Esta investigación nace de la necesidad de repensar los aportes estéticos del cine de Chantal Akerman, a los cuales me aproximo tratando de dar una posible respuesta a la pregunta, ¿en qué forma el cine de Akerman llega al cuerpo del espectador activando algo que antes de enfrentarse a lo mostrado no tenía lugar? Para ello, abordo algunos motivos visuales y narrativos, además de procedimientos estilísticos y estructurales que se reiteran en sus películas, materializándose en lo que he llamado una forma-ritual. Una forma en la que se inscriben el modo de filmar y mostrar el espacio, lo ordinario, los cuerpos, los sonidos y los silencios, así como el tiempo que atraviesa los filmes de la directora. Una forma profundamente vinculada a las búsquedas personales de Akerman, como hija de supervivientes de Auschwitz y como mujer cineasta, capaz de encarnarse en los espectadores atentos que permanecen frente a sus películas.
Esta forma se basa en algunas nociones teóricas en torno a lo ritual del pensamiento estético de Antonin Artaud, Walter Benjamin, Theodor Adorno o Gilles Deleuze, las cuales se hibridan con la teoría fílmica feminista y los sujetos nómades de Rosi Braidotti, la performatividad de Judith Butler y Veronica Pravadelli, o la posmemoria de Marianne Hirsch. La forma-ritual también es deudora del interés por lo etnográfico de cineastas como Maya Deren o Jean Rouch y dialoga con la noción de autoetnografía en el cine experimental de Catherine Russell; además se conjuga con la forma que piensa de Jean Luc-Godard y recuerda al cine neorrealista italiano. La forma-ritual me ha llevado asimismo a lo que he llamado el espectador encarnado, donde han tenido especial relevancia los estudios teóricos centrados en la experiencia corporal espectatorial de Laura U. Marks, Vivian Sobchack o Martine Beugnet y donde también hay una impronta del espectador emancipado de Jacques Rancière.
This research arises from the necessity of rethinking the aesthetics contributions of Chantal Akerman’s films, to which I approach trying to answer the question: In which form does Akerman’s cinema connects with the body of the spectator showing him or her something invisible before going through her films? To this end, I disengage the visual and narrative motifs, in addition to stylistics and structural aspects that are reiterated in the films of the director and materialize in what I have termed a ritual-form. A form in which are inscribed the way the space, the ordinary, bodies, sounds and silences are presented, as well as the time that passes through Akerman’s films. A form deeply linked to her personal searches, as a daughter of Auschwitz survivors and as a woman who makes movies, able to cross the screen and embody herself in the attentive viewers who remain in front of her films.
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