Esta tesis doctoral se centra en la trayectoria pública de Luis Jiménez de Asúa (1889-1970). En síntesis, la biografía persigue la conformación del personaje en el tiempo: de su temprana vocación por la ciencia y la docencia del Derecho penal en la década de los años diez del pasado siglo a su itinerario como referente del movimiento estudiantil opositor a la dictadura de Primo de Rivera; de su salto a la política republicana a su particular recorrido como dirigente del Partido Socialista Obrero Español; de su intensa labor legislativa durante la II República —que comenzó con la presidencia de la Comisión parlamentaria redactora de la Constitución de 1931— a sus grandes defensas penales; de su vicepresidencia de las Cortes tras el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936 a su diplomacia de combate en París, Praga y Ginebra durante la Guerra civil; y de 1939 a 1970: el tiempo que duró su exilio, hasta el final de sus días, como Presidente de la II República en el exilio (1962-1970). Al respecto, una biografía de Luis Jiménez de Asúa exige la revisión original de no pocos capítulos de interés en torno a la II República.
La estructura de cuatro grandes bloques responde a otros tantos puntos de inflexión de la trayectoria del protagonista: 1. En las aulas de la Universidad se localiza la zona cero de la figura pública que llegará a ser en el futuro. 2. Las distintas manifestaciones de su activismo contra la dictadura de Primo de Rivera le hicieron asumir, desde su posición de catedrático de la Universidad Central, cierto liderazgo entre el movimiento estudiantil. 3. Su salto a la política con la llegada de la II República no puede desligarse de ese proyecto colectivo reformista que supuso para muchos de sus protagonistas el advenimiento mismo del régimen democrático. 4. Con la derrota republicana de 1939 comenzó su experiencia vital del exilio, que se prolongó hasta su muerte.
Entre las conclusiones más relevantes se subraya la trascendencia del proceso de maduración integral que experimentó Jiménez de Asúa durante la década de los años veinte, y que tuvo, entre sus manifestaciones más notorias, por un lado la relación tan especial que forjó con el movimiento estudiantil y por otro sus aportaciones teóricas sobre cuestiones como la sexualidad, el amor libre, la eutanasia, la eugenesia, la liberación femenina, etc. No en vano, su salto a la política republicana y su protagonismo en la década de los treinta —a pesar de sus tan reiteradas como fracasadas aspiraciones de regresar en exclusividad a su labor científico-docente—, hunden sus raíces en esta circunstancia vital. Por otro lado, el atentado que sufrió la mañana del 12 de marzo de 1936 a manos de cuatro jóvenes pistoleros falangistas —y que a punto estuvieron de acabar con su vida—, se hace inteligible a través de dos vectores: 1. En un marco cada vez más sangriento a partir de 1934 por el control de la Universidad, la extraordinaria influencia ideológico-doctrinal de Asúa sobre las juventudes universitarias liberales tuvo el reverso de la moneda en la animadversión que suscitaba entre sus homólogas conservadoras o reaccionarias, 2. Hasta entonces, Falange Española no había apuntado como víctima a una figura del calibre político de nuestro protagonista. Pero era marzo del 36 y la formación de José Antonio Primo de Rivera había asumido como propia una estrategia de violencia política, al objeto de instalar en el país un clima de terror amortizable, a corto plazo, por las fuerzas que habían comenzado a cincelar el golpe de Estado. Cumpliendo órdenes de su Partido y a petición del Gobierno, hacia el 26 o 27 de julio se trasladó a París para entablar negociaciones con el Gobierno de Léon Blum. En la capital francesa se jugó la primera y quizás la más importante de las batallas diplomáticas de toda la guerra. El testimonio de Asúa —en especial su informe para el Comité Extraordinario del PSOE de julio de 1937— es insustituible para el análisis histórico de la gestación del Pacto de No Intervención, si se toma como referencia la vía interpretativa republicana.
Respecto al apartado de fuentes y bibliografía, el punto de partida indiscutible lo constituye el Archivo personal de Jiménez de Asúa, formado, en lo sustancial, por la documentación que su viuda Mercedes Briel entregó a la Fundación Pablo Iglesias. Está formado por decenas de miles de documentos organizados en cinco grandes apartados en función de su naturaleza: 1. Correspondencia (1938-1974); 2. Escritos (1923-1967); 3. Documentación política (1931-1972); 4. Documentación personal (1940-1972); 5. Otros materiales. De ineludible consulta resulta también el conjunto de informes que Asúa envió al Ministerio de Estado durante la Guerra civil, primero desde la Embajada de Praga y más tarde desde la Jefatura Central de Europa con sede en Ginebra. El Archivo General de la Administración los conserva dentro del Archivo SIDE en una colección independiente por sus especiales características.
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