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Efectos sobre la salud de la ingesta de fibra y su adecuacion a las recomendaciones en niños europeos

  • Autores: Susana Larrosa Capacés
  • Directores de la Tesis: Joaquin Escribano Subías (dir. tes.), Verónica Luque Moreno (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat Rovira i Virgili ( España ) en 2021
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Albert Balaguer Santamaría (presid.), Natàlia Ferré Pallàs (secret.), Antonio Moreno Galdó (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Biomedicina por la Universidad Rovira i Virgili
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: TDX
  • Resumen
    • JUSTIFICACIÓN La ingesta de fibra dietética se ha relacionado con la salud digestiva y cardiovascular en adultos, pero existen escasas evidencias de esta relación durante la infancia.

      Los beneficios fisiológicos de la fibra sobre la salud provienen de sus propiedades de viscosidad y fermentabilidad. Los efectos principales derivados de la viscosidad de la fibra son los responsables de sus acciones sobre el metabolismo lipídico e hidrocarbonado (al disminuir su absorción) y la sensación de saciedad. Aunque es la fermentabilidad de la fibra, en contacto con la microbiota colónica, la propiedad más importante ya que de ella derivan multitud de efectos tanto locales como sistémicos.

      Los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que resultan del proceso de fermentación⁠, están implicados en funciones beneficiosas para la salud cardiovascular y digestiva del adulto. Tienen un efecto protector de barrera intestinal, una acción antiinflamatoria tanto local como sistémica, participan en el correcto funcionamiento del sistema inmunológico intestinal, actúan como acción de defensa contra la carcinogénesis colónica, tienen un efecto prebiótico y pueden actuar sobre otros órganos por ejemplo modulando el apetito o la sensibilidad periférica a la insulina.

      En adultos, se ha relacionado la ingesta inadecuada de fibra dietética en la patogénesis de enfermedades asociadas a riesgo cardiovascular como la hipercolesterolemia, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y la obesidad, así como enfermedades gastrointestinales incluyendo el estreñimiento, el síndrome del intestino irritable, la colitis ulcerosa, la enfermedad diverticular y el cáncer colorrectal⁠. En la actualidad, se estima que una ingesta entre 25-35 g/día de fibra dietética en adultos, puede contribuir a disminuir la prevalencia de algunas de estas enfermedades.

      En niños, el efecto de la ingesta de fibra durante toda la infancia sobre la salud cardiometabólica y otros aspectos de la salud no está bien determinado, lo que hace que las recomendaciones de ingesta de fibra en pediatría actualmente se basen en una extrapolación de las recomendaciones indicadas para los adultos, desconociéndose si el consumo inferior a estas cantidades tendría algún efecto real sobre la salud a corto y largo plazo, ya que son escasos los estudios realizados en este aspecto en niños hasta la fecha.

      Es necesario por tanto evaluar el efecto del consumo de fibra sobre la salud infantil para poder establecer recomendaciones de ingesta saludables en este grupo de edad, y ver si se las recomendaciones actuales son eficaces.

      OBJETIVOS Nos propusimos analizar la ingesta de fibra dietética en niños de cinco países de Europa, desde el nacimiento hasta los 8 años de edad, para describir la ingesta en función de la edad y del país de origen, cuáles fueron las principales fuentes de fibra y valorar su relación con diferentes parámetros de salud cardiometabólica como los lípidos en sangre, la presión arterial y el metabolismo de la glucosa. Quisimos también valorar el grado de adecuación a las recomendaciones actuales de ingesta de fibra en la infancia y la relación de esta adecuación con los marcadores de salud mencionados. Por último, pretendimos sugerir una ingesta recomendada común de fibra para niños en Europa basada en los beneficios sobre la salud cardiometabólica.

      METODOLOGÍA Se trata de un estudio longitudinal observacional en el que se registró la ingesta dietética mediante diarios de 3 días a los 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 12 meses y a los 2, 3, 4, 5, 6 y 8 años, en niños participantes en el Ensayo EU-CHOP Childhood Obesity Project (NCT00338689), realizado en Alemania, Bélgica, Italia, Polonia y España.

      Las cantidades de alimentos registrados fueron codificadas por nutricionistas de investigación capacitados siguiendo procedimientos estandarizados y se introdujeron en un programa específico para su conversión a nutrientes. Se calculó el promedio de ingesta de energía (kcal/ día), fibra (g/ día, g/ 1000 kcal) y macronutrientes (g/ día, g/ 1000 kcal y como % del total de energía) de los 3 días. Además, se cuantificó la cantidad de fibra (g, g/ 1000 kcal) en función de su fuente alimentaria como aquella proveniente de cereales y derivados (como aproximación a la fibra insoluble), frutas y verduras (como aproximación a la fibra soluble), patatas y tubérculos (como aproximación al almidón resistente) y la de legumbres y frutos secos que contienen diferentes tipos de fibras (solubles, insolubles y almidón resistente).

      Los niños se clasificaron en función del cumplimiento de las diferentes recomendaciones. La adecuación a las recomendaciones de la American Academy of Pediatrics (AAP) (0.5g/kg y la edad + 5), tal y como indica este organismo oficial, se calculó a partir de los 3 y los 2 años respectivamente. La adecuación a las recomendaciones de las ingestas dietéticas de referencia de la National Academy of Sciences (NAS) (14g de fibra total por cada 1000 kcal al día) y de la European Food Safety Authority (EFSA) (2 g/MJ o 8,4 g/1000kcal) se calculó a partir del año de vida, tal y como establecen sus documentos oficiales.

