El final de la guerra civil española supuso trajo consigo un panorama de extensa destrucción patrimonial, en el que también la arquitectura religiosa ha de ser incluida. La amplia cronología de la dictadura franquista supuso no sólo la recuperación de los monumentos dañados o la reconstrucción de aquellos que parecían haberse perdido, sino también la construcción de nuevos monumentos que han pasado a formar parte de nuestra realidad patrimonial e identitaria.
El estudio de la arquitectura religiosa asturiana, como la española y la europea tras la Segunda Guerra Mundial, resulta complejo. Las restauraciones llevadas a cabo respondieron a diferentes criterios – restauración en estilo o restauración moderna siguiendo las pautas de las teorías más innovadoras en aquel momento. Por otra parte, la reconstrucción de muchas iglesias parroquiales estuvo marcada ideológicamente no sólo por la política del régimen sino también por la importancia de la Iglesia como institución de gran relevancia en la sociedad franquista, lo que se tradujo en la recuperación de historicismos clave como el neorrománico, el neogótico y, en el caso asturiano, el neo-prerrománico asturiano. En cuanto a la arquitectura de nueva planta, a excepción de casos concretos, no fue hasta la década de 1950 que se comenzaron a construir templos en los que la modernidad aparecía tímidamente, para finalmente, en los años sesenta del siglo XX, hacerse un hueco de forma definitiva en la región.
Finalmente, cabe destacar que hitos tan relevantes en España como la creación de la Dirección General de Regiones Devastadas o la Junta Nacional de Reconstrucción de Templos parroquiales, e, internacionalmente, la importancia del Movimiento Litúrgico y el Concilio Vaticano II resultaron determinantes para la arquitectura religiosa asturiana y la forma en que hoy la conocemos y entendemos.
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