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Resumen de Three essays on inequality

Javier García Brazales Sierra

  • El estudio de las desigualdades ha generado un alto grado de interés académico por parte de economistas e investigadores de otras ciencias sociales. Dado que las desigualdades están presentes en numerosos ámbitos, la naturaleza de los estudios existentes a día de hoy también es muy variada, y ha consistido tanto en la documentación de la presencia de desigualdades como en el análisis de los determinantes de dichas desigualdades y de cómo se podrían reducir. Por ejemplo, en el campo de la economía de la educación (el cuál juega un papel central en esta disertación), existen estudios que exploran cuándo las brechas en el rendimiento académico (p. ej. entre estudiantes de clases sociales diferentes) empiezan a ser palpables o por qué las chicas tienen una probabilidad menor de elegir carreras universitarias encuadradas dentro de las ciencias, la tecnología, las ingenierías o las matemáticas (denominadas “carreras STEM”) (Singh. 2020, Shan, 2021). El objetivo de esta disertación es el de ofrecer nuevos resultados empíricos sobre la existencia y los determinantes de varias clases de desigualdades así como sobre el potencial que las políticas públicas pueden llegar a tener para reducir las desigualdades.

    Uno de los principales culpables de la presencia de brechas en el rendimiento académico de las mujeres, en las tasas de matriculación en carreras STEM y en las brechas salariales en el mercado laboral que han sido documentadas en los estudios existentes es la presencia de normas de género tradicionales, las cuáles implican un coste tanto para los hombres como para las mujeres si se desvían del tipo de comportamiento socialmente aceptado para miembros de cada grupo (y que típicamente enfatizan el rol de la mujer como responsable de cuidar de la familia y con una menor responsabilidad en el mercado laboral). A pesar del consenso existente sobre la importancia que las normas de género tienen en estas brechas, la realidad es que disponemos de unas evidencias muy limitadas sobre cómo reducir el grado de tradicionalismo en dichas normas de género y éstas son incluso más escasas sobre cómo conseguir esto de tal forma que persistan en el tiempo (Olivetti et al. 2020; Bau, 2021). De hecho, en la ausencia de variación exógena en actitudes de género, es difícil demostrar que las actitudes de género tradicionales sean la causa principal detrás de las desigualdades entre hombres y mujeres aludidas con anterioridad.

    El primer capítulo de esta disertación se basa en estudios existentes dentro de la teoría del contacto de Allport et al. (1954)} y en resultados empíricos que indican que tanto el rendimiento como el sentimiento de inclusión dentro de un grupo de las mujeres se fortalecen cuando la presencia de chicas en el grupo es mayor. En particular, estudio si las interacciones a edades tempranas con compañeras de clase durante la educación primaria en Vietnam es una fuerza de cambio en las actitudes de género y en comportamientos relacionados con las mismas en el medio y largo plazo. Dada la aparente dificultad en encontrar maneras de cambiar las actitudes de género de una forma permanente, si dicha interacción con compañeras tuviese lugar de forma mantenida en el tiempo, esto la convertiría en una candidata más plausible aún para generar cambios en el largo plazo. El contexto de la educación primaria en Vietnam no solo satisface estas características, sino que además asigna estudiantes a clases dentro de los colegios de una forma aproximadamente aleatoria. Bajo el supuesto de que el hecho de que una clase de un colegio tenga una proporción de chicas un poco más alta o un poco más baja ocurre al azar, puedo identificar el impacto de las compañeras de clase en resultados relacionados con las actitudes de género a través de la estimación de un modelo lineal en medias (linear-in-means) que explota la variación en la proporción de chicas en diferentes clases de un mismo colegio.

    Mi análisis empírico encuentra que un aumento del 10% en la proporción de compañeras de clase está asociado a una caída del 15% de una desviación típica en mi medida agregada del nivel de acuerdo con perspectivas tradicionales sobre las normas de género, la cuál fue obtenida cinco años antes. Este efecto se da tanto en los chicos como en las chicas y pone de manifiesto que los contextos que están menos dominados por hombres favorecen el desarrollo de actitudes menos tradicionales. Además, demuestro que la exposición a una mayor proporción de compañeras aumenta significativamente la probabilidad de que las chicas acaben matriculándose en la universidad y que, una vez matriculadas, son más proclives a elegir carreras dominadas por hombres. Los chicos aumentan tanto el margen intensivo como el extensivo de sus contribuciones a las tareas domésticas.