      A los 8 años se analizaron las medidas de peso (kg), talla (cm), cálculo del índice de masa corporal (IMC) (kg/m2) y circunferencia de cintura (cm); la presión arterial sistólica y diastólica (mmHg) y los análisis bioquímicos (colesterol total, colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad (LDL), el colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (HDL), los triglicéridos, la insulina, la glucosa y la homeostasis para resistencia a la insulina (HOMA-IR)). Estos parámetros se combinaron en una puntuación de riesgo cardiometabólico mediante la suma de sus puntuaciones z internas, de manera que, una puntuación más alta indicaba un perfil cardiometabólico menos favorable. Esta puntuación podría comprender valores dentro de un rango de hasta ± 14 puntos.

      Para definir el grupo de riesgo de síndrome metabólico se consideró tener dos o más de los factores de riesgo habituales por encima de los valores de normalidad aceptados para niños (relación cintura-talla, HOMA-IR, triglicéridos, colesterol HDL, tensión arterial sistólica y/o diastólica).

      Se calculó el porcentaje de adecuación a las recomendaciones en todas las edades. Se analizó la ingesta de fibra y su adecuación a las recomendaciones en relación a los parámetros de salud cardiometabólica a los 8 años de forma transversal y longitudinal (mediante análisis de regresión lineal y modelos ANOVA respectivamente).

      Se realizó un análisis de área bajo la curva para determinar qué ingesta de fibra a los 8 años (g/1000kcal) podría ser sensible y específica para determinar resistencia a la insulina, síndrome metabólico o tensión arterial elevada.

      Se analizaron los factores condicionantes de la adherencia a las recomendaciones de la EFSA a los 1, 2, 3 y 8 años de vida.

      La significación estadística se aceptó al nivel de p <0,05.

      Todos los análisis estadísticos se realizaron con IBM SPSS Statistics para Windows, Versión 26.0 Released 2019.

      El estudio cumplía con los requisitos éticos de la Declaración de Helsinki.

      RESULTADOS Un total de 587 niños asistieron a la visita a la edad de 8 años (277 niños, 310 niñas). Entre ellos, 400 participantes (51,8% niñas) completaron el diario dietético de 3 días. La ingesta de fibra se mantuvo estable durante toda la infancia entre 6-8 g/1000 kcal al día. Alemania fue el país con la ingesta de fibra más alta a la edad de 8 años. La fibra soluble fue el tipo de fibra consumida de forma prioritaria durante el primer año de vida para posteriormente igualarse a la fibra de tipo insoluble siendo ésta la prioritaria a partir de los 5 años. En los análisis transversales, los modelos de regresión lineal ajustados mostraron una asociación entre la ingesta de fibra dietética a los 8 años y la salud cardiometabólica a la misma edad, aunque no alcanzó la significación estadística, sin embargo, en el estudio longitudinal se observó que los niños que permanecieron repetidamente en el tercil más bajo de ingesta de fibra durante la infancia tenían niveles de glucosa más altos (p = 0.04), un HOMA-IR más alto (p = 0.004), una puntuación de riesgo cardiometabólico más alta (p = 0.02) y una tendencia hacia una presión arterial sistólica (PAS) más alta a los 8 años. Cuanto mayor fue la ingesta dietética de fibra soluble (de frutas y verduras) a los 8 años, menor fue el HOMA-IR y la puntuación de riesgo cardiometabólico (p = 0.002; p = 0.03). La presión arterial sistólica se asoció directamente con la fibra de la patata e inversamente con la fibra de los frutos secos y las legumbres.

      La ingesta promedio del grupo de niños que permanecieron repetidamente en el tercil más bajo de ingesta de fibra durante la infancia fue de 6.7 g/1000 kcal al día. Una ingesta superior a ésta podría considerarse cómo favorecedora de mejores marcadores de salud cardiometabólica en la infancia.

      Los análisis de curva ROC para definir un nivel de ingesta de fibra dietética óptimo a los 8 años, para mejorar los parámetros cardiometabólicos, fue infructuosa, no permitiendo establecer un nuevo nivel de corte de consumo para establecer recomendaciones de ingesta saludables.

      De forma general, la mayoría de niños no cumplía con las recomendaciones actuales de ingesta de fibra de las sociedades científicas según la edad. De todas formas, no se observó ningún efecto de la adecuación del consumo a las recomendaciones sobre la salud a los 8 años, tanto en los estudios transversales como longitudinales.

      CONCLUSIONES Los niños que consumen constantemente menos cantidades de fibra tienen niveles de glucosa más altos, peor tolerancia a la glucosa, peores cifras de tensión arterial sistólica y un puntaje general de riesgo cardiometabólico más alto a los 8 años. Una mayor ingesta de fibra proveniente de frutas y verduras mejora los niveles de tolerancia a la glucosa y baja las puntuaciones de riesgo cardiometabólico. El consumo de fibra de legumbres y frutos secos se asocia con una tendencia a una menor presión arterial sistólica a los 8 años.

      Los niños mantienen un consumo de fibra estable durante la infancia por lo que estos resultados avalan la importancia de adquirir una dieta saludable desde la niñez que incluya una dieta rica en fibra dietética de frutas, verduras, legumbres y frutos secos, debido a sus aparentes beneficios a corto y largo plazo.

      No se pudo definir un valor de ingesta de fibra con efectos beneficiosos sobre la salud a los 8 años que pudiera establecerse como nueva recomendación, pero una ingesta de fibra mantenida a lo largo de los años por encima de 6.7 g/1000 kcal al día podría considerarse cómo un valor de ingesta seguro, en edades tempranas, que mejora marcadores de salud cardiometabólicos.

      Un porcentaje elevado de la población infantil tiene una ingesta de fibra inferior a las ingestas adecuadas según la EFSA, pero el hecho de no alcanzar estas ingestas no implica un empeoramiento de la salud cardiometabólica en estas edades.


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