El testimonio en América Latina constituyó una de las principales formas discursivas para trasmitir el impulso revolucionario que emergió en los años sesenta. Cuba, como centro neurálgico de la radicalización política e ideológica de esta década, fue el espacio que atesoró las principales tendencias literarias de izquierdas de los países latinoamericanos. Casa de las Américas como una de las instituciones culturales más reconocidas a nivel nacional e internacional aunó no solo la diversidad de propuestas que aparecían con el impulso revolucionario, sino también una de las más significativas, encargada de plasmar el espíritu insurreccional del movimiento socialista: el testimonio. La institucionalización del testimonio como categoría literaria del premio Casa de las Américas significó conflictuar la noción de literatura e instalar en la plataforma de los géneros canónicos una forma discursiva cuya hibridez cuestionó, en un principio, las formas de clasificación tradicionales, pero que poco a poco se convertiría en una categoría central para las políticas culturales de la revolución.
A lo largo de esta investigación se analizará el modo en que la categoría de Testimonio del premio literario Casa de las Américas respondió a las exigencias de las políticas culturales cubanas para ocupar un lugar esencial en el arte revolucionario. Tras el triunfo de la Revolución cubana, se hizo necesario y urgente pensar el tipo de práctica artística que podía ocupar el espacio central de la cultura revolucionaria. Dicha práctica artística debía ser capaz de desprenderse de una visión cerrada y autorrefencial, para dar cuenta de la realidad del contexto latinoamericano con la llegada de la revolución. Diferentes formas discursivas intentaron responder a este anhelo, pero solo el testimonio con su referencialidad, su deseo de verdad y su apertura en la incorporación de nuevas voces narrativas, posibilitó crear ese puente entre revolución y arte.
Esta investigación dibuja el trayecto que siguió la categoría de Testimonio a lo largo de cuarenta años. Su carácter ideologizado permitió la confluencia entre los cambios y transformaciones de la política cultural cubana y las propuestas y premiaciones que los jurados de cada convocatoria reconocían como ganador. De este modo, se observará el contrastante diálogo que estableció dicha categoría con lo que aconteció en materia de política cultural.
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