El objetivo de la presente investigación consiste en analizar el concepto de Orden. Un concepto queacompañado casi siempre de un adjetivo que permite asignarle un valor o, por el contrario, negarle,produce y reproduce, bajo la apariencia de una descripción objetiva, el mundo. Un Orden que ensituaciones de conflicto, cuando el mismo más cuestiona y se reafirma, se debe y se hace presentecontinuamente. En este hacer presente la representación diplomática y la diplomacia como representaciónjuegan un rol relevante.Así argumentaremos que la representación diplomática y la diplomacia como representación del orden yel desorden (re)producen mundos y la ilusión de un Orden (con la letra capital al inicio) mítico, poético ysimbólico que establece un marco mediante el que mapear el mundo, hacerlo más pensable y gobernable.Marco que permite, a su vez, formar unas condiciones particulares para la acción política global así comoenmarcar las condiciones de posibilidad que hallan los sujetos a la hora de negociar su vida.Para ello, hemos empleado como ilustración la crisis en Ucrania que dio comienzo en noviembre del año2013. Un crisis en la que la diplomacia y su teatralización permitieron cuestionar y reafirmar las ficcionesy los imperativos diplomáticos sobre los que se sustentan el Orden y el propio marco diplomático. Ordeny marco que, a su vez, condicionan la crisis.De esta forma problematizaremos los discursos y los análisis que partiendo de nociones como lasoberanía, la representación o la identidad y asumiendo los supuestos de la anarquía y el binarismo sobreel que se sostiene el Orden (internacional) acaban reduciendo la crisis a una ¿representación binaria, delbien contra el mal¿, cuando la misma no responde ni a los intentos de simplificación ni de reducción.
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