En el postoperatorio el dolor está presente en un alto porcentaje de pacientes, y en muchos de ellos, en un grado severo-insoportable.
En nuestro estudio hemos comprobado que en el año 1990, a pesar de que más del 90% de los pacientes tenian pautado tratamiento analgésico, hasta un 96% sufrían dolor tras la intervención. Este hecho ocurría en los 5 servicios quirúrgicos estudiados y sea cual fuera el dolor previsible que se debería tener en función del tipo de intervención. Analizando las causas encontramos el escaso porcentaje de pacientes con analgesia programada, el escaso uso de oipáceos y de asociaciones de fármacos.
Tras estos resultados se puso en marcha una unidad de dolor agudo UDA, bajo responsabilidad del servicio de anestesia, que atendía a los pacientes sometidos a las intervenciones consideradas de dolor previsible más severo.
El estudio se repitió 5 años más tarde, 1995, observando una mejoría considerable respecto al dolor que sufrían nuestros pacientes en el postoperatorio.
En el año 1995, la muestra estaba formada por pacientes tratados por la UDA y pacientes no tratados por la misma.Al desglosar los datos de 1995 en función de quien había tratado al paciente, observamos los buenos resultados eran a expensas de los pacientes tratados por la UDA, que a pesar de atender a los pacientes ometidos a las intervenciones más agresivas, un 85% de ellos no tenían dolor tras la intervención o sufrían un dolor leve.El uso de la analgesia programada, las asociaciones de fármacos, en el que practicamente siempre estaba incluido un ipiáceo,la utilización de vías adecuadas para la administración de analgésicos (como vía iv, epidrual, ...) y aprovechando la tecnología existente (bombas PCA), son las causas tras la que se esconde el de esta unidad. Los pacientes no tratados por la UDA en el año 1995, a pesar de estar sometidos a intervenciones más leves sufrieron un dolor, mayor, aunque nenor que
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