Se ha realizado un estudio epidemiológico en torno a la patología ocular de etiología laboral en Fremap, Mutua Colaboradora con la Seguridad Social nº 61, en el periodo bianual 2014-2015 con el fin de identificar factores de riesgo en torno a la siniestralidad oftalmológica, cuantificar los costes y poder desarrollar elementos de intervención en torno a educación sanitaria, junto a medidas preventivas y terapéuticas que constituyan puntos clave para contribuir a que ésta sea minimizada. El tamaño de la muestra ha sido de 4762 procesos y los datos muestran una afectación mayoritaria en varones, de entre 31-50 años, por cuerpos extraños, contusiones y causticaciones. El diagnóstico más frecuente ha sido el cuerpo extraño corneal, pero en mujeres predomina la quemadura química. El sector servicios mostró el mayor número de sucesos, especialmente en colectivos de limpieza y cocina. Otro sector diana sobre el que se tienen que fijar actuaciones en materia de seguridad es el sector primario, principalmente en la agricultura. Se refleja un problema sociosanitario en torno a la salud visual de la población trabajadora aún no resuelto. El ojo humano resulta muy vulnerable ante riesgos de naturaleza mecánica, física o química en el trabajo por lo que se deben utilizar los equipos de protección individual necesarios a cada riesgo al que se está expuesto con mayor severidad. No obstante, estos equipos presentan ciertas limitaciones y es preciso mejorar algunos aspectos de las gafas de seguridad en torno a las necesidades para las que fueron creados. Los trabajadores precisan empoderarse en su seguridad y autocuidado, reforzando la cultura preventiva. Las empresas deben concebir los costes en prevención como inversión en salud de sus trabajadores y, por tanto, de su productividad. Por ello, resulta fundamental una adecuada evaluación de riesgos presentes en cada puesto de trabajo para la toma de medidas necesarias, tanto de tipo colectivo como individual. Es necesario detectar incumplimientos en materia preventiva o irregularidades en la dotación y utilización de EPI por parte de las empresas y sus trabajadores. Son necesarias intervenciones educativas hacia la población, estableciendo estrategias de prioridad. Los profesionales sanitarios asistenciales deben optimizar su atención y manejo inicial del trauma ocular, identificando signos y síntomas de alarma y adoptar criterios claros de derivación al especialista oftalmólogo. En este marco, la presencia de guías clínicas puede suplir posibles carencias formativas, facilitar la toma de decisiones, homogeneizar criterios y evitar la variabilidad clínica existente. Contar con registros generales de notificación de sucesos oftalmológicos en el trabajo puede resultar una herramienta eficaz para conocer más a fondo las circunstancias y características de cada suceso, de cara a que grupos de expertos los analicen y puedan extraer conclusiones que ayuden a concretar medidas globales de mejora. Paliar los daños oculares en el trabajo debe constituir un desafío para todos los actores implicados en salud laboral, tomando conciencia de las consecuencias humanas y socioeconómicas que acarrean.
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