Esta tesis tiene como principal objetivo identificar factores que favorecen y dificultan la salida de las mujeres del círculo de la pobreza. La propuesta teórica recurre a la teoría de las capacidades básicas, en sus aspectos relacionados con el despliegue de la agencia y la conformación y ajuste de las preferencias en condiciones de adversidad e introduce una perspectiva teórica-metodológica de explicación por mecanismos que identifica algunos microfundamentos del fenómeno en estudio. Se organiza en dos grandes bloques informativos interrelacionados: i) la descripción del medio social circundante, el conjunto de oportunidades de las mujeres y los programas de transferencias monetarias y ii) los aspectos cognitivo-decisionales: identificación y análisis de agencia, disonancias, tensiones y mecanismos subyacentes. El diseño metodológico corresponde a una Investigación Cualitativa Longitudinal (ICL) que estudia el caso de 21 mujeres beneficiarias de programas de transferencias monetarias en la ciudad de Viña del Mar-Chile. El modelo de análisis considera dos fases de recogida de datos, el bienio 2005-2006 y el bienio 2017-2018. Para la recogida de información se realizaron 28 entrevistas en profundidad con mujeres en situación de pobreza y 10 entrevistas semiestructuradas con personas expertas en el diseño, gestión y ejecución de programas sociales. La tesis presenta dos catálogos de mecanismos psicosociales para identificar patrones recurrentes y secuencias causales que ayuden a explicar el porqué de algunas de las decisiones que toman las mujeres en contextos restrictivos, así como el papel de la política pública en el desarrollo, o no, de las capacidades básicas y el despliegue de la agencia. Los resultados de la investigación apuntan a 3 grandes tendencias. En primer lugar, tras doce años, las mujeres mantienen situaciones de pobreza crónica y multidimensional, donde la carencia de ingresos y la privación simultánea de capacidades básicas se retroalimentan entre sí, ofreciendo un escenario complejo en el que las transferencias monetarias, aunque necesarias, son insuficientes para generar cambios significativos en la economía de las familias. En segundo lugar, los relatos apuntan a la presencia de un patrón dominante de mujeres realistas que desarrollan procesos adaptativos conscientes, sin recurrir al autoengaño, y que no son pasivas ni se resignan ante la adversidad. En tercer lugar, se observa que tras decisiones aparentemente subóptimas subyacen cogniciones, estrategias, racionalidad ecológica y saberes prácticos que permiten la adaptación y la sobrevivencia en condiciones de gran precariedad. Por la combinación de estos factores, las dificultades de las mujeres para romper el círculo de la pobreza no derivarían de un problema de pasividad, falta de esfuerzo o de elecciones individuales subóptimas, sino que, responderían a las restricciones del conjunto de oportunidades. Gran parte de las decisiones de las mujeres, aunque intencionales, no tienen capacidad de impactar, transformar o mejorar su situación. Por su parte, los programas de transferencias monetarias no parecen ampliar el conjunto de oportunidades y libertades disponibles para las mujeres. La introducción de las condicionalidades, a partir del año 2013, actúa en sentido contrario y refuerza un modelo de “maternalización” y familiarización del bienestar que corresponsabiliza a las mujeres, en tanto madres, de la consecución de sus objetivos e incentiva salidas laborales precarias, como el autoempleo o los microemprendimientos en el sector informal de la economía. Considerar las consecuencias de las condicionalidades, la manera particular en que las mujeres experimentan la pobreza y los factores (económicos, sociales y cognitivos) que le restan capacidad de agencia permitiría diseñar programas de reducción de la pobreza más eficientes, justos y sensibles.Programas en los que las mujeres sean un fin en sí mismas y no un medio para el bienestar de otros
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