En este trabajo se ha estudiado la calidad visual en pacientes intervenidos de queratoplastia penetrante desde el año 1997 hasta el año 2006. La primera parte del trabajo ha consistido en un estudio retrospectivo de los aspectos clínicos más relevantes tanto de los donantes como de los receptores.
El número de queratoplastias penetrantes ha aumentado en los últimos 4 años por el aumento de las donaciones. La mayoría de los donantes han fallecido por muerte encefálica ocasionada por accidente cerebrovascular o por accidente de tráfico. En este periodo, se han realizado un total de 305 implantes de córnea. La media de edad ha sido de 56.7 años. El diagnóstico más frecuente que ha indicado la cirugía ha sido el de queratocono seguido por el de la descompensación corneal motivada por la cirugía de catarata.
Aunque la tasa de fracaso del injerto es alta al compararla con otros estudios, la supervivencia a los cinco años es del 74%. Los resultados han sido valorados con la agudeza visual postoperatoria de estos pacientes, que en media ha aumentado en más de 4 líneas respecto a la agudeza visual preoperatoria. Cerca de un 31% de los pacientes intervenidos en nuestro hospital tienen astigmatismo mayor de 5 dioptrías, con un valor medio de 3.8 1.6 dioptrías. En un 66% no se ha encontrado una reacción de rechazo inmunológico. Cuando ha aparecido, este rechazo ha sido de aparición precoz, no ha tenido relación con el nivel de complejidad de la técnica quirúrgica pero si ha estado relacionado con la mayor edad del donante y del receptor.
En una segunda parte del trabajo se ha estudiado la calidad óptica de una muestra de estos pacientes. Se ha seleccionado dos grupos. El primero de ellos lo ha constituido un grupo de pacientes, refractiva y clínicamente estables, es decir, sin suturas y con un periodo de evolución mayor de 18 meses. En este grupo se han medido las aberraciones oculares mediante un sensor de Hartmann Shack especialmente diseñado para poder medir ojos muy aberrados. Se han descrito y cuantificado las diferentes aberraciones oculares de este tipo de pacientes. Hemos hallado una menor tendencia a la miopía que en otros trabajos publicados. Por otro lado, se han evaluado las aberraciones corneales mediante trazado de rayos a partir de los datos de elevación corneal obtenidos mediante un topógrafo (Orbscan II; Bausch-Lomb). Se han descrito y cuantificado las aberraciones corneales encontradas. La correlación entre los resultados obtenidos con ambos métodos ha sido muy elevado (r=0.89), lo que nos ha permitido concluir que las aberraciones corneales medidas con esta metodología y en este tipo de pacientes son una aproximación adecuada a las aberraciones del ojo completo. Como consecuencia de este resultado, en el resto del trabajo las aberraciones de los pacientes intervenidos de queratoplastia penetrante se han medido a partir de los datos corneales sin necesidad de medir las aberraciones de ojo completo.
Las aberraciones predominantes han sido el trefoil 0.89 0.49 micras y el coma 0.77 0.52 micras, con un RMS de las aberraciones de alto orden de 1.57 0.56. Estas aberraciones son en magnitud casi 5 veces superiores a la población normal.
Las aberraciones encontradas en pacientes intervenidos por padecer un queratocono han sido menores que el resto de los diagnósticos etiológicos (concretamente en RMS total y trefoil). Sin embargo, no existe relación estadística con el ojo intervenido, ni con pequeñas diferencias entre los diámetros de los trépanos, ni con diferentes medidas de trépano receptor, ni hemos encontrado diferencias estadísticas significativas con los tipos de sutura utilizada: sutura discontinua y continua mixta. Por último, la agudeza visual final presenta una importante correlación con las aberraciones de alto orden.
El segundo grupo de pacientes en los que hemos analizado la calidad óptica lo ha constituido una muestra de pacientes intervenidos de queratoplastia penetrante por queratocono. Estos pacientes no presentaban estabilidad refractiva. Se han descrito y cuantificado las aberraciones corneales en diferentes periodos evolutivos: con todas las suturas presentes, mediante el proceso de extracción parcial de la sutura y tras la extracción total de la misma.
En pacientes que presentan todas las suturas disminuyen las aberraciones con el paso del tiempo aun cuando estas no se modifiquen. La extracción parcial de la sutura disminuye el astigmatismo pero no las aberraciones de alto orden de manera sistemática. Las aberraciones no disminuyen en promedio, independientemente del número de suturas extraídas o el momento en que se extraigan. Por el contrario, la extracción total de la sutura ha supuesto un descenso significativo de todas las aberraciones.
Todos los resultados anteriormente resumidos expresan valores promedio. Para completar el estudio, se han analizado individualmente cuatro pacientes en todo el periodo evolutivo y hemos observado diferentes comportamientos. En algunos casos las aberraciones siguen un comportamiento favorable y descienden en su totalidad. En otros, por el contrario, se obtienen buenos resultados en el astigmatismo y un empeoramiento significativo en las aberraciones de alto orden. Por todo ello, son necesarios trabajos posteriores para poder determinar si es posible disminuir de manera sistematizada las aberraciones de alto orden mediante la manipulación personalizada de las suturas y por lo tanto aumentar la calidad óptica final de los pacientes.
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