    Otras líneas de investigación relevantes se centran en la transmisión intergeneracional de normas de género y en cómo estas normas no solo tienen un efecto entre los diferentes hogares sino también entre los individuos de un mismo hogar (Fernández et al., 2004; Farré y Vella, 2013). Las desigualdades dentro de los hogares porque tienden a ser cuantitativamente importantes, porque la forma tradicional de tratarlas cuando no información a nivel individual no está disponible basada en el uso de escalas de equivalencia tiende a dar lugar a resultados normativos distorsionados (Chiappori, 2016), y también porque las desigualdades dentro del hogar puedes ser tanto predictivas como un reflejo del poder de negociación de los esposos --- y los estudios existentes sugieren que los hijos de madres con un mayor poder de negociación dentro del hogar tienden a conseguir mejores situaciones personales al llegar a la edad adulta (Oreopoulos et al., 2006).

    El segundo capítulo comienza tomando una nueva perspectiva sobre la persistencia de las desigualdades dentro de los hogares. Más específicamente, demuestro que, tanto en China como en Australia, la proporción de las contribuciones relativas de la mujer sobre el total del ingreso y el tiempo dedicado al mercado laboral y a realizar tareas domésticas está fuerte y positivamente relacionado entre dos generaciones. Una vez establecido este hecho, aprovecho la variación exógena provista por la aprobación de la reforma de educación de China de 1986, la cuál aumentó la cantidad de años de educación exigidos de seis hasta nueve de una manera escalonada en las diferentes provincias, para demostrar que el grado de transmisión intergeneracional de las contribuciones relativas a la producción en el hogar cayó significativamente entre las generaciones de hijos que se vieron afectadas por la reforma. Complemento este resultado proveyendo evidencia de que esto se debe a un cambio en las actitudes de género generado por el mayor número de años de educación alcanzado por estas nuevas generaciones.

    Por tanto, los dos primeros capítulos se centran en las normas de género como causas de la existencia de varias formas de desigualdades. Sin embargo, una particularidad de muchos tipos de desigualdades es que se deben no se deben a una sola causa, sino a múltiples. Situaciones en las que solo tenemos explicaciones parciales a su presencia son insatisfactoria ya que podría ser el caso que se estuviese obviando otros mecanismos cuantitativamente importantes. Este es el caso con la brecha salarial a favor de las empresas grandes. Esto hace referencia al hecho empírico de que, si se toman dos trabajadores observacionalmente equivalentes en la misma ocupación y que solo se diferencian en que uno de ellos trabaja en una empresa grande (definida por el número de trabajadores), aquél que esta empleado en la compañía grande ganará, de media, 20% más que el trabajador de la empresa pequeña. Aunque muchos factores puedes explicar este hecho (p. ej. que los trabajadores más capaces sean más proclives a trabajar en empresas grandes), una parte significativa de esta brecha no ha sido explicada hasta la fecha.

    En el tercer capítulo, escrito junto a Micole De Vera, construimos una basa de datos a nivel individual de trabajadores pertenecientes a 47 países y con información sobre sus habilidades, ocupaciones y tareas acometidas en sus trabajos que nos permite documentar por primera vez que, dentro de los países, el contenido de los trabajos para una misma ocupación es diferente según el tamaño de la empresa. En particular, trabajadores de empresas grandes utilizan en mayor medida las tecnologías de la información y de la comunicación para realizar tareas que, a su vez, requieren un mayor grado de adaptación a situaciones menos rutinarias y de mayor uso de habilidades interpersonales. Dada la evidencia ya existente de que estas tareas son valiosas en el mercado laboral, implementamos un ejercicio de descomposición que sugiere que el hecho de que el contenido de los trabajos es diferente entre las empresas pequeñas y grandes puede explicar el 10%, una proporción significativa, de la brecha salarial a favor de los trabajadores de empresas grandes.

    The study of inequalities has long attracted significant interest among economists and other social scientists. Given the prevalence of inequalities across multiple dimensions, existing research has touched on a variety of aspects, both in terms of documenting their presence and in attempting to show how to potentially reduce them. For instance, within the economics of education literature (one upon which my dissertation heavily builds), there have been studies investigating how early gaps in academic performance (for example, between wealthy and non-wealthy children) start showing up and about why females are less likely to enroll and to graduate from STEM majors (Singh. 2020, Shan, 2021). In this dissertation, I aim at providing novel evidence on the presence, mechanisms behind, and potential for change of various forms of inequalities.

