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Diferencias de género en las redes personales de apoyo de las personas cuidadoras: evolución en el tiempo y efectos sobre la salud

  • Autores: Mª Nieves Rodríguez Madrid
  • Directores de la Tesis: María del Río Lozano (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 2023
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 219
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • El proceso de envejecimiento de la población ha incrementado el número de personas dependientes que necesitan apoyos en su vida diaria. El hogar, como lugar de provisión de cuidados, hace que esta responsabilidad recaiga en gran parte en la red de apoyo informal. Los cuidados informales se caracterizan por ser un trabajo no remunerado, ligado a relaciones afectivas, privado, doméstico (invisible), feminizado, infravalorado social y económicamente. Las diferencias de género están presentes no solo en el mayor número de mujeres cuidadoras, sino en el modo en el que cuidan; ellas dedican más tiempo y lo hacen con menos apoyos. Cuidar tiene efectos físicos y psicológicos negativos para la salud, acentuándose en determinados perfiles sociodemográficos: las mujeres, a mayor edad, con bajo nivel socioeconómico, mala salud previa y poco apoyo social. La brecha de género existe, no solo en el desigual impacto en la salud sino en la manera de asumir el rol de cuidador, en las estrategias de afrontamiento y en la organización de los recursos.

      El apoyo social es un determinante social de la salud de primer orden, con efecto directo y amortiguador sobre la salud y la sobrecarga de la persona que cuida. También es un recurso relacional del entorno inmediato. Por todo ello, su estudio requiere de metodologías mixtas integradoras, que tengan en cuenta los diferentes niveles, macro/meso y micro, que intervienen en la relación entre apoyo social y salud. Por un lado, la metodología de Análisis de Redes Sociales (ARS), se ha considerado adecuada para estudiar las redes personales de apoyo de las personas cuidadoras, ya que se sabe que la estructura de la red y su funcionalidad es importante en el intercambio de apoyo social. Por otro lado, la metodología cualitativa permite profundizar, desde el punto de vista de las personas que cuidan, en la dinámica inherente a las redes personales, teniendo en cuenta: a) percepción del espacio temporal dentro del proceso de cuidados; b) contexto interpersonal de interacción; y, c) las valoraciones en cuanto a acontecimientos “claves” de dicho proceso (afrontamiento, asunción del rol...,). Sin embargo, son escasos los estudios que con esta metodología han estudiado la relación entre apoyo social y salud en la población cuidadora, y que lo hayan hecho introduciendo el enfoque de género. Profundizar en el conocimiento de esta relación resulta clave para mitigar las desigualdades de género en el reparto del cuidado y en el impacto de cuidar sobre la salud de quienes cuidan.

      El objetivo de esta tesis es estudiar si existen diferencias de género en las redes personales de apoyo de las personas cuidadoras informales, su evolución en el tiempo, así como su relación con la sobrecarga y la salud. La tesis consta de 3 publicaciones científicas, cada una de las cuales, plantea un trabajo que pone su atención en diferentes aspectos, pero que comparten este objetivo general.

      El primer artículo, titulado "Gender Differences in Social Support Received by Informal Caregivers: A Personal Network Analysis Approach", describe las características de estructura, composición y funcionalidad de apoyo de las redes personales de las mujeres y los hombres cuidadores y analiza la asociación que estas características tienen con la salud auto-percibida. Lo hace desde la metodología ARS, recogiendo datos de las redes personales de mujeres y hombres cuidadores principales, adultos, residentes en viviendas familiares de Granada, con el software EgoNet. El segundo artículo, titulado "Redes personales de apoyo y cuidado informal: ¿diferencias por sexo y territorio? (estudio CUIDAR-SE II)", siguiendo la misma metodología, incide en factores territoriales y compara las redes personales en las características de composición y funcionalidad de hombres y mujeres de Granada y Guipuzkoa. El tercer artículo, "Changes in Caregiver Personal Support Networks: Gender Differences and Effects on Health (CUIDAR-SE Study)", con metodología mixta, de ARS y técnicas cualitativas, analiza los cambios en el tiempo (ocurridos en un año) de las percepciones y explicaciones ante el apoyo recibido y no recibido, así como el impacto que sobre la salud tiene dicho apoyo para cuidar en función del sexo y el nivel de sobrecarga.

