El campo cultural nicaragüense se desarrolla en una modernidad dependiente en donde conviven formas económicas y sociales pre-modernas y modernas, hecho que sitúa a la sociedad en la paradoja de convivir entre dos mundos, el de la aldea global posmoderna y el de la local, periférica, alejada de las metrópolis rectoras de los hábitos, gustos, y modas culturales. Ello genera la carencia de una cultura democrática que facilita la instauración de regímenes de carácter dictatorial frente a los cuales los intelectuales han de tomar posición: en la medida en que la coyuntura se aboca a una situación límite, mayor es la responsabilidad de los escritores y artistas, que, ejerciendo una actitud crítica, se comprometen en aras de exigir justicia y libertad. En el ejercicio de la cultura de la resistencia, las formas narrativas expresan las contradicciones vitales del ser humano y la búsqueda permanente de la comprensión de la evolución social e histórica del país.
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