1. introducción o motivación de la tesis En 1569, Pedro López, médico del emperador Carlos y de su hijo Felipe II, fundará en Córdoba el Colegio de la Asunción de Nuestra Señora, una institución educativa auxiliar que tenía como fin último el sustento económico y habitacional de aquellos jóvenes pobres que a pesar de no poder permitírselo quisieran marchar por el camino de la vocación eclesiástica. Motivado por el fulgor de la Reforma Católica y los preceptos tridentinos en pro de una mejor formación sacerdotal, el doctor López trazará las líneas de una institución formativa tradicional, al modo de los colegios universitarios, y para su correcto funcionamiento la dotará de normativas, constituciones, rentas y un organigrama gubernativo propio. Ante esta premisa, las páginas que siguen tratarán de resolver fundamentalmente una hipótesis básica sobre la institución. Así, ¿fue el Colegio de la Asunción una entidad al uso, al estilo de sus homólogos universitarios, o se asemejó más a aquellas fórmulas nacidas de su mismo caldo de cultivo coyuntural como fueron los seminarios y los colegios jesuíticos y de otras órdenes? Y, también, ¿tuvo éxito en su propósito fundacional de carácter formativo o continuó por los mismos derroteros que los colegios universitarios, estando marcado su destino por la persecución del poder y la colación de sus miembros en las altas esferas burocráticas? Así mismo, la tesis que aquí se presenta es el reflejo de un estudio de esta institución llevado a cabo desde una perspectiva social, bajo la premisa de que toda historia, verse sobre lo que verse, puede y debe ser entendida desde la Historia Social en tanto que estará protagonizada por el ser humano. O, en palabras de nuestro codirector de tesis, “una institución [puede ser] analizada no como ente jurídico inanimado, sino como un cuerpo social vivo” . Más aún en el caso de los colegios, donde su historia fue la historia de sus colegiales. Las páginas que siguen, por tanto, tratarán de responder a las siguientes preguntas: ¿Qué fue y cómo funcionó realmente el Colegio de la Asunción? ¿Quién compuso su plantilla a lo largo de estos dos siglos? ¿Cómo afectó esa composición al discurrir histórico de la institución? ¿Hasta qué punto concuerda lo contado sobre este centro por la historiografía con lo que se descubre del estudio de las fuentes de archivo? Y, por último, ¿Dónde debe encuadrarse la institución de Pedro López dentro del organigrama educativo y de las instituciones de poder de la Época Moderna si se tiene en cuenta todo lo anterior? La elección de este objeto de estudio como temática sobre la que desarrollar un proyecto de tesis doctoral está motivada principalmente por dos razones. En primer lugar, por la propia trayectoria investigadora que venimos desarrollando desde 2014, pues ya desde entonces la realidad social del sistema colegial universitario de la Corona de Castilla en la Edad Moderna se convierte en la materia predilecta de nuestros trabajos. En segundo lugar, por la singularidad del caso del Colegio de la Asunción de Córdoba. Su preconización como herramienta de la Reforma Católica concebida por un particular, seglar para más señas, al modo de los colegios universitarios tradicionales, aun en un contexto geográfico carente de universidad, lo hacía especialmente interesante. Su estructura híbrida, palpable a simple vista, y alejada lo suficientemente de cualquier patrón habitual como para no poder ser catalogado como parte de ninguno de los modelos existentes, tan solo ahondaba en ese atractivo. Además, el uso que de él hicieran las élites locales, principales integradoras de este tipo de instituciones a lo largo del territorio castellano, resultaba incluso más prometedor. Fruto de todas estas concepciones, o posibilidades, es, precisamente, el título de este trabajo.
Finalmente, otro motivo ha contribuido también a la elaboración de esta tesis. En concreto, el pésimo trato historiográfico que el Colegio de la Asunción ha sufrido en los últimos cien años. A pesar de sus tantos siglos de historia, solo unos pocos historiadores se han sumergido en el estudio de la institución. Pero estos, en su particular empeño, se limitaron a trascribir algunos de sus documentos o aplicaron un enfoque exclusivamente institucional, con una metodología caduca e interesada que faltaba a la verdad histórica. La posibilidad de remendar tal situación y descubrir la realidad que bañaba a esta institución mediante la sistematización y el análisis de la información conservada en los archivos, por tanto, se revelaba también como una oportunidad maravillosa.
