El virus respiratorio sincitial (VRS) es uno de los agentes más frecuentes en las infecciones respiratorias agudas. Se han identificado dos subtipos (VRSA y VRSB) que, a su vez, se subdividen en 11 y 23 genotipos, respectivamente. Si bien, se utiliza como inmunoprofilaxis pasiva un anticuerpo monoclonal humanizado, el palivizumab, para proteger a niños de alto riesgo durante los períodos epidémicos, no existe un tratamiento etiológico efectivo para la clínica producida por el VRS. Por ello, conocer qué factores virales (subtipo, carga viral (CV), coinfecciones) se ven afectados por variables demográficas o afectan a características clínicas es importante para el seguimiento y manejo de pacientes infectados con VRS. Para ello, se estudió una población con infección respiratoria durante tres temporadas epidemiológicas consecutivas (2014-2017) que fue estratificada por edad y agrupada según su clínica en pacientes con infecciones respiratorias del tracto inferior (LRTI), con infecciones del tracto superior (URTI) y con síndrome sistémico (SS). Se observó que aunque el VRS se identifica predominantemente en niños menores de 5 años con LRTI y en adultos jóvenes con URTI, se asocia con cualquier tipo de clínica en cualquier grupo de edad.
Tanto el VRSA como el VRSB, cuyos genotipos circulantes mayoritarios fueron el VRSA-ON1 y VRSB-BA, se detectaron más frecuentemente en niños menores de 1 año con IRTI. Mientras que el VRSA casi se circunscribía a esta situación, el VRSB se encontró en todas las edades y en todos los procesos clínicos.
Uno de los valores más importantes de este estudio es que la CV se ha normalizado por el número de células contenido en las muestras, calculado a partir del número de copias del gen de la β-globina. Por tanto, la calidad de las muestras no afecta los resultados y se garantiza un diagnóstico molecular virológico óptimo. Al analizar los dos tipos de muestras mayoritarios en este estudio (exudados nasofaríngeo y faríngeo) se encontró una CV de 0,5log superior en el nasofaríngeo en comparación con el faríngeo. Se estableció un valor de CV como predictor de la evolución del paciente. Así, se encontró que la tasa de pacientes con IRTI fue significativamente mayor que la de los pacientes con IRTS y síndrome sistémico cuando su CV era superior a 4,3log y 4.8log en los exudados faríngeos y nasofaríngeos, respectivamente.
Para poner de manifiesto que una infección previa por VRS protege frente a futuras infecciones se analizó la CV en pacientes con infecciones recurrentes por VRS y se observó que las segundas infecciones tuvieron una CV más baja que la primoinfección ocurrida en la misma temporada.
La estacionalidad de los patógenos respiratorios virales examinados en este estudio se ajustó al patrón típico en el que se suceden temporalmente Rinovirus (RV), Influenzavirus A, VRS e Influenzavirus B en las dos primeras temporadas. Sin embargo, en la tercera no se observó un pico de RV claro, que produjo una aparición más temprana de la gripe A y un retraso del VRS propiciando el solapamiento de ambos virus y una ausencia de la gripe B.
Para intentar dilucidar la severidad o no de las coinfecciones en pacientes con VRS, se comparó una serie de marcadores de gravedad en pacientes con infección única de VRS y mixta, ya sea con otro virus respiratorio o con Citomegalovirus. Se observó una menor CV en aquellas en las que solo se encuentra el VRS, resultando éstas más graves que las mixtas.
Por último, se demostró que la utilización de la técnica del MALDI-TOF permitió discriminar entre cultivos celulares infectados y no por VRS para lo que fue necesario crear previamente una librería que podría ser utilizada por otros Servicios de Microbiología que cuenten con esta tecnología.
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