La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es un proceso degenerativo que afecta a la coriocapilar, membrana de Bruch (MB), epitelio pigmentario de la retina (EPR) y fotorreceptores (FR) localizados a nivel del área macular (Monleón, 1993). En la actualidad es la principal causa de ceguera legal en personas mayores de 50 años en los países desarrollados (Bressler, 1988a), y se espera que su prevalencia se llega a triplicar en los próximos 25 años (Thylefors, 1995).
Es una enfermedad de etiología y etiopatogenia todavía desconocidas, en la que se han implicado diversos factores, tanto constitucionales como adquiridos, lo que va a dificultar la posibilidad de llevar a cabo procedimientos terapéuticos de prevención de la misma. Por otro lado, su frecuencia aumenta con la edad, lo que ocasiona que su prevalencia sea cada vez mayor en los países industrializados, donde el envejecimiento de la población se encuentra en continuo ascenso. Además, como afecta a la región macular, responsable de la visión central, la repercusión funcional va a ser muy importante para los individuos que la padecen.
Debido a estos factores y a los escasos recursos terapéuticos de que disponemos, la DMAE se ha convertido en un importante problema socio-sanitario en los países industrializados.
La DMAE en su forma tardía se puede manifestar terapéuticos de que disponemos, la DMAE se ha convertido en un importante problema socio-sanitario en los países industrializados.
La DMAE en su forma tardía se puede manifestar de dos maneras, la forma seca o atrófica, que es la más frecuente y menos invalidante para el paciente, y la forma húmeda o exudativa que supone menos del 20% de los casos y es la responsable de más del 85% de los casos de ceguera legal por esta enfermedad (Ferris III, 1984).
La forma húmeda se caracteriza por el crecimiento de una membrana neovascular formada por vasos coroideos anormales, que surgen desde la co
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