2.contenido de la investigación La investigación se diferencia en dos partes. Una primera orientada a la revisión y actualización de historia institucional del organismo, y otra dedicada al estudio de su componente social en todas sus facetas (estadístico, social, familiar, académico, de procedencia…). Los dos bloques, eso sí, forman parte de un mismo todo que no es posible entender si no se observa desde ambos prismas, por lo que su estudio estará entrelazado y la realidad condicionada en ambos sentidos. Como decíamos anteriormente, ¿qué es una institución si no un ente social vivo al que le dan forma sus integrantes? La primera de estas partes, a la que hemos denominado “aparato institucional”, repasa y amplia lo conocido hasta ahora acerca de la historia institucional de nuestro colegio. La flagrante carencia de fuentes, que se han ido perdiendo debido a la mala conservación de los fondos de archivo, nos ha empujado en ocasiones a tener en cuenta lo ya escrito por otros historiadores, a pesar de su dudosa factura. En cualquier caso, no se trata de ver quién escribe mejor la historia del colegio –no debería ser así como funcionara la historia–, sino de aportar nuevos datos que contribuyan a un mejor conocimiento de lo estudiado. Por ello, hemos creído conveniente enfocar nuestro estudio hacia aquellas cuestiones hasta ahora desconocidas que afloraban mediante la consulta de otras fuentes, ya fueran internas, fruto del propio discurrir del centro, aunque no estrictamente tocantes a su funcionamiento institucional, o externas. Así, las emanadas de los múltiples fondos y depósitos de archivo de la ciudad y de la antigua Corona de Castilla. Junto a estas, el uso de la fértil producción historiográfica sobre los colegios de la época nos ha permitido contextualizar y encuadrar al colegio como institución desde múltiples aristas temáticas y metodológicas.
De este modo, el primer capítulo versará acerca del ambiente educativo que envolvió a la fundación del colegio y a su posterior desarrollo. El segundo lo hará sobre el fundador, su familia y allegados, y la implicación de todos estos en la erección del centro y en sus primeros años. Finalmente, el tercero caminará a través de las etapas vitales de la institución, diferenciando claramente entre aquellas que significaron un cambio sustancial en la naturaleza y el discurrir del colegio, además de tratarse en él otras cuestiones que afectaron inherentemente a su funcionamiento.
El “aparato social”, por su parte, se adentrará en lo ignorado hasta ahora acerca del Colegio de la Asunción. Esto es, su plantilla colegial. Bebiendo de lo que mejores y más sabios historiadores han hecho antes que nosotros, en este bloque hemos pretendido radiografiar y plasmar el perfil sociológico del colegio como entidad viva, y el de sus colegiales, en tanto en cuanto pertenecientes a un contexto social concreto, atendiendo en todo momento al papel que jugaban el uno en el otro y viceversa.
El primero de estos capítulos, el cuarto en el cómputo global, se orienta hacia la realización de un análisis tipológico y evolutivo de los expedientes de limpieza de sangre, principal fuente documental de este estudio, ya que de ellos emanará gran parte de la información recabada acerca de la plantilla del colegio, y, de paso, nos permite observar la doble realidad que envuelve la historia del Colegio de la Asunción: una pretendida y otra encubierta. Se establecen así los parámetros por los que se rigió el centro a la hora de conformar su plantilla, y, en consecuencia, el perfil sociológico al que aspiraba la institución de manera oficial. Al mismo tiempo, se analiza el cumplimiento de dichos requisitos, o su desestimación, y lo que todo ello significó en la configuración del verdadero carácter social de los integrantes de la Asunción.
Una vez dispuesta la existencia de esta doble realidad, comienza el análisis global de la plantilla con el quinto capítulo. En esta sección se descubren los parámetros compositivos básicos del grupo poblacional del colegio en cuanto a miembros de la entidad, así como la significación de todo ello en el discurrir institucional del centro y en la postura resultante que asumía el organismo con respecto a sus homólogos. De este modo, nos adentraremos principalmente en las cifras y en su significado. Número de matriculados, evolución y ritmos de ingreso, tasa de cohabitación, índice de permanencia, abandonos y razones, y un balance ocupacional y de los ritmos formativos de los integrantes del colegio componen una primera parte de este capítulo. Un análisis, en definitiva, que nos permite hacernos una idea acerca del funcionamiento y la funcionalidad real del colegio, y del uso que de él hicieron sus miembros. Las hipótesis y conclusiones arrojadas en esta sección no hacen sino probarse aún más con el posterior estudio de las edades de acceso, formación previa y, sobre todo, origen geográfico que completan el capítulo. Todo lo cual, en su conjunto, nos pone sobre la pista de los principales rasgos sociales y sociológicos que verdaderamente definieron a la plantilla de la Asunción y, por consiguiente, dieron cuerpo a la institución como tal.
