El consumo de bienes chinos en ciudades europeas en el siglo XVIII es una evidencia de la intensificación de las relaciones comerciales entre el Lejano Oriente y Europa dentro del marco de la globalización temprana. Seda, porcelana, lacas y otros productos viajaron hasta Occidente para saciar un nuevo estilo de consumo en los hogares de los europeos. En este trabajo se presenta un análisis de este consumo de bienes chinos, el cual está basado en indicadores construidos a través de fuentes notariales de dos ciudades: Sevilla y Marsella.
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