En el primer trimestre del 2016, el consenso Sepsis-3 estableció el fallo de órgano como el evento definidor de la sepsis que se produce por una respuesta disregulada del huésped a la infección. Para identificar el fallo orgánico, se utiliza la escala SOFA (Sequential Organ Failure Assessment) considerando sepsis la presencia de 2 o más puntos en esta escala. En base a la nueva definición, un biomarcador útil para detectar la sepsis sería aquel capaz de detectar los seis fallos de órgano que evalúa la escala SOFA.
Los actuales estudios sobre sepsis centran sus esfuerzos en la búsqueda de nuevos biomarcadores diagnósticos y pronósticos. La medición de algunos de estos biomarcadores es cara y en ocasiones está basada en tecnología compleja, pero permiten una mayor celeridad en el diagnóstico y en el tratamiento. Actualmente no existe ningún biomarcador que haya demostrado una sensibilidad o especificidad suficientes para diagnosticar la sepsis o pronosticar su mortalidad. Parece evidente la necesidad de identificar aquellos pacientes con infección que presenten riesgo de desarrollar disfunción orgánica antes de que ésta se establezca, tanto en el ámbito hospitalario como en la comunidad.
El objetivo de este estudio es analizar la capacidad de los biomarcadores más estudiados para el pronóstico y diagnóstico de sepsis (lactato, PCR y PCT) y más recientemente MR-proADM para detectar específicamente cada fallo de órgano evaluado en la escala SOFA.
Para ello se realizó un estudio observacional prospectivo donde se analizaron los datos de 213 pacientes que ingresaron con diagnóstico de infección, sepsis o shock séptico en la Unidad de Cuidados Intensivos en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid y en las Unidades de Reanimación en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid y en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca entre los años 2014-2018.
Metodológicamente se realizó un análisis descriptivo de las características clínico-demográficas de los pacientes seleccionados. A continuación, se analizaron las correlaciones entre los niveles plasmáticos de cada biomarcador y las escalas clínicas de gravedad SOFA y APACHE II. Se construyeron áreas bajo la curva (ABC) para analizar la capacidad de los biomarcadores para detectar la presencia de fallo de órgano definida como SOFA mayor o igual a 1 y para detectar la presencia de cada tipo de fallo de órgano específico. Posteriormente se realizó un análisis de regresión logística binaria univariante de los cuatro biomarcadores con los seis fallos de órgano evaluados en la escala SOFA.
Los fallos de órgano específicos que resultaron significativos se testaron utilizando un modelo de regresión multivariante ajustando cada fallo de órgano por cada biomarcador y por el resto de fallos de órgano. Para completar el análisis se realizaron ABC para predecir la mortalidad hospitalaria de cada biomarcador. Por último y siguiendo la misma metodología de estudio, se analizó cómo influían las diferentes comorbilidades de los pacientes sobre cada fallo de órgano específico. Se observaron los siguientes resultados: De los 213 pacientes con diagnóstico de infección, sobrevivieron 157 (73,7 %) y fallecieron 56 (26,3 %), presentaron infección 37 (17,4 %), sepsis 94 (44,1 %) y shock séptico 82 (38,5 %). La mediana de edad de estos pacientes fue de 67 años con predominio del sexo masculino. En cuanto a la situación clínica al ingreso, 194 pacientes (91,1 %) presentaron una puntuación en la escala SOFA mayor o igual a 1 punto predominando el fallo respiratorio en 161 (75,6 %) pacientes y el fallo cardiovascular en 134 (62,9 %) pacientes.
Respecto al análisis del los biomarcadores se observó que la PCR fue el único biomarcador que no detectó ningún tipo de fallo de órgano independientemente de la presencia del resto de fallos; PCT detectó el fallo cardiovascular y renal y el lactato detectó fallos en la coagulación, cardiovascular y neurológico independientemente de la presencia del resto de fallos de órgano presentes en los pacientes. MR-proADM fue capaz de detectar los fallos respiratorio, en la coagulación, cardiovascular, neurológico y renal. Es decir, fue el biomarcador que se asoció al mayor número de fallos de órgano específicos. También MR-proADM fue el mejor predictor de mortalidad hospitalaria y el que mayor asociación mostró con el SOFA (con la gravedad de los pacientes).
En el presente trabajo nos hemos planteado si utilizando cuatro de los biomarcadores más empleados en sepsis y desgranando los seis fallos de órgano evaluados en la escala SOFA, podríamos analizar la capacidad de detección de los biomarcadores en la identificación del fallo de órgano específico. El objetivo es completar el vacío de información que rodea al complejo mundo de la sepsis, en cuánto a la identificación de la disfunción orgánica de forma temprana para adelantarnos a la muerte de estos pacientes.
La conclusión del trabajo fue que MR-proADM fue el biomarcador que detectó el mayor número de fallos de orgáno específicos evaluados en el SOFA en pacientes con infección, sepsis o shock séptico. También, MR-proADM fue el biomarcador con mayor capacidad para detectar mortalidad hospitalaria y el que más se correlacionó con la gravedad de los pacientes. Además las comorbilidades (diabetes, hipertensión, cardiopatía, IRC, inmunodepresión y neoplasia) presentes en los pacientes influyen en la presencia de los diferentes tipos de fallos de órgano específicos.
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