El capítulo sexto, por su parte, ha sido dedicado en exclusiva al estudio de las variables y posibilidades del factor que recorrió la espina dorsal del perfil social del Colegio de la Asunción. Nos referimos al parentesco. Es en esta parte donde nos adentramos en los altos índices de familiaridad que caracterizaron a la plantilla de esta institución, así como en los tipos de vínculos que estuvieron representados en su seno, y se desarrollaron en su interior, y en su alcance, no solo en términos cuantitativos sino también geográficos.
Partiendo de esa omnipresencia familiar como rasgo fundamental del aparato social del colegio, a lo largo del séptimo capítulo se recorre la procedencia social de los colegiales, según la profesión de sus progenitores y demás ascendentes, sus honores y su implicación en los grupos de poder de sus esferas geográficas. Todo ello permite concluir la radiografía social y sociológica de la plantilla de la Asunción y, con ello, definir definitivamente cuál fue la posición de la propia institución con respecto a las demás entidades educativa con las que compartía características funcionales.
En el último capítulo de este trabajo, finalmente, se indaga acerca de la vida de los asuncionistas una vez pasado su tiempo en el colegio, haciendo hincapié en los oficios que desempeñaron tras abandonar las celdas del establecimiento y las referencias que hicieron a su estancia en él. Así, logramos calibrar no solo la capacidad de colocación del centro y el cumplimiento del objetivo fundacional de Pedro López, sino también el impacto que tuvo la institución en la vida y la memoria de sus miembros.
3.conclusión A lo largo de esta investigación hemos diseccionado sectorialmente la pluridimensional historia del Colegio de la Asunción de Córdoba en sus siglos modernos. Como ya apuntamos en el apartado introductorio de este trabajo, se trata esta de una realidad que bien podría ser examinada desde multitud de prismas más (algo a lo que nos gustaría enfrentarnos más adelante en el proceso de construcción de una historia de la educación y el poder en la Córdoba Moderna), pero sobre la que creemos haber arrojado cierta luz en algunas de sus facetas mediante la realización de esta investigación.
Fundamentalmente, la pregunta a la que hemos tratado de dar respuesta a lo largo de este trabajo ha sido siempre la misma: ¿qué fue y cómo funcionó realmente el Colegio de la Asunción de Córdoba? Ahora podemos aseverar que, en líneas generales, esta institución fue, ante todo, una singularidad a la vez que una imitación. Estas dos características, en teoría opuestas y antónimas, se compenetraron y vertebraron la historia del colegio hasta el punto de configurarse este como una suerte de experimento institucional con multitud de similitudes y rasgos equiparables a los detallados por la historiografía acerca de los colegios universitarios, a los que trató de emular durante estos dos siglos que encuadran temporalmente nuestro estudio.
Su singularidad residió, principalmente, en su formulación jurídica. Así, el Colegio de la Asunción fue esencialmente una anomalía gestada en un contexto de cambio y de soluciones particulares para problemas globales. Así lo atestigua su estructuración como una institución emanada de los preceptos tridentinos que abogaban por una mejor y más cuidada formación sacerdotal (y que dieron lugar a la configuración de los seminarios conciliares), pero erigida a imagen y semejanza de los colegios universitarios de larga tradición en la Castilla Moderna.
La falta de una universidad a la que adherirse, sin embargo, le hizo carecer del carácter universitario al que aspiraba formalmente y, junto con la tutela que ejercieron los jesuitas sobre la institución, que se vio reforzada con el paso de los años, terminó por consolidar la original naturaleza de esta institución, que resultó, en pocas palabras, un híbrido fruto de sus circunstancias geográficas y cronológicas. De todo ello, además, se nutrieron el resto de los ingredientes inusuales que lo diferenciaron de los demás organismos educativos, lo que, para más inri, retroalimentó a su vez la excepcionalidad del organismo en su faceta institucional.
