A partir del siglo XI, las fronteras de la cristiandad latina comenzaron a dilatarse hacia todas direcciones en detrimento de sociedades no cristianas o con variantes del cristianismo. La Península Ibérica no fue ajena a este fenómeno y los diversos reinos y condados cristianos se expandieron sobre al-Andalus. A inicios del siglo XII las conquistas catalanas experimentaron un gran impulso: en 1105 se tomó Balaguer, en 1118 se inició la organización y colonización del Camp de Tarragona, y, en 1148 y 1149, Tortosa y Lleida fueron conquistadas respectivamente. Este territorio es el que se conocería como la Catalunya Nova. Además, estos últimos episodios contaron con el beneplácito papal, ya que en 1145 el papa Eugenio III publicó una bula de cruzada en la que también incluyó la Península Ibérica.
A pesar de ofrecer unas condiciones de capitulación favorables, se constata que fueron pocos los musulmanes que optaron por quedarse en la Catalunya Nova. De este modo, los episodios militares dieron paso a un proceso de substitución de población: los indígenas fueron remplazados por colonos cristianos procedentes de las regiones de origen de los conquistadores. Esta sustitución se articuló alrededor del repartimiento, el cual se erigió como una doble herramienta: por una parte, servía para compensar a los conquistadores, por otra parte, las escrituras de donación contenían cláusulas como ut sis stator et habitator que conminaban a los beneficiarios a asentarse en el territorio. De este modo, se iniciaba la colonización y la conquista pasaba a ser irreversible.
Los procesos de repartimiento y colonización han quedado registrados en centenares de escrituras. Estas también muestran la formación de una nueva sociedad feudal en la Catalunya Nova y las consecuentes transformaciones del espacio urbano y rural. Los protagonistas de los documentos son, a su vez, los colonizadores y agentes del cambio. El origen de muchos de los individuos es identificable gracias a la Revolución Antroponímica, un fenómeno que tuvo lugar entre los siglos XI y XII y que, entre otros aspectos, añadió un segundo elemento al nombre. A menudo, este apellido es un topónimo o gentilicio, por lo que en las escrituras se puede encontrar un Pere de Sentmenat, un Bertran de Tolosa o un Gelabert Anglès. A partir de la antropotoponímia, en la Catalunya Nova se ha identificado a colonos procedentes de la Catalunya Vella, aragoneses, anglonormandos, genoveses y occitanos.
El objetivo de esta tesis doctoral es estudiar el colectivo de colonos occitanos. A tales efectos, se ha identificado a los individuos en los índices onomásticos de los repertorios documentales para posteriormente realizar un estudio prosopográfico individualizado. La elaboración de fichas ha permitido obtener y gestionar todas las informaciones de las escrituras. En mayor o menor medida se ha podido reconstruir el conjunto de posesiones que detentó un individuo, así como su tipología, localización y gestión; también la situación económica, la posición en la sociedad colonial, el entorno familiar, y, por último, el entorno social y la relación con los otros colonos. En definitiva, la suma de diferentes casos particulares ha permitido establecer patrones que, en última instancia, contribuyen a generar un mejor conocimiento sobre los movimientos de migración y colonización medievales.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados