Las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) se consideran áreas especialmente críticas en lo referente a problemas relacionados con la medicación y a acontecimientos adversos a medicamentos. La gravedad y la inestabilidad de los pacientes junto con el grado de complejidad de la medicación hacen que estas unidades sean un lugar estratégico de actuación del farmacéutico de hospital.
La hipótesis de esta tesis doctoral es que la figura presencial del farmacéutico clínico en una unidad de cuidados intensivos dará lugar a un elevado número de intervenciones y ayudará a la resolución de problemas relacionados con la medicación pudiendo desarrollar actividades relacionadas con la seguridad, eficacia y eficiencia de la farmacoterapia del paciente crítico.
Para ello, se ha realizado un estudio descriptivo, prospectivo de 3,5 años de duración (Julio 2014-Diciembre 2017) realizado en la UCI de Anestesia de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete. Dicha unidad está dotada de 14 camas de ingreso y atiende principalmente a pacientes posquirúrgicos, poli¬traumatizados, neurocríticos y trasplantados. Dispone de historia clínica informatizada pero no de prescripción farmacológica electrónica.
Los objetivos planteados han sido: cuantificar, analizar y evaluar la actividad del farmacéutico, así como estudiar la evolución en el tiempo de la labor de éste y de los indicadores de la unidad; medir y describir la contribución a la seguridad mediante la detección de reacciones adversas y la contribución a la eficacia de los tratamientos de los pacientes ingresados en UCI a través de la detección de interacciones farmacológicas; y por último, evaluar la satisfacción del personal de la unidad con la integración del farmacéutico.
En el periodo de estudio, se realizaron 2399 intervenciones farmacéuticas, estando la mayoría de ellas relacionadas con la posología, mostrando un 97% de aceptación. El análisis semestral de las consultas al farmacéutico frente al número de intervenciones farmacéuticas totales ha demostrado como a mayor tiempo desde la integración han aumentado el número de consultas y han disminuido el número de intervenciones totales. Este hecho condujo a la reducción del consumo total de fármacos, el gasto medio por paciente y la tasa de mortalidad en la unidad. Así mismo, se han detectado reacciones adversas, entre ellas 4 graves, como son el síndrome de Stevens-Johnson por fenitoína, estatus epiléptico por cefepima, trombocitopenia por ceftazidima y encefalopatía hiperamoniémica por ácido valproico. Se ha aumentado la efectividad de los tratamientos mediante la detección de interacciones farmacológicas, como son las encontradas entre ciclosporina y hierro y entre fenitoína y levofloxacino. La valoración global de la satisfacción del personal de la unidad ha sido de 8,6 sobre 10.
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