No obstante, no fue el único centro con este particular perfil, ya que la génesis y puesta en marcha del Colegio de la Asunción sirvió de modelo para la fundación de otro colegio de idénticas características en la ciudad de Marchena, la cual estaba fuertemente vinculada al contexto de la institución educativa cordobesa a través de la labor de los duques de Arcos, principales benefactores del Colegio de la Asunción y señores de aquella villa sevillana.
Del mismo modo, la Asunción también estuvo alejada de la casuística habituales en el resto de las entidades educativas castellanas en otros aspectos de su historia, como por ejemplo en su funcionalidad. Hemos podido comprobar en este trabajo cómo el colegio no sirvió jamás como herramienta de colocación ni como trampolín hacia las esferas administrativas de la Corona castellana, rasgo principal este de las instituciones universitarias de carácter colegial. Las familias, el nepotismo, las redes clientelares y, sobre todo, los colegios mayores siguieron ocupando y monopolizando este campo de actuación, impávidos, como pudiera esperarse, ante la incapacidad del Colegio de la Asunción para equipararse al poder de los últimos mencionados.
No fue esta, en cualquier caso, la funcionalidad predeterminada del colegio, sino el apoyo a la formación de aquellos aspirantes al sacerdocio pobres que no pudieran costearse sus estudios. Con ese propósito resolvió erigir la institución Pedro López en la segunda mitad del siglo XVI, imbuido de la filosofía de la Reforma Católica y del Concilio de Trento. Aunque tampoco en este caso cumplió la entidad cordobesa con su designio, o con los cauces habituales seguidos por las demás instituciones formativas, ya que siempre funcionó a medias tintas en su faceta de ente educativo, como prueba el hecho de que el grueso de la población colegial renunció a la beca tras finalizar los cursos de artes y filosofía que ofrecían los jesuitas en el Colegio de Santa Catalina. Así, se procuraron, a lo sumo, una formación básica, pero no teológica como fue la pretensión del fundador. Así lo avalan también las expulsiones acontecidas a lo largo de las dos centurias estudiadas, la ínfima tasa de permanencia de los becados y su frenético ritmo de sustitución.
Por el contrario, sí que se asemejó significativamente a los colegios universitarios, especialmente en lo que a colegios menores se refiere, en dos aspectos primordiales. Nos referimos, en primer lugar, a su verdadera funcionalidad. El colegio funcionó verdaderamente como una sala de espera en la que aguardar, y de la que beneficiarse, hasta lograr una posición más favorable, ya fuera de índole educativa, o profesional. Es decir, la institución fundada por Pedro López se configuró realmente como una antesala de las verdaderas plataformas de proyección social. Prueba de ello son la baja edad media de sus integrantes, el recurso del abandono de la beca tras conseguir una plaza en colegios de mayor entidad que el aquí tratado, los destinos que les aguardaron una vez fuera del centro, y, de nuevo, los resultados arrojados en el análisis de las permanencias de los becados. La diferencia con los colegios menores, en este caso, reside en el factor de proyección geográfico, que en este caso se revela fundamentalmente de índole regional, predominando la elección de los colegios de Granada y Sevilla tras el paso de los escolares por la Asunción de Córdoba.
El otro aspecto en el que se asemejará el colegio con sus homólogos universitarios castellanos será en el relativo a su composición social, si bien en este caso con algunos matices importantes derivados de su extraordinaria heterogeneidad. Así, todo grupo tuvo cabida en su seno, desde la nobleza titulada a los descendientes de los considerados oficios viles por las instituciones. En sus celdas convivieron los hijos y nietos de los repudiados por su condición de confesos con los vástagos de los más altos estratos sociales.
No obstante, serán estos últimos, las oligarquías rurales y los grupos de poder de la capital cordobesa que se encontraban en pleno proceso de ascenso a la cúspide social de la zona, los que disfruten mayoritariamente de sus becas, al igual que sucedía en los colegios menores dependientes de las universidades, todos ellos inmersos en un proceso único de oligarquización de su tejido social. Inherente a este hecho será, además, el paulatino aumento de las relaciones de parentesco, un rasgo también adjudicado a todos esos otros centros de formación superior que venimos mencionando. Por ende, la patrimonialización de las becas por parte de estas familias y la parasitación de la institución como un instrumento particular a su disposición, que resultó en un uso interesado de la entidad y de sus herramientas, fundamentalmente de los expedientes de limpieza de sangre.
