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Resumen de La microbiota intestinal en individuos infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana tipo-1

Roque Pastor Ibáñez

  • En los últimos años se ha incrementado notoriamente el conocimiento sobre la microbiota intestinal (MI). En población general, se ha descrito que la composición de la microbiota está particularmente influenciada por el sexo, los hábitos nutricionales, el índice de masa corporal (IMC) y la edad, entre otros. La microbiota tiene implicaciones en diversas enfermedades cardiovasculares y metabólicas como la diabetes tipo II y la obesidad. También se han encontrado asociaciones entre trastornos en la MI y algunas enfermedades del sistema nervioso central como el Parkinson y el Alzheimer.

    La composición de la MI depende, en gran medida, de los hábitos nutricionales. Las bacterias fermentadoras de las proteínas que ingerimos, producen productos tóxicos, potenciando los procesos inflamatorios, de tal modo que, los microbios que procesan la fibra inhiben dichos procesos de inflamación. La dieta mediterránea (DM) se caracteriza por un alto contenido de: aceite de oliva, frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales; un consumo moderado de: productos lácteos, pescado, carne de ave y vino tinto; acompañado de una menor cantidad de carne roja, carne procesada y azúcares. El aceite de oliva virgen extra (EVOO) y los nueces incluyen en su composición agentes bioactivos, como ácidos grasos monoinsaturados (MUFAs), tocoferol y diferentes polifenoles; ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs), ácidos omega-3 y omega-6; junto otros fitoquímicos que tienen propiedades antioxidantes y anti-inflamatorias. Diversos datos publicados, como los resultantes del estudio PREDIMED, revelaron el poder de suplementar la DM con EVOO y/o frutos secos retrasa y disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, fibrilación auricular, cáncer y enfermedades neurodegenerativas. Además, la DM induce cambios en la MI. Sin embargo, faltan pruebas concluyentes que relacionen los efectos de la DM sobre la composición de la microbiota en los individuos infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana de tipo I (VIH-1) en tratamiento con antirretrovirales (ARTs). Esta información podría ayudarnos a comprender mejor la relación entre la infección por el VIH-1 y los eventos no-SIDA (aceleración del envejecimiento, patologías hepáticas, óseas, renales, cardiovasculares y/o metabólicas, de salud mental, aparición de tumores no-SIDA).

    A pesar del tratamiento antirretrociral (ART), los pacientes seropositivos padecen una inflamación crónica debido a la sobre-activación del sistema inmunitario, que aumentan su morbilidad y mortalidad. Este aumento está relacionado con los eventos no-SIDA, antes citados. Se ha sugerido que, la translocación microbiana, desde el lumen intestinal a la circulación sistémica, desempeña un papel clave en la persistencia de la activación inmunitaria. En este sentido, es la destrucción del tejido linfoide asociado al intestino (GALT) la principal causa de esta translocación microbiana. Durante las primeras semanas de la infección por VIH-1, se produce una rápida reducción, en la mucosa intestinal, de los linfocitos T CD4+, que persiste en la infeccion crónica. En cuanto a la composición de la microbiota, esta infección vírica induce una afección del estado intestinal, también denominada disbiosis, que reduce la riqueza y la diversidad microbiana, parcialmente restablecida por terapia ART, aunque nunca recuperando los niveles iniciales, anteriores a la infección por el VIH-1.

    Si ponemos el foco en los PLHIV, se ha descrito la prevalencia de una MI específica, dominada por el género Prevotella y cohortes de hombres con infección crónica por VIH-1 y que tienen sexo con hombres (MSM) con infección crónica por VIH-1. Varios autores han tratado de describir las diferencias en la microbiota entre individuos MSM con VIH-1 y MSM seronegativos para VIH-1. También se ha descrito que la infección reciente por VIH-1 provoca el descenso de géneros bacterianos intestinales asociados a las condiciones anti-inflamatorias. Otros trabajos, trataron de vincular el tipo de terapia ART y el bacterioma intestinal, pero aún se desconoce el efecto directo de los ARTs sobre la MI. En las mujeres, sin embargo, se ha descrito que la terapia ART no modifica la microbiota vaginal, aunque el inicio de la terapia ART aumenta el IMC, respecto a los hombres. Además, se ha observado como la composición de la microbiota vaginal puede influir en la efectividad de los ARVs.

    A pesar de todas estas investigaciones sobre la composición de la microbiota en las PLHIV, hay pocos estudios que evalúen la relación entre la composición de la microbiota y aquellos parámetros que podrían aumentar el riesgo de sufrir eventos no-SIDA. Especialmente notorio, la falta de estudios científicos en cohortes de mujeres con infección por VIH-1 (WLHIV).

    Por otro lado, las vacunas terapéuticas constituyen una estrategia prometedora para la remisión y cura del VIH-1. Con ellas se busca potenciar el sistema inmunitario de los individuos infectados para lograr el control de la replicación viral y la eliminación de las células infectadas, sin la administración de por vida de un tratamiento ART. Con esta finalidad, las vacunas terapéuticas basadas en células dendríticas (DC) parecen constituir un enfoque adecuado capaz de inducir respuestas de células T específicas de VIH-1 y reducir parcialmente la CV tras la interrupción de la terapia ART (ATI).

    Cada vez más, las evidencias sobre como la microbiota influye en la eficacia de las vacunas, se acumulan. Algunos trabajos sugieren que, existe una relación directa entre presentar una alta diversidad en la MI y una mejor respuesta a la vacunación. Tiene sentido al observar a los controladores de élite, individuos que controlan la carga viral sin necesidad de tratamiento, ya que presentan una MI característica que podría desempeñar un papel importante en el control viral. Además, existen evidencias de que la composición de la MI predice el estado inmunitario en la infección por VIH-1.

    A falta de otro biomarcador fidedigno para evaluar la eficacia de la respuesta frente al VIH-1, la bondad de una vacuna terapéutica se cuantifica mediante el rebote inducido en la CV en plasma, tras la ATI. Así, existe una imperiosa necesidad de desarrollar marcadores capaces de clasificar correctamente a aquellos pacientes con alta o baja probabilidad de controlar la CV tras la ATI. En los últimos años, los progresos de las técnicas ómicas, junto con los avances en el análisis bioinformático, han proporcionado información crucial para evaluar la eficacia de las vacunas. Respecto a las vacunas contra el VIH-1, se han publicado trabajos que describen un cambio significativo en el transcriptoma de individuos que recibieron una vacuna terapéutica basada en DC. Otro estudio, demostró un aumento en la expresión de ciertos genes relacionados con el reconocimiento celular directo, en células NK de individuos sanos, que habían recibido una vacuna contra el VIH-1 basada en el virus Vaccinia Ankara modificado (MVA). Recientemente, se comprobaron también cambios en la expresión génica de los pacientes infectados por el VIH-1 que recibieron una vacuna terapéutica de DC, correlacionándose con el pico de CV post-vacuna. Pero, en definitiva, aún no se ha explorado en profundidad la posibilidad de que la transcriptómica y la metagenómica puedan emplearse como marcadores alternativos asociados a la respuesta frente a la vacuna anti-VIH.


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