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Tres vergencias entre Heidegger y Derrida

  • Autores: Pablo Bernardo Sánchez Gómez
  • Directores de la Tesis: Cristina de Peretti Peñaranda (dir. tes.)
  • Lectura: En la UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia ( España ) en 2021
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Manuel E. Vázquez García (presid.), Alejandro Escudero Pérez (secret.), Vicente E. Medina (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Filosofía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia
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  • Resumen
    • La presente investigación pretende llevar a cabo un estudio sistemático de la compleja y tensa relación entre dos de los más importantes pensadores del siglo XX: Martin Heidegger (1889-1976) y Jacques Derrida (1930-2004). En este sentido, se quiere apuntar hacia la incalculable herencia que el pensamiento heideggeriano supone en la deconstrucción derridiana pero, al mismo tiempo, indicar la enorme e insalvable distancia que existe entre ésta y la obra del filósofo alemán. En este sentido, si bien la obra de Jacques Derrida no es comprensible sin la herencia de las cuestiones heideggerianas, debe evitarse reducir el pensamiento derridiano a un apéndice de la influencia heideggeriana. Para ello, se realizarán cinco estudios independientes que, sin embargo, tienen en común una misma estrategia de puesta en común y de resaltado de las divergencias en cuatro grandes áreas temáticas: la memoria, la ciudad, la traducción y la poesía.

      El primero de los textos se titula «Derrida y la cuestión de la memoria: el porvenir de un pasado sin Versammlung». En este estudio se analiza la deconstrucción en cuanto apertura al porvenir, esto es, hacia la alteridad en cuanto porvenir absoluto. Ahora bien, esta alteridad a la que se enfrenta la deconstrucción no es tanto (o no sólo) algo que esté siempre por venir en el sentido de algo simplemente futuro, sino precisamente un objeto que se halla en el pasado, pero en un pasado que no ha sido, que tiene que ser todavía y por primera vez presente. En este sentido, la memoria derridiana se abre al porvenir en cuanto herencia y duelo, es decir, como la apertura del acontecimiento. Así, se realiza una confrontación entre la memoria derridiana y la memoria heideggeriana en cuanto «Andenken» y «Gedächtnis». Como es bien sabido, Heidegger plantea, desde la distinción entre «Anfang» y «Beginn», que el comienzo no es algo que haya sido ya, sino algo que precisamente debe ser todavía inaugurado, es decir, una tarea que debe ser realizada desde el futuro. No obstante esta aparente coincidencia entre ambos pensadores, plantea Derrida una objeción en el “tono” heideggeriano, precisamente en la insistencia heideggeriana en la «Versammlung», y con ello toma distancia del propio texto heideggeriano.

      El segundo de los textos se titula «La distancia imposible entre el “cap” derridiano y la “polis” heideggeriana». En este texto se lleva a cabo un estudio de la noción de «cap» (cabeza, punta) en el texto derridiano, confrontándolo directamente con el tratamiento que Heidegger realiza entre 1935 y 1943 de la idea de «polis». Esto conduce a un análisis de la noción griega de “khôra” en cuanto espaciamiento del lugar, y por tanto a una confrontación entre dos formas radicalmente diferentes distintas del habitar humano: por una parte, la «capitalidad» de la hospitalidad y de la justicia, así como de sus aporías, en la obra de Derrida; por otra, la idea heideggeriana del hogar como lugar del acontecer del ser y, por tanto, como reunión y concentración. Estas dos posiciones conducen a señalar una aporía entre las obras de ambos pensadores, donde su vinculación y al mismo tiempo su distancia no es sino precisamente la constitución del lugar en el cual nuestro pensamiento puede y debe habitar.

      El tercero de los textos lleva por título «La traducción entre Heidegger y Derrida». En este sentido, sabiendo que, como afirma Derrida, la cuestión de la deconstrucción es la tarea de la traducción, se comprende que la traducción no consista simplemente en una transferencia de signos entre las lenguas, proceso el cual respetaría la integridad de los significados alterando simplemente la materia significante. Así, la traducción es entendida por Derrida, desde Walter Benjamin, como una tarea hacia un original que nunca ha sido, es decir, hacia un texto que precisamente se constituye en su traducción en cuanto tarea im-posible de creación de lo otro, en cuanto cortocircuito entre lo constatativo y lo performativo. Este es precisamente el sentido en el que Heidegger habla de una traducción como un decir lo no-dicho en lo dicho, que haría mostrarse verdaderamente y por primera vez aquello que originariamente se encontraba velado y no-dicho en lo dicho. En este sentido, el texto explora la posibilidad de realizar una «traducción» en cuanto acercamiento entre la obra de Martin Heidegger y de Jacques Derrida, señalando que, precisamente por su proximidad, esta tarea resulta im-posible, es decir, necesaria, urgente.

      El cuarto de los textos se titula «La experiencia de la aporía en la lectura heideggeriana de Hölderlin». Este texto se centra únicamente en la obra de Martin Heidegger, en concreto en su relación con la poesía de Hölderlin en sus seminarios de la década de 1930 y 1940. Para ello se toma como eje fundamental la noción de «aporía» que, si bien aparece en escasas ocasiones de forma explícita en la obra heideggeriana, es sin duda una de las claves para comprender el paso en lo que se ha venido en llamar el «segundo Heidegger» o «Heidegger de la Kehre». Esta aporía, como se encarga de señalar Heidegger, no supone un elemento paralizante o un impedimento para el pensamiento, sino precisamente una tarea, una continua e interminable experiencia en la que el pensamiento debe asumir su propia imposibilidad y pensar esta imposibilidad en cuanto tal, propiciando así el advenimiento de un nuevo pensar, esto es, de un nuevo comienzo para el pensamiento.

      Por último, se encuentra el texto «Testimonio, poema, cenizas: Paul Celan y Jacques Derrida», donde se lleva a cabo un estudio de la particularísima lectura que realiza Derrida de la obra de Celan desde el año 1986, con la obra Schibboleth, hasta su último seminario (La bestia y el soberano). En este sentido, se presta especial atención a la forma en que Derrida pone en juego nociones como «testimonio» y «secreto», en particular en su relación con la memoria y la experiencia de la lectura: frente a una hermenéutica que pretendería extraer el significado latente del texto, como si dispusiese de la llave de una cerradura, Derrida establece la tarea de una lectura interminable e im-posible, como imposible es el duelo y la traducción. Así, se comprueba en este texto la inestimable importancia que la lectura que lleva a cabo Derrida de la obra de Celan tiene en su propia trayectoria intelectual, abriendo desde aquí las cuestiones de la fidelidad, de la hospitalidad, de la justicia y la promesa.


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