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Resumen de Péptidos implicados en la regulación de la homeostasis de la energía e inflamación crónica de bajo grado en edad pediátrica

Olaya de Dios

  • Dentro del origen multifactorial de la obesidad, la regulación de la homeostasis de la energía constituye un factor clave en su desarrollo. Así, el hipotálamo desempeña un papel fundamental en el control del equilibrio energético, respondiendo tanto a señales centrales como periféricas que informan sobre el estado energético, modulando la ingesta de alimentos, el gasto energético y el metabolismo de los hidratos de carbonos y de los lípidos. La obesidad se caracteriza por una acumulación excesiva de tejido adiposo que provoca una alteración de sus funciones endocrinas y un estado de inflamación crónica de bajo grado que desencadena el desarrollo de comorbilidades como el síndrome metabólico.

    En nuestro estudio, en edad pediátrica, hemos profundizado el papel de leptina e insulina como señales de adiposidad implicadas en la regulación de la ingesta dietética y de nesfatina-1 y adropina como “nuevas señales” que podrían estar implicadas en la homeostasis de la energía. Además, hemos ahondado en el estudio de la proteína C-reactiva (PCR) como marcador de inflamación crónica, investigando factores reguladores de sus niveles plasmáticos, y su probable implicación en la etiopatogenia de alteraciones metabólicas.

    Nuestros resultados han demostrado una acción anorexigénica de leptina dependiente de los valores sanguíneos de insulina en niñas. También hemos evidenciado una relación de la obesidad tanto con los niveles de nesfatina-1 como con los de adropina, presentando ambos péptidos una diferente regulación dependiente del sexo. La asociación observada de leptina con nesfatina-1 y adropina sugiere la posible regulación de la secreción de estos péptidos a nivel central por la leptina. Con referencia a la PCR como marcador de inflamación crónica y de alteraciones metabólicas, hemos confirmado que el tejido adiposo es una fuente extrahepática de PCR, cuya expresión estaría asociada potencialmente con la gravedad de la inflamación. Al analizar la validez de PCR como marcador de síndrome metabólico, hemos constatado su utilidad como biomarcador en niñas adolescentes, pero no en niños, en los que su asociación parece estar influenciada por leptina. Siguiendo esta línea, en esta misma población, hemos observado que la leptina también participaría como mediador de la acción inflamatoria de la testosterona en los niños adolescentes. Por último, hemos demostrado que, a diferencia de otros antioxidantes liposolubles, los niveles de retinol plasmático se asocian negativamente de manera significativa con las concentraciones de PCR.

    En conclusión, nuestros datos corroboran la existencia de un importante dimorfismo sexual en la fisiopatología de la obesidad que ha de tenerse en cuenta ya en la edad pediátrica.


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