Las fachadas de la ciudad de A Coruña presentan un elevado número de lesiones de carácter leve 695 (77,48%), pocas de carácter importante 183 (20,40%) y muy pocas de carácter grave 19 (2,12%), lo que es una manifestación de la buena calidad de la construcción en la ciudad, sin duda influenciada por su clima, que no permite la utilización de edificios mal construidos.
Las lesiones que en ella se presentan, tienen menos variabilidad de lo previamente imaginado y no son difíciles de corregir.
Las suciedades por partículas destacan por su cantidad, de forma que si fuésemos escrupulosos, muy pocas fachadas podríamos calificar como limpias.
Son originadas por un aumento constante de la contaminación, similar a cualquier otra ciudad, y por una causa específica de esta: la descarga de carbón en su puerto, que, después de un tiempo ejerciendo su labor de ensuciamiento, ha sido paralizada, pero cuyos efectos son notorios.
Las texturas lisas desbastadas son las más ensuciables, por lo que habría que utilizar otras que lo fuesen menos.
Los planos horizontales cara arriba, deberían ser eliminados.
En la unión de planos con distintas pendientes, deberían colocarse interruptores de la escorrentía del agua.
En las roturas llama la atención su elevado número por flexión de forjados volados, tanto sobre chaflanes de planta baja, típicos de la ciudad, como sobre bajos sin achaflanar.
Todos ellos son achacables al uso de una normativa inadecuada ya corregida, por lo que la situación ha sido superada, aunque sus efectos continúen.
También habrá que prestar atención a los asientos inducidos por obras vecinas, que representan la segunda causa de roturas. Esto es debido a las dificultades que presenta la ciudad para las excavaciones, por la presencia de jabre arenoso y agua en los terrenos ganados al mar.
También es aconsejable el uso de materiales con menor módulo elástico, a fin de que absorban mejor los posibles movimientos.
En las humedades, el exceso de aguas de filtración, nos ha de llevar a la elección de materiales menos absorbentes y más flexibles.
También, en los morteros pintados, habrá que esperar a su completo secado antes de pintarlos.
En cuanto a las humedades del terreno por capilaridad por no utilización de barreras impermeables y a las de condensación por no utilización de aislantes térmicos, creemos que es un problema superado por el uso de materiales y normativa obligatoria que los corrigen.
En los desprendimientos, la gran cantidad de pinturas que pierden su adherencia al soporte, nos ha de llevar a realizar una buena preparación de la base y a utilizar un puente de adherencia entre ambos.
Finalmente, la corrosión en los aceros, es, fundamentalmente, una manifestación de su merma de calidad y de su peor protección contra la oxidación, para abaratar su precio, aunque también habrá que prestar atención al diseño de las piezas a fin de que no se produzcan aireaciones diferenciales.
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