En el transcurso de este proceso, además, las oligarquías que coparon las becas asuncionistas parecieron decantarse particularmente por la institución del médico del emperador, en detrimento del vecino Seminario Conciliar de San Pelagio, al que recurrieron con menor asiduidad. Los motivos de esta preferencia en términos de matriculación absoluta los desconocemos hoy día. Para suplir su falta habría que llevar a cabo un estudio comparativo de ambas entidades, pero, por ahora, con los datos obtenidos actualmente, podemos aventurar que podría haberse debido a la diferencia en el carácter de ambas instituciones o al uso que de ellas se hizo por parte de sus integrantes.
Finalmente, hubo un tercer punto que aspiró a convertirse en otro elemento de equiparación del Colegio de la Asunción con los universitarios castellanos, pero que eventualmente se reveló como una empresa estéril. Nos referimos a la cuestión de la identidad colegial. La entidad cordobesa trató de participar en el ecosistema colegial como uno más de los universitarios, a pesar de carecer de una universidad a la que afiliarse.
Con este propósito en mente, el colegio se recubrió gradualmente de formalismos institucionales, herramientas de control y muestras de su poderío, como ha podido observarse en el estudio de los, cada vez más regulados, expedientes de limpieza de sangre, en la defensa que hicieron algunos particulares, exmiembros del colegio, de la figura de este organismo, y en el encargo y elaboración de retratos en los que se representaran los logros de aquellos antiguos alumnos que más lejos llegaron. Aun así, a pesar de los esfuerzos, el colegio tampoco estuvo jamás a la altura de sus homólogos en este campo, careciendo completamente de una identidad colegial propia que sirviera de reclamo para los jóvenes de la ciudad de Córdoba y alrededores y les mantuviera vinculados practica e ideológicamente durante su estancia y en los tiempos posteriores a esta.
Así lo hemos podido comprobar en el análisis de las estancias de los asuncionistas, donde los abandonos se han revelado generalizados y las faltas de decoro y respeto han salido a la luz como una realidad habitual. Prueba de ello es también el incumplimiento de los requisitos de acceso de los aspirantes a colegiales, y, en consecuencia, de lo estipulado en las constituciones acerca del perfil que debía definir a los miembros de este establecimiento formativo, así como el desconocimiento que de su propia plantilla achacaba la institución. En la cara opuesta de esta misma moneda estará, además, la carencia de un orgullo corporativo de aquellos que residieron en las celdas de la Asunción, como sí había sucedido con las “familias colegiales” que se confeccionaron en las altas esferas de poder entre aquellos que habían sido miembros de una misma alma mater y que presumían, y se valían, de ello con asiduidad.
La conjunción de todos los factores mencionados (ausencia de una identidad propia fuerte, alejamiento de su función educativa original, incapacidad para convertirse en una palanca de colocación efectiva, y patrimonialización de sus becas en clave familiar) arrinconaron en sus funciones al colegio hasta situarlo prioritariamente como un mero espacio de sociabilidad de las élites de la región, con especial incidencia entre aquellos que pugnaron por un puesto en el cabildo catedralicio, quienes se sirvieron de esta singular herramienta de cohesión con intención de apuntalar su posición social y continuar entretejiendo sus redes de influencia. La formación de sacerdotes, si bien no desapareció por completo, quedó relegada a la asistencia educacional básica, pero no teológica, de aquellos que sí consideraron oportuno beneficiarse de las becas que ofrecía la institución.
El singular modelo formativo del Colegio de la Asunción, ideado por Pedro López y nacido del impulso de la Reforma católica, tuvo, por tanto, un recorrido también particular, en el que se reveló como una tercera vía, híbrida entre los colegios universitarios y los seminarios preconizados por Trento. En conclusión, la pervivencia de este modelo y el funcionamiento de la institución, fallida en su finalidad original, estuvieron ligados en realidad a la instrumentalización que en clave local hicieron de él sus integrantes y verdaderos regidores.
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