La osteonecrosis por fármacos es un efecto adverso potencialmente grave, que deja secuelas que son difíciles de tratar y que interfieren con la calidad de vida de los pacientes; un efecto adverso que probablemente, en función del uso o mal uso que se pueda hacer de los fármacos que lo producen, puede llegar a ser prevenible, al menos en parte.
Por otra parte, existe la sospecha de que en la actualidad los bisfosfonatos, debido a su elevado consumo, pueden estar aumentando la incidencia de osteonecrosis medicamentosas. Este elevado uso de bisfosfonatos se debe al tratamiento de la osteoporosis, probablemente inducido, entre otros factores, por el interés de las compañías farmacéuticas, debido a que se trata de un producto caro y que se dirige al tratamiento de una patología o factor de riesgo muy prevalente entre la población española. Al mismo tiempo, son varias las especialidades médicas que se solapan en el tratamiento de la osteoporosis (Endocrinología, Traumatología, Medicina Familiar y Comunitaria, Medicina Interna, Ginecología) con lo que el número de especialistas a recetar bisfosfonatos es muy elevado.
La osteoporosis puede dar lugar a una patología muy común entre la población española y que supone un elevada carga tanto social, por la elevada morbimortalidad que se asocia a las fracturas por osteoporosis, como económica para el Sistema Nacional de Salud, tanto por el gasto hospitalario que conlleva el tratamiento de este tipo de fracturas como por el gasto farmacéutico invertido en la prevención de dichas fracturas.
Tras unos años de experiencia en el uso de los bisfosfonatos, han comenzado a notificarse efectos adversos hasta ahora desconocidos y complicaciones derivadas de su uso (osteonecrosis por bisfosfonatos, aparición de fracturas atípicas a las que habitualmente se asocian con la osteoporosis), así como dudas sobre su efectividad real en la prevención de las fracturas por osteoporosis.
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