establecido, reivindicar su dignidad y cultura, y quitarse cualquier resquicio de complejo de inferioridad. Aunque todavía quedan muchas injusticias y abusos contra los que luchar, la batalla debe ser realizada con la ayuda del poder y el espíritu de toda la comunidad maorí, lo que dará lugar a una sociedad más justa e igualitaria. Baby No-Eyes explora el modo en el que la población maorí ha sido capaz, no solo de sobrevivir a la represión y abusos de los colonizadores, sino también de resurgir más fuerte y segura de sí misma gracias a la confianza en su legado cultural, su dignidad, sus tradiciones y su orgullo de raza.
Por último, el cuarto capítulo, “Traumatic Lack of Recognition, Postwar Annihilation and the Therapeutic Effect of Narrative in Patricia Grace’s Tu” (“El trauma de la falta de reconocimiento, la devastación de posguerra y el efecto terapéutico de la narración en Tu, de Patricia Grace”) analiza el impacto psicológico sufrido por la comunidad maorí después de negársele el derecho a la igualdad recogido en el artículo tres del Tratado de Waitangi después de su participación, no en una, sino en dos sangrientas y horribles guerras. El capítulo analiza el trauma de Tu y sus hermanos teniendo en cuenta la dialéctica ‘amo contra esclavo’ postulada inicialmente por Hegel y posteriormente desarrollada por Fanon y Lacan con respecto a los problemas de identidad que los sujetos colonizados sufren como consecuencia de su deseo de ser reconocidos por los colonizadores. El paradigma del amo y el esclavo afirma que el amo niega el reconocimiento social y económico al esclavo, ya que esto podría animarle a demandar su derecho de autodeterminación. En el caso de los maoríes, el reconocimiento real de sus derechos nunca ha tenido lugar, porque los colonizadores y sus descendientes han temido que esto pudiera desencadenar la emancipación maorí del dominio ejercido por los blancos en Nueva Zelanda. Las novelas de Grace muestran que la única manera de lograr la igualdad social, económica y política es a través de la lucha contra las propias estructuras e instituciones del sistema colonial. Asimismo, este capítulo introduce las teorías de Nancy Fraser (2005; 2009), que describen un proyecto de justicia social en el que destacan los conceptos de redistribución (de los recursos económicos), reconocimiento (de la cultura y los derechos sociales de los más desfavorecidos), y representación (política de todos los individuos de la sociedad). De acuerdo con el estudio de las novelas llevado a cabo, se puede afirmar que solo a través del activismo político será la comunidad maorí capaz de cambiar las relaciones de poder existentes en Nueva Zelanda.
Este capítulo también muestra cómo la comunidad maorí creó su propio batallón para demostrarle al mundo entero que no eran nobles salvajes necesitados de civilización, ya que la cultura maorí era tan valiosa como cualquier otra cultura occidental. Ellos pensaron que a través de su tradición como guerreros podrían restaurar su soberanía y autonomía en la tierra donde yacían sus ancestros. El batallón maorí se convirtió en una potente fuente de identificación y orgullo étnico para la mayor parte de la comunidad. Querían mostrar el orgullo de su raza, y aceptaron arriesgar sus vidas y pagar un precio supuestamente necesario para alcanzar finalmente el reconocimiento social y cultural que les asegurara la igualdad. Sin embargo, cuando los hombres del 28 Batallón regresaron a su país y demandaron esta igualdad social, afirmando que ellos habían derramado su sangre junto a los blancos en las trincheras de África y Europa, se dieron cuenta de que todas las promesas de igualdad por parte de los descendientes de los colonizadores no eran más que una mentira, y que ellos seguían siendo ciudadanos de segunda clase en Nueva Zelanda. Darse cuenta de que habían perdido familiares y amigos en vano empeoró su maltrecha condición mental aún más después de la guerra encarnizada y horrible que padecieron.
Estas novelas analizan también el potencial terapéutico que la narración ofrece a los individuos y comunidades traumatizadas, según Judith Herman (1992) e Irene Visser (2016), que argumentan que la verbalización de los recuerdos traumáticos puede ayudar a las víctimas a superar sus traumas. Teniendo en cuenta que la fragmentación de la mente es normalmente una de las principales consecuencias del trauma, la reorganización de los recuerdos dolorosos y su confrontación resultan cruciales para superarlos y conseguir equilibrio psicológico. Poblaciones como la maorí, silenciadas y desprovistas de su soberanía por regímenes opresores, necesitan encontrar la manera de sentirse nuevamente empoderadas, y solo la narración de las injusticias sufridas puede conferirles de nuevo la voz que pueda ser escuchada dentro y fuera del país, lo que les otorgaría la confianza y el orgullo de pertenencia a su comunidad que tan desesperadamente necesitan recuperar. Los personajes de estas novelas articulan y verbalizan los sucesos que causaron sus dolorosos traumas, lo que les confiere la confianza necesaria para iniciar el proceso de sanación de sus mentes fragmentadas. Como muestra la Tesis, estas novelas contrastan con las teorías aporéticas de Caruth (1995; 1996) y Felman y Laub (1991) en los estudios iniciales de trauma. Según estos críticos, el evento traumático no es experimentado directamente por el individuo cuando este ocurre, sino que se rememora más tarde de forma inconsciente, ocasionando así el trauma. El caso de Tu es un buen ejemplo del poder sanador de la narración, ya que las experiencias traumáticas narradas por las víctimas de un trauma contribuyen sin duda alguna a potenciar el proceso de recuperación de su estado mental. El legado principal que Tu deja es su narración, defensora de un discurso antibelicista que él quiere transmitir a sus sobrinos Rimini y Benedict. Como Herman y Visser sugieren, la narración empodera a las víctimas del trauma porque les ayuda a hacerle frente y esto, junto con la memoria individual y colectiva, es crucial para la supervivencia maorí.
En suma, mi análisis ha mostrado las estrategias de la comunidad maorí para superar su trauma insidioso por medio de la resiliencia y la reafirmación de sus creencias y cultura, en contraposición a la afirmación realizada por los estudios de trauma iniciales sobre la imposibilidad de superar el trauma, entendido este como un fenómeno singular e individual. Aunque a día de hoy los maoríes son todavía considerados como una raza inferior por los blancos y no comparten sus mismos derechos y privilegios, la comunidad maorí ha desarrollado un sentimiento de identidad colectiva que claramente fomenta confianza renovada en su cultura, así como la necesidad de fomentar un activismo político que demande algún tipo de reparación social, cultural y política por parte del gobierno neozelandés.
La descolonización de los estudios de trauma debe comenzar por reconocer el trauma insidioso causado a muchas poblaciones por los procesos colonizadores porque, si no lo hacemos, este campo de estudio nunca será capaz de encargarse de los traumas estructurales transmitidos a través de generaciones y, consecuentemente, nunca sería el paradigma teórico inclusivo necesario para analizar los diversos tramas del mundo globalizado actual. Solo unos estudios de trauma descolonizados podrían cambiar las dinámicas occidentales existentes en el presente, basadas en el individualismo y el materialismo, para fomentar en su lugar un mundo regido por los afectos y el respecto a la naturaleza. Si no hacemos nada para detener las injusticias existentes en el presente somos de algún modo también responsables. Por ello, esta tesis ha querido demostrar que una verdadera descolonización de la teoría de trauma es la mejor arma para que las minorías colonizadas puedan ser oídas y visibilizadas en su demanda de reparación a cuenta de las injusticias sufridas, tanto presentes como pasadas.
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