El alcohol ejerce importantes efectos sobre el metabolismo lipídico y esta interferencia puede permitir no solo la deposición de grasa en el hígado y en otros tejidos, sino que provoca alteraciones funcionales debido a cambios en los lípidos de las membranas celulares, modificando su fluidez y por consiguiente afectando a los receptores, enzimas y transportadores asociados a ellas. Se ha estudiado el efecto del consumo durante 3 y 5 meses de una solución de etanol al 30% sobre la composición lipídica de distintos tejidos, observándose cambios de distinta magnitud en el perfil de ácidos grasos del plasma, membrana eritrocitaria, tejido adiposo (intraabdominal y subcutáneo), tejido cardiaco y vascular. En líneas generales se ha detectado un aumento en los niveles de ácidos grasos monoinsaturados junto con un descenso de los ácidos grasos esenciales y de sus metabolitos de cadena larga. De todos los tejidos estudiados, el perfil de ácidos grasos del sistema cardiovascular es el que parece afectarse en menos medida por el consumo crónico de etanol.
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