      Los resultados mostraron que, tanto en las redes de hombres como en las de las mujeres, había escasa variación estructural, un mayor número de mujeres y una buena vinculación afectiva con las personas que componían la red personal. Los hombres cuidadores tenían más ayuda remunerada externa, más compañeros/as de trabajo y sus redes estaban cercanas a su domicilio, mientras que las mujeres tenían más familiares, vecinos/as y convivían en mayor medida con las personas de su red. En cuanto a la funcionalidad del apoyo, hubo un predominio del apoyo emocional frente al económico y más mujeres que hombres que ayudaban en tareas específicas de cuidado. Los hombres recibieron más apoyos en tareas consideradas tradicionalmente "femeninas", como el cuidado personal o tareas domésticas; en cambio, las mujeres los recibieron en tareas consideradas igualmente "masculinas", como actividades fuera del hogar y de movilidad. Hay indicios de un mayor apoyo cuando la salud percibida de la persona que cuida es mala, pero sin significación estadística. En el segundo artículo, ambas provincias presentaron similitudes de composición y funcionalidad en las redes, referidas anteriormente. Sin embargo, hubo diferencias, al estar las redes de Gipuzkoa menos feminizadas y las mujeres mostrar mejor vinculación afectiva que las de Granada. Además de una mayor presencia de hombres que de mujeres ayudando en todas las tareas específicas de cuidado. El tercer artículo mostró una pérdida de apoyo social en el transcurso de un año. Los hombres con sobrecarga intensa experimentaron una mayor pérdida de apoyo en tareas específicas de cuidado, pero se incrementó el apoyo emocional a pesar de expresar cierto desánimo y desilusión. Los hombres con baja sobrecarga, por el contrario, no experimentaron cambios en tareas específicas, pero perdieron apoyo emocional. En cambio, las mujeres con sobrecarga intensa son las que menos apoyo en tareas específicas de cuidado perdieron, incluso aumentó el apoyo emocional en asuntos no relacionados con el cuidado. Sus discursos reflejaban fortaleza e independencia frente a la aceptación, gratitud o resignación de las mujeres con sobrecarga baja, que experimentaron una mayor pérdida de apoyos. La distancia geográfica fue percibida como factor clave en la provisión de apoyos, más relevante a mayor tiempo cuidando y si había problemas de salud. Se aprecian diferencias de género en la petición de apoyo a la red, en el ofrecimiento de este, en la asunción y afrontamiento del cuidado. Las mujeres pidieron menos ayuda que los hombres, cuando lo hicieron fue en circunstancias excepcionales (situaciones de emergencia), ante un empeoramiento de su salud o un incremento de la sobrecarga, gestionando los recursos de su red ante la necesidad mejor que los hombres. En los discursos de las mujeres se aprecia como el cuidado forma parte del proceso de socialización y de sus roles de género adquiridos. En cambio, los hombres que cuidaban a un miembro de su familia, que no era su pareja, eran hijos únicos o habían tomado el relevo de una cuidadora principal. En relación a las mujeres que conformaban la red, su escaso o nulo apoyo se debió a que ya eran cuidadoras.

      El apoyo no tuvo un efecto importante en la salud de la persona cuidadora cuando había una reducción en el nivel de sobrecarga. Las mujeres reportaron una mejor salud, si tenían baja sobrecarga y no perdieron apoyos. En cambio, las personas con sobrecarga intensa inicial y que perdieron apoyos, empeoraron su salud, más en los hombres, pero también en mujeres con un fuerte sentido del deber acorde a sus roles de género.

      Los resultados de las tres publicaciones nos llevan a concluir que hay estereotipos y roles tradicionales de género en torno a los patrones de búsqueda y ofrecimiento de apoyo, así como en la manera en que hombres y mujeres gestionan los recursos de la red de apoyo y se afronta el cuidado. Esto hace que existan diferencias en la composición y funcionalidad de las redes personales, aunque no en la estructura. Una menor presencia de mujeres y una mayor participación en el cuidado de los hombres en Gipuzkoa nos hace concluir que estamos ante un mayor reparto de tareas y corresponsabilidad en el cuidado en esta provincia. Los mejores resultados de salud reportados por las mujeres, a pesar de la pérdida de apoyo generalizada, están relacionados con esa mejor gestión de los recursos de su red y de afrontamiento ante el cuidado. Se prevé que los hallazgos sean de utilidad en la planificación de los recursos dirigidos a las personas cuidadoras. Conocer más sobre las diferencias de género de las redes personales nos ayudará a intervenir en los diferentes tipos de apoyos, activando o intensificando los vínculos inactivos, desde un enfoque de corresponsabilidad social y organización más justa de los cuidados.


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