A lo largo del periodo de estudio se produjeron grandes cambios en la agricultura española, que evolucionó de una agricultura tradicional a un modelo industrializado en pocas décadas. Dicha transición tuvo repercusiones muy importantes en la sostenibilidad de la agricultura y en particular en los flujos hídricos asociados a la producción agrícola, ya que la nueva agricultura requirió, entre otras transformaciones, de una expansión sin precedentes de la superficie irrigada (~300%) y consecuentemente de las infraestructuras de riego. Paralelamente, sucedieron otros cambios estructurales, como los cambios de ubicación espaciotemporal de los cultivos, los cambios de manejo y varietales, especialización en cultivos de mayor rentabilidad y el abandono de tierras marginales de secano. Partimos de la hipótesis de que la industrialización, aumentó las emisiones de GHG asociadas a los regadíos y operó sinérgicamente con el cambio climático, modificando los flujos hídricos de los agroecosistemas. Los objetivos principales del estudio son: (i) estimar la evolución de las emisiones de Greenhouse Gases (GHG) atribuibles a los regadíos españoles mediante un Life-Cycle Assessment; (ii) estimar la evolución de los flujos hídricos causada por el conjunto de los cambios ocurridos, incluyendo clima y cropland; (iii) aislar la repercusión del cambio climático y cuantificar su efecto en la evolución de los flujos hídricos. Para estimar la evolución de dichos flujos (modelo FAO-56), se combinaron indicadores de amplio uso en la literatura, como Crop Water Requirements (CWR), Actual Evapotranspiration (AET) y Green Water (GW) and Blue Water (BW), con un indicador de nueva creación denominado Violet Water (VW). Esta nueva métrica da cuenta del estrés hídrico y se define como la fracción de los CWR que no puede ser satisfecha por la precipitación que reciben los suelos agrícolas. Los resultados obtenidos muestran que las emisiones de GHG atribuibles a los regadíos se multiplicaron por 20 de 1900 a 2008. Este aumento fue causado por incremento de las infraestructuras de riego, las emisiones de metano que éstas producen y la energía necesaria para los sistemas de riego a presión. En cuanto a la evolución de los flujos hídricos, los CWR de los cultivos aumentó entre 1922 y 2016 en un 17.5%, el VW en un 54% y la AET en un 21.1%. Una vez separado del efecto que provocan los cambios en el cropland, el papel del cambio climático explica de media en torno a un 24% del aumento en la VW, un 8.7% de la AET y un 12% de los CWR en el año 2016. Concluimos que la industrialización de la agricultura, de un lado la ha transformado en un agente activo del calentamiento global y del cambio climático y de otro la ha expuesto a sus efectos.
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