“Probablemente los ríos sean los ecosistemas más degradados y existen pocas evidencias de que eso vaya a cambiar en el futuro cercano” (Dudgeon 2010). Los ríos son ecosistemas indispensables para la conservación de las comunidades acuáticas y ocupan un lugar vital en la vida de las personas, por lo cual resulta fundamental aportar conocimiento que permita conservarlos. Los ríos con planicies de inundación son reconocidos como áreas de alta productividad biológica y alta diversidad asociadas al tamaño, la heterogeneidad espacial y la dinámica de flujo (Sparks, 1995). Las llanuras de inundación proporcionan una variedad de servicios ecosistémicos, por lo cual tienen mayor valor económico que otros tipos de ecosistemas (Constanza et al., 1997), sin embargo, estos ambientes se encuentran entre los más amenazados a escala mundial (Tockner y Stanford 2002). La hidrología es el principal motor de la dinámica de los sistemas lóticos. Los ríos de llanura con escasa o nula modificación, la fauna acuática presenta adaptaciones a los regímenes de flujo natural (Poff et al., 1997). En este contexto, las modificaciones de los ríos relacionados a los usos humanos tales como represas, riego, navegación, entre otros, se asocian con la reducción de la productividad y diversidad de los peces, y frecuentemente, con invasiones de especies exóticas (Moyle y Light 1996, Bunn y Arthington 2002; Tockner y Stanford, 2002). Para mitigar estos efectos no deseados, las estrategias de restauración de los sistemas hídricos se centraron en la regulación de los flujos de agua dulce para mantener la integridad ecológica; sin embargo, los datos necesarios para apoyar estas estrategias son escasos (Naiman et al., 1995; Richter et al., 1997). El área de estudio del presente trabajo fue un tramo del río alto Paraná, ubicado en la provincia de Corrientes, Argentina. Este río tiene una extensión de 2.570 Km y nace de la confluencia de los ríos Paranaíba y Grande (Brasil) y juntamente con los ríos Paraguay, Uruguay y el Río de la Plata conforman la cuenca del Plata (Quirós, 1990; Paoli y Cacik, 2000). En términos del área de drenaje, es el segundo de América del Sur y el quinto en el mundo (Welcomme, 1985). Está dividido en cuatro tramos: superior, alto, medio e inferior (Bonetto, 1994). El alto Paraná se extiende desde Itaipú hasta la confluencia con el río Paraguay y al igual que todos los afluentes del tramo superior está represado. Si bien en la actualidad existe solo una represa correspondiente al emprendimiento hidroeléctrico Argentino-Paraguayo de Yacyretá, está planificado para su construcción la represa de Corpus que estaría ubicada en el tramo entre Yacyretá e Itaipú. Algunas de las modificaciones esperadas en el tramo estudiado son comunes a otros grandes represamientos. Todas ellas se relacionan directa o indirectamente a cambios en el régimen hidrológico, entre las que se destacan modificaciones de las variaciones naturales de caudal debido a la operación de turbinas, compuertas de vertederos y esclusa de navegación, alteración del transporte de sólidos en suspensión en el río por sedimentación de clastos finos en el embalse y erosión aguas abajo, lo que genera modificaciones de la geomorfología fluvial, como consecuencia de los cambios en la dinámica de erosión y sedimentación (Agostinho et al., 2004). Sin embargo, las represas de llanura como Yacyretá no afectan los ciclos de estiaje-inundación y erogan caudales medios similares a los que el río poseía en su estado primigenio, permitiendo que en la actualidad la similitud relativa entre el régimen hidrológico actual y el propio del río Paraná, sostengan en el tiempo las poblaciones de peces migratorios como el surubí, el dorado, el sábalo y la boga, las que consiguen adaptarse a las nuevas condiciones impuestas en el sistema. El Paraná tiene un régimen hidrológico irregular, las inundaciones ocurren una a tres veces al año por periodos de dos semanas a tres meses, y las fluctuaciones de agua son relativamente pequeñas (2 a 6 m) (Carignan y Neiff, 1992). Otra cuestión a destacar en el sistema es el aporte del Río Paraguay, cuya confluencia unos 200 km aguas abajo de Yacyretá determina que los efectos de la represa disminuyan fuertemente, pudiendo actuar como buffer en períodos donde la vulnerabilidad del sistema sea mayor, tal como suele ocurrir en prolongados estiajes o cuando ocurren floraciones de algas en el embalse (Bechara et al., 2001). En la zona de muestreos, diferentes estudios llevados a cabo por el Instituto de Ictiología del Nordeste, pudieron observar que la boga, Leporinus obtusidens, viene incrementando tanto en número como en biomasa. Por otro lado, algunas especies de menor porte fueron afectadas, aunque la composición de la ictiofauna en este tramo del río no se vió sustancialmente modificada.
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