Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA) son patologías graves, complejas y de difícil abordaje. Tienen la mayor tasa de mortalidad global de las enfermedades mentales, especialmente en el caso de la anorexia nerviosa. Estos trastornos conllevan importantes problemas sanitarios y sociales con un elevado impacto en la salud pública y graves consecuencias en quienes la padecen, familiares y su entorno.
La anorexia nerviosa (AN) está asociada con una pérdida severa de peso, temor intenso a engordar y distorsiones en la percepción de la imagen corporal. La conjunción de numerosos factores hace que el curso clínico sea largo y complicando y requiera de un protocolo terapéutico con diferentes niveles de intervención. Los tratamientos no son efectivos en muchas ocasiones, presentándose un elevado índice de recaídas y alta tasa de cronicidad. Por lo tanto, son necesarios estudios que contribuyan a la identificación de marcadores biológicos que permitan una mejor estratificación del riesgo, así como del seguimiento del curso de la enfermedad y la respuesta al tratamiento.
Las pacientes presentan en su clínica evidencias de importantes anomalías inmunológicas, metabólicas y hormonales. En múltiples ocasiones los estudios realizados, especialmente en lo que concerniente a alteraciones del sistema inmunológico, no muestran consistencia en muchos de los hallazgos descritos, en parte, por falta de homogeneidad en los propios grupos de estudio.
El presente trabajo parte de la motivación de profundizar en la evaluación de marcadores inmunológicos, metabólicos y hormonales, así como en la detección de biomarcadores clínicos de la enfermedad, en un grupo de pacientes diagnosticadas con AN y otros trastornos alimentarios y de la ingesta especificados (OTAIE) y con unas características definidas, siendo todas las pacientes de sexo femenino, adolescentes y en su primer episodio de la enfermedad. Incluye tres estudios basados en datos recogidos en el marco del estudio integral ANABEL (Anorexia Nerviosa en Adolescentes: Biomarcadores de Evolución Longitudinal), un estudio longitudinal diseñado para evaluar variables bioquímicas, inmunológicas, clínicas, familiares y sociales de utilidad en el diagnóstico, seguimiento y pronóstico de AN de inicio en la adolescencia. Globalmente, el estudio realizó un seguimiento de 66 pacientes durante un año (46 AN restrictiva, 11 AN purga/atracón, y 9 OTAIE). En este trabajo se presentan resultados de los análisis de células sanguíneas y subpoblaciones linfocitarias, adipocitoquinas y otras proteínas implicadas en respuestas inmunes e inflamación y determinadas hormonas relevantes para el trastorno.
En el primer estudio, realizado en tiempo basal, se observó como hallazgo principal la presencia de linfocitosis relativa como consecuencia de una mayor producción de linfocitos T y linfocitos B en la población de estudio. Esto parece ser un mecanismo de adaptación para mantener la respuesta inmune adaptativa en condiciones de bajas ingestas. En particular la subpoblación T CD4+ naïve se modificó de forma proporcionalmente inversa a la magnitud de la malnutrición juzgada por el Z score del IMC. El segundo estudio se realizó con un diseño de pares caso-control dirigido a reducir posibles factores de confusión involucrados en las discrepancias relacionadas con los marcadores inmunológicos en AN. De acuerdo con la literatura, los resultados confirmaron cambios significativos en los niveles de las adipocitoquinas, leptina y adiponectina, así como en el cortisol en comparación con los pares controles. Sin embargo, no se encontró una clara alteración de las citoquinas proinflamatorias en la etapa temprana del desarrollo de la AN, lo que contradice hallazgos publicados previamente descritos en pacientes con AN con características variables. Podría esta tendencia hacia la activación basal del sistema inmune ser una mecanismo más tardío que la linfocitosis relativa y por tanto no sería evidente en pacientes de primer episodio. Finalmente, el tercer estudio reveló, tras doce meses de tratamiento, la persistencia de alteraciones en los niveles de ferritina, estradiol, T3, adipocitoquinas y receptor soluble de leptina, en pacientes que al inicio presentaban distinto grado de severidad de acuerdo al IMC. Estas alteraciones estarían poniendo de manifiesto la permanencia de mecanismos de adaptación metabólica a bajas ingestas a pesar de la importante recuperación ponderal producida tras los doce meses de tratamiento. Mas allá, encontramos que el grupo de pacientes con características antropométricas saludables tras los doce meses de tratamiento continuaban mostrando niveles alterados de ferritina, estradiol y receptor soluble de leptina, lo cual parece ser indicativo de la necesidad del mantenimiento de mecanismos de compensación incluso en los casos de normopeso y de que transcurrido un año, siguen existiendo diferencias tanto en masa corporal como en marcadores metabólicos respecto al grupo control en pacientes con buena respuesta al tratamiento.
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