    One of the main culprits for the presence of gaps in females’ academic achievement, enrollment in STEM majors, and lower earnings in the labor market identified by the literature is the presence of traditional gender norms that make it costly for males and females to deviate from the expected behavior of members of each gender (which typically emphasize the role of females as being responsible of taking care of the household and undertaking less competitive and lower-paying jobs). Despite acknowledging that traditional gender norms are at the core of these gaps, little evidence is available as to how to render gender attitudes less traditional, and even less so on how to do it in a persistent manner (Olivetti et al. 2020; Bau, 2021). Indeed, without exogenous variation in gender attitudes it is difficult to confirm whether traditional gender attitudes are behind the above-mentioned gaps in the first place.

    In the first chapter of this dissertation, I build upon Allport et al. (1954)'s contact theory as well as upon recent evidence highlighting that girls’ performance and sense of belonging are strengthened in female-dominated environments to study whether early interactions with females during primary education in Vietnam change gender attitudes and gender-related behaviors in the mid- to long-run. Given the apparent difficulty in changing gender attitudes in a persistent manner, such early exposure to females would be more promising if it were sustained over a long period of time. The Vietnamese primary education system not only typically features these characteristics, but it also widely implements an “as good as random” allocation of students into classes. Under the identifying assumption that whether one class within a school has a slightly higher or lower proportion of female students happens by chance, I can identify the impact of female peers on gender-related outcomes by estimating a linear-in-means specification that exploits cross-class variation in the share of female classmates.

    I find that a 10% increase in the proportion of female classmates is associated with a fall of 15% of a standard deviation in my composite measure of traditional gender attitudes, which was elicited five years later. These effects are present both for males and females and highlight the potential that less male-dominated environments have to render gender attitudes less traditional. I further show that this treatment significantly increases the probability of females enrolling in college and, conditional on doing so, to choose male-dominated majors. On the male side, I find that both the intensive and extensive margin contributions to home production rise.

    Other important lines of research revolve around the intergenerational transmission of gender norms and how these norms not only have an impact across households but also across individuals within households (Fernández et al., 2004; Farré and Vella, 2013). Inequalities within the household are relevant both because they have been shown to be large and their typical treatment in the absence of individual-level data based on equivalence scales tends to lead to distorted normative implications (Chiappori, 2016), and also because intrahousehold inequalities may be both predictive and reflective of the bargaining power of spouses --- and existing evidence consistently suggests that children who grow up in households where the female spouse has more bargaining power ending up having better outcomes (Oreopoulos et al., 2006).

    In the second chapter, I first document a novel perspective on the persistence of intrahousehold inequalities. More specifically, I show that, both in China and in Australia, the ratio of the female to the male spouse’s contribution to total income, and time devoted to home production and market hours is strongly positively correlated across two generations. I then exploit exogenous variation in years of education arising from the 1986 Chinese Education Reform, which increased the required number of years of education from six to nine in a staggered manner across provinces, to show that the strength of intergenerational transmission of relative contributions to home production is weaker among cohorts that were subject to the reform. I then provide suggestive evidence that this is driven by changes in gender attitudes brought along by increased education.

    Although in the first two chapters I focus on gender norms as drivers of inequalities, a particularity of many forms of inequalities is that they are rooted in multiple causes. Partial explanations for their presence are therefore unsatisfactory as they may leave out quantitatively important channels. One such case is the so-called “large firm wage premium”, the empirical fact that observably-equivalent workers in the same occupation that only differ in the size of the firm they work typically display a close-to-20% wage gap in favor of the one employed for the larger firm (as defined by the number of employees). While multiple factors account for this (e.g. selection of more able workers into larger firms) part of the gap is not yet explained.

    In the third chapter, Micole De Vera and I build an individual-level dataset with information from workers in 47 countries on their skills, occupations, and the tasks accomplished in their jobs to provide the first (within-country) evidence that the task content of jobs is significantly different for the same occupation across large and small firms. In particular, workers at larger firms make use of more information and communication skills in order to accomplish their needs of dealing with jobs that are less routine and that require more interpersonal skills. Given existing evidence that these tasks are well-valued by the labor market, we implement a simple decomposition analysis to show that the different task content of jobs in small and big firms accounts for 10%, a sizable proportion, of the large firm wage premium.


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